La gran noche del cine español
Un Goya atípico se reparte entre ‘El 47’ y ‘La infiltrada’
En una decisión insólita, la Academia concedió ‘ex-aequo’ el premio a la mejor película a los filmes dirigidos por Marcel Barrena y Arantxa Echevarría y entrega el galardón de mejor dirección a Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez por ‘Segundo premio’.

Los equipos de la películas ´El 47´ y ´La Infiltrada´ tras recibir el Goya ex aequo a la ´Mejor película´. / Julio Munoz
Rafa Tapounet
El autobús Pegaso Monotral articulado de la línea 47 (Plaza Catalunya-Guineueta) que Manolo Vital hizo llegar el 7 de mayo de 1978 hasta el remoto arrabal barcelonés de Torre Baró sigue su trayecto triunfal. Han pasado 47 años desde entonces (bendita coincidencia) y el filme de Marcel Barrena que reivindica (y celebra) aquel audaz acto de sabotaje y protesta vecinal se coronó como la mejor película española de 2024 en la 39ª edición de los Premios Goya celebrada en el Palacio de Exposiciones y Granada. Pero el autobús no llegó solo. En una decisión sin precedentes, la Academia decidió que El 47 compartiera el premio a la mejor película con La infiltrada, una manera de reconocer por parte de la industria el extraordinario rendimiento comercial del filme de Arantxa Echevarría (casi 8,5 millones de euros recaudados en las salas). Como la buena lotería, los Goya estuvieron esta vez muy repartidos. El 47, que llegaba a la gala con 14 nominaciones, se marchó con cinco premios. La infiltrada, y esto sí es insólito, tenía 13 candidaturas y ganó solo en dos categorías. Una de ellas, la más importante.
El éxito de El 47 no se quedó solo en el palmarés, ya que su espíritu combativo se trasladó también a buena parte de los parlamentos de los premiados, entre los que abundaron los alegatos en defensa del derecho a la vivienda y de los derechos de los inmigrantes, dos asuntos absolutamente centrales en la película de Barrena. Hubo también discursos contra el «nuevo imperialismo» estadounidense, contra la «limpieza étnica» llevada a cabo en Gaza y contra las políticas que atacan la diversidad. Nada que pareciera incomodar demasiado al jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, que presidió sonriente una gala larga y bastante plana que Maribel Verdú y Leonor Watling condujeron con oficio y discreción, pero poco más.
Hasta que los premios Goya desembarcaron en Granada, solo seis de los 38 filmes elegidos como mejor película habían estado firmados por alguien cuyo nombre no aparecía en el quinteto de nominados en la categoría de mejor dirección. El triunfo final de El 47 convirtió en doblemente llamativa (e inexplicable) la ausencia de Marcel Barrena en ese apartado, en el que el premio fue finalmente a parar a Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez por Segundo premio. Almodóvar, por su parte, se llevó el Goya al mejor guion adaptado. El cineasta manchego no acudió a recoger el premio alegando un problema de salud derivado de un «accidente doméstico». El galardón tuvo algo de desagravio de la Academia a una película, La habitación de al lado, que había sido excluida de la categoría reina pese a contar con un respaldo internacional tan contundente como el León de Oro del festival de Venecia.
Premios de interpretación
Las dos protagonistas del filme, Julianne Moore y Tilda Swinton, sí estaban nominadas, pero ya se sabe que al cine español le encanta dejar sin premio a las estrellas de Hollywood, así que el Goya a la mejor actriz en un papel principal fue a parar a Carolina Yuste, por su papel de agente de policía en La infiltrada. En el lado masculino, todo el mundo sabía que el galardón lo iba a ganar sí o sí Eduard Fernández (pero no por El 47, sino por su portentoso trabajo en Marco). Así ocurrió. No hubo sorpresa y el actor catalán se llevó a casa su cuarto cabezón (se lo entregó su hija Greta). El cuadro de honor interpretativo se completó con los premios a Clara Segura (mejor actriz de reparto, por El 47), Salva Reina (mejor actor de reparto, también por El 47), Laura Weissmahr (actriz revelación, por Salve Maria) y Pepe Lorente (actor revelación, por La estrella azul).
Lorente fue, con Luis Tosar, Zoe Bonafonte, Cristalino y Daniel Ibáñez, uno de los intérpretes que acompañaron a Miguel Ríos y Amaral en el enérgico número -Bienvenidos, cómo no- que abrió la ceremonia. En el apartado musical hubo también homenajes a Julio de la Rosa (Abre la puerta, de Triana, interpretada por Alejandro Sanz), a Federico García Lorca (los hermanos Estrella, Soleá y Kiki Morente apoderándose de Anda jaleo y Dellafuente y Lola Índigo reinventando Verde que te quiero verde) y a Massiel (versión de El amor a cargo de Rigoberta Bandini). Y más música: Antón Álvarez (el artista antes conocido como C. Tangana) consiguió su primer goya por la canción Los almendros (compartido con Yeray Cortés y La Tania) y el segundo por el documental La guitarra flamenca de Yeray Cortés, y Alberto Iglesias siguió haciendo historia al ganar su Goya número 12 por la banda sonora de La habitación de al lado (un premio que dedicó a la recientemente fallecida Marisa Paredes).
Gere, contra Trump
En el ‘top 5’ de momentos significativos de la ceremonia habrá que reservar un lugar para ese emotivo abrazo entre lágrimas de Maribel Verdú y Aitana Sánchez Gijón cuando la primera le entregó el Goya de Honor a la segunda (es la persona más joven en ganarlo). También resultó memorable el ingenioso discurso en verso («una milonga argentina») con el que Javier Macipe agradeció el premio al mejor director novel por La estrella azul. Y, por supuesto, la aparición de Richard Gere para recoger de manos de su «antiguo nuevo amigo» Antonio Banderas el Goya Internacional con la platea puesta en pie. Como ya había hecho el día anterior, Gere aseguró en su parlamento que la victoria electoral de Donald Trump ha sumido a Estados Unidos «en un lugar muy oscuro» y animó a todos los presentes a «estar alerta» y a levantarse contra las injusticias.
Y, para acabar, Karla Sofía Gascón. Cuando parecía que la gala iba a acabar sin que nadie mencionara la controversia que envuelve a la actriz madrileña nominada al Oscar (hay que reseñar que Antón Álvarez sí había hecho una posible y muy velada alusión al tema al hablar de la necesidad de perdonar los errores), el premio a la mejor película europea fue a parar a Emilia Pérez. Lo recogieron los distribuidores de la película en España, Miguel Morales y Enrique Costa, que citaron el nombre de Karla Sofía Gascón y dijeron: «Ante el odio y el escarnio, más cine y más cultura».
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