Entrevista | Ferran Torrent Publica ‘El jo que no mor’ (Columna)
"El diploma del Premi de les Lletres se lo llevó la dana"
«Devolvería el premio, pero sería hacer demagogia y volver a centrar la atención en mí»
«Quería una novela sobre la identidad, me fascina, porque tiene que ver con la falsificación»

Ferran Torrent, el viernes delante del antiguo Hotel Astoria, ahora Only You Valencia. / Francisco Calabuig

El escritor de Sedaví envió la novela a la editorial días antes de la riada que afectó de llenó a su vivienda, y que le provocaron días de caos y desesperación, como a tantos miles de afectados. Ha recuperado la energía para explicar esta historia sorprendente en la València franquista de 1966, una de las mejores que ha escrito y que lo consolidan como un literato imprescindible. Un relato ‘marca Torrent’ que cautiva desde la primera a la última página.
¿En qué estado está su casa?
El jueves me llegó todo empaquetado y ahora están montándome la cocina. He tumbado la pared para hacerme una cocina-office para poder trabajar también. Los muebles aún tardarán. Hasta abril no tendré toda la casa completa.
Al mes ya había vuelto a escribir.
Mes y medio. Hace tiempo que vivo arriba, donde tengo la habitación, el lavabo y el despacho donde no puedo entrar porque todo lo de bajo lo tengo ahí.
¿Alguna cosa de la dana que no haya dicho?
No me queda nada por decir.
Veinte días antes de la dana, recibe el Premi de les Lletres Valencianes. Tras la catástrofe dijo que ahora no lo hubiera aceptado.
Vista la gestión… Ojo, si el Botànic hubiera hecho la misma gestión también devolvería el premio. Pero ahora sería hacer demagogia y volver a centrar la atención en mí. Devolverlo es fácil… Por cierto, el diploma se lo llevó la riada.
Pida una copia.
Ni pensarlo. Además, pensaba que me darían alguna esculturilla… Pero un diploma…, es muy franquista.
‘El jo que no mor’ es la novela de la dana.
La envié a la editorial días antes corregida. Luego hay alguna pequeña corrección, pero confié en la editorial porque no tenía la cabeza para la novela. Si hubiera sabido todo el trastorno de la casa, el coche y la nave que tengo con mi hermana a las afueras, hubiera pospuesto la salida de la novela a septiembre.
¿Es su novela más internacional?
Sí, porque Ava Garden le da el toque hollywoodiense. Pero no ha sido buscado, porque salen también los nazis, los soviéticos, los británicos… Quería hacer una novela sobre la identidad. Casi nadie de la novela es lo que aparenta. Me fascina el tema de la identidad, porque tiene mucho que ver con la falsificación, porque hay algunas que son mejores que el cuadro original.
Y vuelve Regino, el protagonista de la novela anterior ‘Memòria de mi mateix’.
También la Valencia de los años sesenta.
Convierte València en la Tánger de los años cuarenta, con espías de los dos bloques, israelitas, franquistas, cabarets.
Sí, un poco el ‘Casablanca’ de Rick, pero en un hotel. Siento fascinación por los hoteles. Si tuviera capacidad económica viviría en un hotel. En una suite, más que nada porque es más amplia. Si alguien quiere hacerme un homenaje que me pague un hotel.
El Metropol ya no es un hotel.
No sé quién me dijo que iban a reabrirlo. El hotel clásico da mucho juego literario. Solo quedan el Reina Victoria y el Inglés, porque el Metropol ha desaparecido y el Astoria ha sido reformado.
Vuelve a intercalar los diálogos, más que en ‘Memòries de mi mateix’.
Esa técnica da fluidez a la novela, porque si no tendría que hacer capítulos aparte de cada personaje. Una novela de muchos personajes y de mucho argumento debe tener mucha fluidez.
Es la segunda con Regino como protagonista.
Lo he hecho retroceder dos años, para dar antecedentes al personaje.
«Tengo una idea de una novela en 1973, porque ese año hice la mili con Milans del Bosch en Capitanía»
¿Habrá más novelas con Regino?
Sí, tengo una idea para ambientar una novela en 1973, porque ese año hice la mili con Milans del Bosch en Capitanía. Me crucé varias veces con él y su perro, un pastor alemán que se llamaba Bruno. En el 73, el Régimen está moribundo, con el atentado a Carrero Blanco, y suficiente argumentación política. El personaje ya tiene antecedentes del 66 y el 68, y sería completar una trilogía del franquismo. Como novelista, los tiempos actuales no me gustan. Para mí no tienen novela.
Me parece memorable la escena entre Ava Gadner y Rosita Amores.
Sí, cuando le explica quién era el Gran Pepote, uno de los primeros monologuistas que hubo.
En aquella València había más de 40 cabarets…
… Se llamaban “cafés cantantes”, me lo explicó Rosita, que siempre acompañada por su madre, para que no se perdiera. Había mucha oferta y poca demanda.
¿Cómo ha sido la documentación?
El Metropol lo conocí cuando salía del ‘catch’, me asomaba, pero no entraba. Si recuerdo que el Metropol era como un emblema de modernidad de la gente bien. Una bibliotecaria me ha ayudado. Ya sé que está todo en internet, pero hay que saber buscar. Luego tengo mucha literatura sobre el KGB y el espionaje. Me gusta mucho la novela buena de espías.
La acción en el hotel de los líos es muy visual.
Sí, como digo, los hoteles son muy literarios.
La última novela siempre es la mejor porque es la última…
Yo necesito distancia. Todavía no la he releído.
¿Una de las mejores?
Me he encontrado muy a gusto. Es la que menos he sufrido, y cuando eso pasa la novela sale bien. Escribiéndola me he sentido un personaje más de ese universo.
Es entrañable el personaje del general.
Me solidarizo con él por las perrerías que le gastan. Es un maestro de la estrategia, como cuando dice que el fascismo es un medio, no una finalidad.
«Cuando sales de una enfermedad grave, tienes que aprovechar el tiempo, sin perderlo en estupideces»
Desconocía su faceta de experto en coñac.
No soy bebedor de coñac, pero recordaba que el Rémy Martin era un coñac muy bueno, en esas botellas góticas. Ahora no se bebe tanto, la gente va más al whisky.
El final no se espera.
Me gustan los finales que sobrepasan al argumento. En este caso, el debate sobre la identidad.
Después de tantos años, ¿qué le queda por escribir?
También me lo pregunto a veces. Confío que los amigos, llegado el momento, me digan retírate, ya está bien. Pero ahora me siento con energía creativa y física, que es lo que requiere la novela.
¿De dónde le viene esa energía, tras una pandemia, un cáncer y una riada en cuatro años?
Lo peor ha sido la dana. En un cáncer el responsable eres tú, las consecuencias son solo tuyas, pero en una dana hay muchísimos afectados que conoces y que sabes que no va a salir de la ruina. Cuando sales de una enfermedad grave, tienes que aprovechar el tiempo, en mi caso con relecturas, las novelas que me quedan y no perder el tiempo en estupideces
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