El talento creciente de Luna Valle
Con 22 años, canta con una voz aguda, tremenda, fascinante, maleable, mutante.

Luna Valle / Levante-EMV

A la salida del concierto que Luna Valle ofreció en Loco Club hace unos días alguien le dijo a su abuela que iba a publicar este artículo. La señora, una octogenaria con clase y buena planta que se mueve apoyada en un bastón y raramente se pierde una actuación de su nieta, me soltó “cualquier cosa buena que escriba de ella será muy de agradecer”. Cuando las risas generalizadas se apagaron y me volví a casa no pude dejar de preguntarme qué tiparraco insensible con el alma podrida y las entrañas anegadas por el veneno podría contar algo malo de la chica.
Luna tiene 22 años y es una cantautora de corte contemporáneo. Debutó en 2020 de la mano de Jorge Pérez, Tórtel, con “Algunos de nosotros”. Compone canciones en su habitación y las canta con una voz aguda, tremenda, fascinante, maleable, mutante. Susurros, lamentos, inflexiones, gritos. Su laringe modula melodías consistentes desde ángulos ultra expresivos. Emite palabras que se clavan en el envés de los párpados con una claridad inaudita, como una fotografía. Como una lomografía, porque su lente tinta y moldea cualquier tipo de emoción, por común que sea. Y con todo lo personal que es, muchas de las cien personas que se congregaron para verla actuar musitaban las letras de sus coplas porque conectaban plenamente con ellas. Luna Valle goza de ese extraño don que es insuflar vida a una canción.
En su última publicación, “Espinas”, solamente hay sitio para su voz y el piano de Carola Hinojosa. Suficiente. Ha ido destilando un proyecto musical que comenzó con atmósferas electrónicas, bases más o menos pop, percusiones ligeras y ritmos actuales. El año pasado publicó “Prueba de fuego” con Carola y Agus Lado a la guitarra. Melodías proyectadas por su voz sugerente, arpegios que las colorean, teclas ambientales y carisma folk. Ahora tira de pureza sonora, crudeza lírica, crecimiento personal y cierta intensidad dramática. Sobre el escenario vierte mucha emoción desnuda pero como sin pretenderlo. Un tipo mayor, como yo, diría que se sobreexpone, pero es que ella es así por mucho que tú la mires cantar como el que mira a un funambulista allá arriba sobre la cuerda floja.
Esfuerzos y energías
Son cosas que tiene que contar, por eso hace música. Pero no únicamente. También invierte esfuerzos y energías junto a Mireia Ribes en un fanzine que explica la labor de Okuparte, una asociación cultural dedicada a la invasión de espacios imprevisibles con arte joven y emergente: expos de fotos, pintura y performances. Además, el 26 de septiembre estrenará en Artea Espai una obra de teatro titulada “He besado pocas bocas”, fruto de una residencia artística procurada por el Ayuntamiento de València. La dirige Candela Herrero, poetisa y actriz que, junto a Aitana Romero, estuvo declamando versos sobre el tablado del Loco mientras la cantante cogía aire entre canción y canción. Dos rapsodas estupendas que, como Luna, no rehúyen ningún tema. Fue una noche con sitio para la amargura, la duda, el amor, el despecho, el sexo, las dudas, la angustia post adolescente, el riesgo de vivir, el miedo al fracaso, la ilusión y el desengaño. Un espectáculo vitalista, minimalista y fresco. Una manera de mirar el mundo que me dejó maravillado.
Me cuenta que tiene una decena de canciones con las que ensamblar un elepé, pero que tendrá que esperar hasta que esté convencida de cómo hacerlo, qué sonido darle y en qué formato publicarlo. No tiene prisa pero está excitada por las posibilidades que le ofrece una reformulación del asunto, el qué, el dónde, el con quién.
Su proyecto artístico está en constante cambio y evolución y reconoce que la actuación en Loco Club fue un punto y aparte. “Me sentía más ligera que en otras ocasiones, más feliz y desinhibida que pendiente de lo que cantaba, con cierta distancia emocional y en buena conexión con los asistentes y conmigo misma. Escribo canciones para comunicarme, para exagerar, elucubrar, imaginar y fantasear. Las emociones siempre están ahí, pero últimamente he abierto el campo y me he propuesto hablar de otras cosas, de lo que le ocurre a la Luna de hoy en día, de lo que quiero. Me siento muy lejos de cuando empecé mi aventura musical en cuanto a mensaje, actitud y sonido”, explica. Luna comenzó con 17 años y ahora tiene 22. Su enorme talento está en continuo crecimiento y perfeccionamiento y nosotros vamos a tener el privilegio de presenciar el proceso.
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