Música / Crítica

Desde el corazón

Sociedad Filarmónica de Valencia. Palau de la Música - Sala Rodrigo.

Intérpretes: Stephanie Huang, cello y Keigo Mukawa, piano Obras de Anton Arensky, Frederic Chopin„ Bohuslav Martinú y Francis Poulenc.

Keigo Mukawa y Stephanie Huang.

Keigo Mukawa y Stephanie Huang. / L-EMV

José Doménech Part

Si bien en español al tocar sin partitura decimos "tocar de memoria", en francés y en inglés lo definen como "par coeur" o "by heart". Tienen mucho mas encanto estas dos últimas, ya que ofrece una imagen más inspirada y menos superficial. Así fue como la joven violonchelista Stephanie Huang (Bélgica, 1996) brindó una sesión realmente exquisita junto a su pianista Keigo Mukawa (Japón,1993).

Jóvenes, pero ya curtidos en múltiples concursos europeos, eligieron un repertorio inusual, más de sumo interés. Las tres deliciosas miniaturas del ruso Arensky (compositor que sonó por primera vez en Valencia, por los hermanos Amparo y José Iturbi) bastaron para confirmar la fina musicalidad y la excelencia técnica de ambos artistas.

Rebosantes de humor, el checo Martinu desarrolló unas Variaciones sobre un tema de la ópera "Moisés en Egipto", de Rossini (con ecos de otro de Paganini), siempre con permanente elegancia y necesaria habilidad instrumental . Y así lo mostraron ambos. Huang se produce desde su cello francés, un Vuillaume del XIX, con una precisión deslumbrante y un sonido realmente hermoso y profundo que conjuga, sin competir, con el equilibrado piano de Keigo .

Tanto en la Sonata de Chopin como en la de Poulenc, ambos núcleo duro del recital, el público se mostró más que complacido a pesar de algunos aplausos a destiempo que siempre perturban la unidad de las obras. Pero el momento cumbre llegó con una sentida y emocionada Cavatine, de Poulenc cuyos ecos aún resuenan en la Sala Rodrigo. Hay que destacar la diferenciación de estilo y color logrado por la artista belga acoplándose al momento de ambas obras, distantes entre sí nada menos que 100 años. Otro tanto debe decirse de juego preciso y brillante de Mukawa, refrendado con un manejo impoluto de los pedales. Finalizaron con un intenso y emotivo bis. Pudieron ser muchos más. 

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