Entrevista | Teresa Cháfer Artista

«Los artistas tenemos la obligación moral y ética de poner voz a lo que sucede»

La obra de la escultora valenciana se ha expuesto en el IVAM, el Centre del Carme, Italia, Portugal o Marruecos.

Ahora el MuVIM exhibe «Bressols d’aigua de pluja», una muestra que reflexiona sobre la reconstrucción.

Algunas de las obras que forman parte de la muestra de Cháfer en el MuVIM.

Algunas de las obras que forman parte de la muestra de Cháfer en el MuVIM. / L-EMV

Begoña Jorques

Begoña Jorques

València

¿Cómo es «Bressols d’aigua de pluja: entre el record i la nostàlgia», la exposición que tiene actualmente en el MuVIM?

Ha sido como una sacudida porque mientras la estoy preparando, sucede la dana. Hay un momento en el que me la replanteo y hasta pensé en llenar la sala de cañas. Creo que los artistas tenemos la obligación moral y ética de poner voz a las cosas que suceden, sobre todo cosas como esta. Yo trabajo desde siempre con la naturaleza, utilizándola como metáfora de la mujer, pero también de qué forma no cuidamos la naturaleza, es el juego entre lo ficticio, lo artificioso, lo natural. La exposición estaba aprobada desde hacía dos años y el título hacía alusión a los comienzos y, de pronto, pasa la dana y el título -que en ese momento hablaba sobre mí, sobre cómo reconstruirme yo como mujer- cambia de significado. La exposición comienza con una pieza que es una raíz que el 30 de octubre saco de la playa de Tavernes de la Valldigna. Al lado hay un pequeño nido de hierro con la palabra ‘natura’ soldada y en el centro un pequeño corazón de tela de sábana con un árbol de hilo de plata que crece, que habla sobre el reconstruirmos, el renacer, el ave fénix. Hay que salir de esto como sea. Es un grito de llamamiento al pueblo valenciano.

La exposición muestra su taller. ¿Es su santuario?

Efectivamente. El taller es el lugar donde yo me construyo a mí misma, es donde sucede la alquimia de la cocina del arte, donde tú estás transformando la materia, pero que en el fondo lo que estás es transformándote a ti misma. Utilizas la materia como lugar de transformación y acabas transformándote a ti. En la exposición hay unos botes de cristal que contienen los objetos de mi memoria: los botones de mi tía, las tijeras de mi abuela y de mi suegro; piedras que he ido coleccionando, incluso del muro de Berlín. Son piedras que van reconstruyendo tu memoria, aquellos pequeños pedazos de realidad que te llevas a casa porque parece que te estás llevando el recuerdo para siempre. Esos pequeños botes están tapados con plomo, que es un elemento muy protector. 

¿Las obras se terminan, se autoterminan o es el artista el que las da por finalizadas, aunque realmente puedan tener un recorrido mucho más largo?

Eso me pasa siempre, siempre tengo una relectura, mi vida siempre es un zig-zag. De delante a atrás y viceversa. Yo construyo nidos, como los pájaros: con las cosas que se encuentran, con lo que te da la gente, con los recuerdos que te llevas. Lo que hago es construir, como construimos nuestra memoria, que es con pequeños fragmentos, que intentamos darle orden. Y utilizo cada vez el lenguaje que creo que mejor va a reflejar aquello que necesito contar.

Detalle de las creaciones de Cháfer para la exposición.

Detalle de las creaciones de Cháfer para la exposición. / L-EMV

La exposición reivindica lo artesanal, sobre todo ahora que no se habla de otra cosa que no sea inteligencia artificial.

Esas líneas entre el artesano y el artista cada vez las veo más diluidas. Creo que todos somos lo mismo. Los artistas somos artesanos y los artesanos son artistas. Esta es una exposición muy del material, muy de trabajar con él, trabajar con objetos encontrados, construirlos. 

Trabaja disciplinas diversas, pintura, fotografía, pero fundamentalmente hace escultura. ¿Qué tiene la escultura que no tengan las demás? 

Yo empecé empecé Bellas Artes porque mi madre pintaba y yo de pequeña he ‘mamado’ el arte desde siempre. Y entré en la Facultad de Bellas Artes para ser pintora. Como todos o casi el 99 % de los alumnos que se matriculan en Bellas Artes. Pero en primero tuve a dos profesores, Nassio Bayarri y Ramón de Soto, que me abrieron los ojos al mundo de la materia. Y me enamoré. Aquello fue amor a primera vista. Y ese amor a primera vista me ha llevado a donde estoy ahora. Y, aunque, me reconozco como escultora pero siempre he trabajado multidisciplinarmente. 

En escultura hay que cultivar la paciencia, por los ritmos de la materia. En estos tiempos parece complicado.

El trabajo de los escultores, que trabajamos con la materia, se contradice con este mundo que va a una velocidad vertiginosa.

Tiene obra en museos nacionales e internacionales. ¿Ha cambiado el modelo de museo? ¿Ya no es ese espacio sacrosanto donde hay cordones de terciopelo que el público no puede atravesar? Incluso en su muestra del MuVIM hay obra que se puede tocar.

Eso ha cambiado muchísimo pero ya hace años. Mira, por ejemplo, solo el nombre del IVAM, que es Institut Valencià d’Art Modern. Un instituto es un lugar donde suceden los grandes aprendizajes y es importantísimo toda la labor que se está haciendo en los museos, que llevan a cabo talleres con los artistas, el trabajo que hacen con el público, con los niños, que son la mejor semilla que se puede dejar. Los museos tienen las puertas abiertas de par en par.

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