Opinión
ARCO 2025: la contemporaneidad secuestrada
La selección de galerías no responde a criterios artísticos, sino a una economía de exclusión donde la presencia o ausencia de ciertos nombres determina su posición en el ecosistema artístico

Preparativos de una galería para la feria ARCO. / Eduardo Parra/EP
Hoy comienza una nueva edición de ARCO Madrid, la feria de arte contemporáneo que, lejos de funcionar como un dispositivo crítico, se ha consolidado como una escenografía mercantil donde las prácticas artísticas quedan subordinadas a la lógica del capital y la reafirmación de estatus.
Como he señalado en otras ocasiones, resulta cada vez más difícil sostener la asociación entre este tipo de eventos y la idea de contemporaneidad.
Más que ofrecer una cartografía de las dinámicas estéticas y conceptuales que definen nuestro tiempo, ARCO perpetúa una estructura jerárquica basada en la legitimación institucional y la creación de valor económico. La selección de galerías no responde a criterios artísticos, sino a una economía de exclusión donde la presencia o ausencia de ciertos nombres determina su posición en el ecosistema artístico. Si no estás en ARCO, no existes, o existes en un territorio de marginalidad.
En un contexto de aceleración tecnológica sin precedentes, resulta anacrónico seguir anclando la idea de arte contemporáneo en la producción de objetos únicos, destinados a satisfacer la pulsión acumulativa del coleccionismo privado. La pintura, en este marco, actúa como la mercancía perfecta: portable, singular, especulativa. Mientras tanto, las prácticas que exploran los nuevos paradigmas de lo digital, lo performativo o lo colaborativo quedan relegadas o instrumentalizadas como exotismos.
El sistema del arte ha abandonado su función de producir imaginarios críticos para convertirse en una maquinaria de exclusión. Lo que se exhibe no es tanto la creación contemporánea sino la escenificación de un lujo excéntrico que distancia al arte de lo cotidiano. Los medios de comunicación, con frecuencia sostenidos por profesionales sin formación específica, alimentan este simulacro, difundiendo imágenes de lo estrambótico como sinónimo de vanguardia.
Es urgente desmantelar este sistema clientelar. La tecnología ha abierto vías para la desintermediación y la autoorganización, pero el sistema se resiste a perder sus privilegios. Su supervivencia depende de sostener la ilusión de que no hay alternativa. Pero se equivocan, la transformación no solo es posible, sino inevitable. El modelo está en crisis, aunque sus beneficiarios insistan en ocultarlo. El tiempo se acaba. Y es precisamente ahí, en esa grieta, donde la posibilidad de un arte emancipado empieza a abrirse paso.
- La plaza de Toros y Renfe responden al ayuntamiento por el colapso en la mascletà
- Dieta del agua: Cómo adelgazar varios kilos a la semana y no pasar hambre
- Familiar de una víctima de la residencia de Paiporta: “No siguieron los protocolos, estaban cenando en la planta baja”
- Cristina Aristoy (Singularu): 'Lo que Zara ha hecho con la ropa, nosotros queremos hacerlo con las joyas
- Saqueo' a las flores de la ofrenda a la Virgen
- Caen losetas de piedra de un balcón sobre una terraza de hostelería de primera línea de Xàbia
- Buscan a un hombre tras apuñalar a su novia en Paiporta
- Mazón deja sin gastar 300 de los 700 millones autorizados por el Gobierno para la dana en 2024