Crítica de música

Con la emoción en los ojos

TEMPORADA 2024-2025 del Palau de la Música. Programa: Obras de Beethoven (Obertura Egmont). Schumann (Concierto para violonchelo y orquesta) y Brahms (Primera sinfonía). Orquesta Sinfónica de la WDR de Colonia. Solis­ta: Pablo Ferrández (violonchelo). Director: Andrés Orozco Estrada. ­Lu­gar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1.790 espectadores (lleno). Fecha: miércoles, 26 febrero 2025.

Pablo Ferrández y Andrés Orozco Estrada, durante el concierto.

Pablo Ferrández y Andrés Orozco Estrada, durante el concierto. / Live Music Valencia

Justo Romero

Justo Romero

Recobró el jueves el Palau de la Música pasados esplendores con la visita de la Sinfónica de la WDR de Colonia, orquesta que ha recalado con un programa romántico y apasionadamente alemán, con páginas de Beethoven, Schumann y Brahms. Paradójicamente, liderado por el colombiano Andrés Orozco Estrada, quien completa, con los “gustavos” Dudamel y Gimeno, y Pablo Heras Casado, el más internacional póker de batutas en español. Para completar el círculo, el madrileño Pablo Ferrández (1991) se mostró como solista ideal del Concierto para violonchelo de Schumann. A tan significativo contingente aún hay que sumar la presencia de varios instrumentistas españoles entre los atriles de la formación renana, fundada en 1947 y que desde entonces ha sido titularizada por batutas como Dohnányi, Bertini, Vonk, Bichkov o Saraste.

La orquesta colonesa figura entre las mejores formaciones sinfónicas alemanas, justo detrás de los inalcanzables colosos filarmónicos de Berlín, Dresde (Staatskapelle), Múnich (Radio de Baviera) y Leipzig (Gewandhaus). Sus profesores dejaron bien patente calidades y excelencias en una vibrante Primera sinfonía de Brahms, entendida por Orozco Estrada -quien, curiosamente, está a punto de convertirse en titular de la otra gran orquesta de la ciudad: la rival Gürzenich Orchester Köln- con tiempos vivos y pronunciados contrastes. Destacó la empastada calidad de cuerda, corpórea y sedosa, que frasea los grandes episodios brahmsianos con intensidades y pulidas delicadezas. El viento cantó y se explayó con certera expresión. Sobresalientes trompas -bravo el solista en el movimiento final-, flauta, oboe y timbalero, quien, fiel al gesto preciso de la batuta, imprimió pulso y soporte métrico a esta primera sinfonía no banalmente denominada “La Décima” de Beethoven. Nada mejor por ello que comenzar este programa de estructura clásica -Obertura, concierto, sinfonía- con la obertura Egmont del coloso vecino de Bonn. Versión rápida, poderosa y de intenso dramatismo, tocada con excelencia, entrega y plenitud.

En medio, entre obertura y sinfonía, Pablo Ferrández, uno de los grandes solistas españoles -también uno de los violonchelistas actuales de referencia- animó y volcó estilo, tablas, frescura y hechura lírica en su versión perfecta y particular; tan “fascinante y emocionante” como quería y la entendía Clara Schumann. Un Bach congelado, de esos que cortan el aliento, fue la rúbrica fuera de programa que selló su gran actuación. Luego, al final del programa, los renanos y el inspirador maestro colombiano tuvieron el detallazo de tocar como propina otra página de cortar el aliento. “La muy bonita”, anunció Orozco Estrada al público, “Amorosa” de Jesús Guridi, sexta de las Diez melodías vascas del compositor vitoriano. Bonita, además de emocionante. Éxito total y de todos. Y todos contentos y felices a casa. Alguna, alguno, aún con la emoción en los ojos. No era para menos.

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