El lado más social de la danza
Cuatro proyectos ejemplifican en València cómo mover el cuerpo puede contribuir a la inclusión, el autocuidado, la expresión o la terapia, en proyectos dirigidos a personas con discapacidad, enfermas o migrantes

Un momento en escena del proyecto «L’esplai Oscil·lant», impulsado por Isabela Alfaro. / Levante-EMV
Conocidos son los numerosos beneficios de la danza a cualquier edad, con cualquier condición física y en cualquier momento. Ayuda al cuerpo a expresarse, y a la mente, a desconectar y desarrollar su creatividad.
Con todo esto, coinciden en València diferentes iniciativas, tanto públicas como privadas, que desarrollan el lado más social de la danza, dirigiéndose, además, a colectivos en situación de vulnerabilidad, personas con discapacidad o escolares.
Son Dansa València; la Fundación Hortensia Herrero con Ballet Vale+; Espai LaGranja y el proyecto Saludarte; así como Compañía Producciones Bucles y Frágiles Danza con «L’Esplai Oscil·lant».
Dansa València —del Institut Valencià de Cultura (IVC)— ha organizado talleres diseñados para usuarios invidentes o con discapacidad visual de la ONCE; y otros para personas vinculadas a Valencia Acoge y a otras asociaciones de carácter sociocultural del barrio de Orriols.
La coreógrafa ilicitana Paula Serrano es la responsable del taller de danza contemporánea «Cuerpo imprevisto», dirigido a usuarios invidentes o con discapacidad visual de la ONCE y empieza hoy, en la Sala 7, con otras dos sesiones los días 28 de marzo y 1 de abril. De esta manera, el festival pretende «fomentar la inclusión y la expresión artística» y, en este casp, «desde una perspectiva sensorial y no visual» y donde el cuerpo «tomará protagonismo más allá de la mirada».
Serrano ya tiene experiencia en este campo tras la creación a ciegas de las obras «ADQTLS» y «TSLQEP», a raíz de las cuales empezó a investigar. En este caso, es clave «la escucha corporal, la percepción del espacio y la interacción con el resto de las personas participantes», además de «el tacto, el sonido y la intuición» para guiar los movimientos.
Por otro lado, los usuarios de Valencia Acoge participarán en «Moverse, bailar, viajar», junto a la coreógrafa argentina Julia Zac, y se centrará en «descubrir nuevas formas de habitar el cuerpo a través de prácticas guiadas y dinámicas de improvisación». Zac apuesta, sobre todo, por «técnicas menos institucionalizadas» y por hacer que la danza sea una herramienta «participativa».Ambas iniciativas forman parte de las actividades paralelas que organiza Dansa València y, según , María José Mora, la directora, «buscan demostrar que los lenguajes del movimiento son accesibles para todas y todos».
Proyecto Saludarte
Por otro lado, pero también dependiente del IVC, Espai LaGranja retomó en febrero el ciclo de talleres de danza como terapia ante enfermedades crónicas. El "Proyecto Saludarte" de la creadora valenciana Juana Varela, pedagoga y bailarina, une arte, salud y cultura y va dirigido a personas afectadas por alguna enfermedad física crónica. Así, busca mejorar la calidad de vida de ellas y sus familiares, incluyendo como parte del proceso a la figura del cuidador.
Por eso, el objetivo de los talleres es ofrecer un espacio donde poder expresar «qué significa estar enfermo en una sociedad competitiva en la que la salud parece crear algunas diferencias», siendo las performance una manera de expresión, también de las personas cuidadoras, que están invitadas a participar, a modo de autocuidado.

Proyecto "Saludarte". / Levante-EMV
Esta actividad forma parte de la línea de programación de Espai LaGranja, que tiene como objetivo fundamental utilizar la danza contemporánea como una herramienta que potencia la inclusión y el respeto de las diversidades, y que también incluye otros proyectos como «LaGranja Oberta», danza para personas mayores; «Tradición y ritual», de danzas folclóricas; y «A quelar!», con la comunidad gitana de Burjassot, entre otros. Todo con la voluntad de «hacer comunidad a través del baile», como apunta Guillermo Arazo, coordinador del centro de creación.
Ballet para los más pequeños
Entre las iniciativas ya consolidadas está el proyecto Ballet Vale+ con la Escuela de Danza Esther Mortes y la Fundación Hortensia Herrero. En este caso, los bailarines son pequeños con parálisis cerebral, que usan la técnica del ballet clásico como terapia física y social.

Ballet+. / Levante-EMV
Según detalla la fundación, la colaboración tiene tres objetivos: dotar de recursos a las docentes de la escuela para seguir formándose e investigando; cubrir las necesidades de material; y, promover el estudio científico de los beneficios de danza en niños con parálisis cerebral.
Dansa al pati
Como último ejemplo, está «L’Esplai Oscil·lant» de la Compañía Producciones Bucles y Frágiles Danza que este año ha culminado un proyecto con cuatro centros educativos —CEIP Tomás de Villarroya, IVAF-Luis Fortich, Miquel Adlert i Noguerol y el CEE El Molí— con estudiantes con y sin discapacidad. Por eso, además de ser intercentros —entre ordinarios y de Educación Especial—, su principal objetivo era «eliminar barreras y estereotipos».
Inspirado en los patios y las esculturas de Alexander Calder, el alumnado —sobre todo de Primaria—, ideó su coreografía y la representó con éxito en Rambleta. El proyecto es una iniciativa de Isabela Alfaro y contó con la participación del bailarín y coreógrafo Toni Aparisi. Cuatro ejemplos de que la danza no tiene límites.
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