Historias
Vidas y secretos de un convento en el corazón de València
La historiadora Dolores García Hinarejos repasa en un libro la historia del actual Centre del Carme a través de su arquitectura

Retablos en el salón central del antiguo claustro gótico del convento del Carme, cuando era Museo de Bellas Artes / Vicente Barberá Masip

El antiguo convento del Carme es uno de los espacios históricos más visitados de la ciudad de València. El Centre del Carme, el espacio cultural que ocupa desde hace unos años lo que primero fue sede de los Carmelitas en el “cap i casal” y después Museo y Escuela de Bellas Artes, recibió en 2024 cerca de 254.000 visitantes. Muchos acuden allí para disfrutar de la oferta cultural que organiza el Consorci de Museus y otros muchos para conocer un espacio propio de otros tiempos (en plural) que han quedado reflejados en su arquitectura y ahora también en un libro. “Historia y arquitectura del antiguo convento del Carmen de València” de Dolores García Hinarejos, esconde entre sus páginas unos cuantos rincones, objetos, personajes, vivencias e incluso ausencias que no todos conocen.
Historia del arte
El conjunto monumental del actual Centre del Carme permite realizar un viaje en el espacio y el tiempo del gótico a la arquitectura de museos y las nuevas salas de exhibición del siglo XXI pasando por el Renacimiento, el Barroco y el Neoclasicismo. El Carme es uno de los escasísimos conjuntos monacales completos que subsisten en el territorio valenciano y, a través de su historia, han dejado su huella arquitectos y artistas como Francesc Tona, Pere Compte y su círculo, Vicente Gascó, Leonardo Julio Capuz, Luis Ferreres y Javier Goërlich, creadores de las nuevas salas del museo, o Julián Estebán, responsable de la última restauración.
El fraile-arquitecto
Quizá el más desconocido o singular de los arquitectos que dejaron su huella en el Carme -y no fue poca- es el fraile Gaspar Sent Martí, que vivió casi 50 años en el convento en un periodo en que se emprendieron numerosas obras en el claustro del noviciado, la escalera de acceso, la renovación de la iglesia o el inicio del campanario. Además, Sent Martí mantuvo una intensa actividad en obras religiosas y civiles realizadas en el Reino de València y fue requerido como experto para inspeccionar y valorar otros edificios de la ciudad.

Portada retablo de la iglesia, cuya traza realizó fray Gaspar Sent Martí. / L-EMV
El escudo de València entre santa María Magdalena y san Bernardo
Posiblemente es la representación más antigua conservada del escudo de la ciudad, pero está oculta por una malla protectora de la acción de las palomas. Se encuentra en una ménsula tras una bóveda de crucería en una de las capillas de la galería norte del claustro gótico. Otras pinturas góticas -un paisaje con árboles, pájaros, vegetación...- se encuentran en el dormitorio, aunque también son poco visibles. Y ya de unas décadas después es un mural situado en una hornacina del dormitorio que representa el firmamento azul iluminado por estrellas doradas. Según García Hinarejos, estaría inspirada en el fresco de los ángeles músicos de la Catedral y su autor podría ser el entonces prior del convento, fray Juan Sanz.

Mensula en una esquina del claustro gótico que representa a María Magdalena portando el escudo medieval de València. / L-EMV
Las columnas perdidas
Se tiene constancia que el convento compró ocho pares de columnas a Pere Satorra, cantero de Girona, en 1375, para proseguir su construcción, pero al parecer nunca llegaron al convento, pues no hay rastro alguno de ellas. La historiadora apunta dos posibilidades ante esta “desaparición”: que fuesen retiradas o vendidas ante un cambio de directriz en la ejecución del claustro, o que fueran “desviadas” a otro convento carmelita, algo difícil de saber porque la mayoría de edificios de la orden de aquella época han desaparecido.
Salvado por el museo
La desamortización de Mendizabal supuso el inicio del fin de muchos edificios religiosos de la ciudad. Pero el convento del Carme se salvó precisamente porque fue destinado a albergar las pinturas de los conventos suprimidos en la provincia de Valencia que desde 1946 se exhiben en el Museo de Bellas Artes del antiguo convento de San Pío V. El libro de García Hinarejos incluye varias fotos inéditas hasta ahora que realizó del museo Vicente Barberá Masip, entre 1924 y 1936, y que se conservan en la Biblioteca Valenciana.

Antiguo refectorio como aula de Dibujo, hacia 1957. / F. Pérez Aparisi
Vivero de artistas
Además de museo, el convento fue a partir de 1848 la Academia de San Carlos y Escuela de Bellas Artes en la que se han formado numerosas generaciones de artistas valencianos de la segunda mitad del siglo XIX hasta las vanguardias en los años 80 del siglo XX. Por sus aulas pasaron José Benlliure, Salvador Abril, Manuel Benedito, Arturo Ballester, Cecilio Pla, Joaquín Sorolla, Ignacio Pinazo, Salvador Tuset, Josep Renau, Nassio Bayarri, Joaquín Michavila, los miembros del Equipo Realidad, Artur Heras, Carmen Calvo, Ana Juan y tantos otros. Hay que decir que el uso intensivo del antiguo convento como escuela de artistas hasta 1983, más las consecuencias del desbordamiento del Túria en 1957, favorecieron la degradación progresiva del edificio hasta su última rehabilitación.

Restos del Raval de València en el Centre del Carme. / L-EMV
El raval oculto
El antiguo convento del Carme ha sobrevivido más de 700 años a numerosos avatares, pero entre sus muros podemos viajar incluso a antes de su fundación. En una sala situada junto al claustro renacentista pueden contemplarse restos arqueológicos del raval musulmán (siglos XI al XIII) -entre ellos una calle con sus canales de alcantarillado en su emplazamiento original-, que fueron descubiertos en 1994.
Un peral en la cripta
El pavimento gótico original de la antigua sala capitular fue removido en 1692 para la construcción de la cripta del marqués de Castellfort. Allí aún se puede ver un escudo singular en el que se muestra un peral junto a un grifo rampante y el lema “Protejo las techumbres de la casa que me da cobijo”. La cripta fue cegada a principios del siglo XX y localizada de nuevo en las catas arqueológicas de 1990.

Escudo del primer marqués de Castellfort, que disponía de una cripta familiar en el aula capitular. / L-EMV
El patio ambulante
En 1860 el arquitecto municipal de València, Salvador Escrig, presentó el proyecto para instalar seis de las columnas del recién derruido patio renacentista del palacio del Embajador Vich en el vestíbulo que conducía al claustro del siglo XVI. En 1907 estas columnas y otros elementos renacentistas de dicho edificio fueron situados por Luis Ferreres en el refectorio gótico. En 2002, los restos del patio del palacio fueron retirados (no sin polémica) del refectorio del Carme para reconstruir el cortile renacentista del Museo de Bellas Artes, su ubicación actual.
La vidriera de Ouka Leele
Tal como escribe García Hinarejos, el Centre del Carme es un ente vivo con obras singulares que se han ido incorporando a lo largo de su historia. Una de ellas es “Santa Bárbara bendita” de Ouka Leele, un autorretrato de la fotógrafa madrileña fallecida en 2022, inspirado en “La leyenda áurea” de Santiago de la Vorágine e instalado en un ventanal gótico que asoma al claustro renacentista.
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