Crítica|Música
Michael Volle, cuando ‘Wagner’ canta a Schubert y Liszt

Michael Volle, en Les Arts. / Miguel Lorenzo

‘Ciclo Les Arts és Lied’
Michael Volle (barítono). Helmut Deutsch (piano). Programa: Lieder de Schubert y Liszt. Lugar: Palau de les Arts (Sala Principal). Entrada: Alrededor de 500 personas. Fecha: domingo, 23 marzo de 2025
Entre los grandes cantantes del repertorio en alemán, el barítono Michael Volle (Freudenstadt, Baden-Wurtemberg 1960) hace tiempo que ocupa espacio en el trono de los mejores. El domingo ha debutado en el Palau de Les Arts, en el escaparate de excelencia que es el ciclo «Les Arts és Lied». Y lo ha hecho con un programa solo aptos curtidos melómanos, pleno de enjundia vocal y literarias. Músicas de Schubert y Liszt, con textos, entre otros, de Metastasio, Schiller y Petrarca. Para redondear tanta maravilla, el piano coprotagonista (en modo alguno «acompañante») de un maestro de maestros como el veterano Helmut Deutsch (Viena, 1945), una leyenda del piano liederístico, que ya había debutado en Les Arts en enero 2005, cuando se presentó en un recital junto con la soprano valenciana Ofelia Sala.
Consolidado como una de las mejores voces wagnerianas de nuestro tiempo, Michael Volle ha marcado referencia con roles tan carismáticos como Hans Sachs, Beckmesser, Amfortas y el Holandés en la Colina Sagrada, por no hablar del papel de Wotan, al que ha dado vida en los mejores escenarios. Pero el mundo recogido y directo del recital es otra historia. Y más aún cuando se dispone de un torrente vocal tan caudaloso y poderoso como el suyo. «De amplio espectro, rica en matices y tonos oscuros», como bien apuntan las líneas incluidas en el solo virtual programa de mano.
Abordar desde semejantes medios vocales un recital polarizado en Lieder de Schubert y Liszt supone un riesgo añadido, al requerir un esfuerzo expresivo añadido para replegar y encauzar esa generosidad vocal al universo íntimo y directo de la canción de concierto. Con el cómplice ideal del piano veterano y palpitante de Deutsch, Volle ajustó su vocalidad wagneriana, generosa y resonante, a la de los Lieder de Liszt de la segunda parte del programa, que recreó y matizó con intencionada expresión y evidente sentido romántico, pero faltó vuelo y fantasía (también italianità, y no solo vocal, en los Tres sonetos de Petrarca), por mucho que entonara y contara con propósito e intención narrativa el Lied que cerró el ciclo, Los tres gitanos.
Antes, en la primera parte, dos obras schubertianas tan particulares y extremas como el temprano y extenso El buceador -compuesto en 1797, sobre el poema homónimo de Schiller, y acaso el Lieder más extenso de Schubert-, y los tardíos Tres cantos sobre Metastasio, de 1827, en los que el influjo de Salieri es tan palmario como el de la ópera italiana. Si en El buceador (Der Taucher) Volle hizo valer su alcurnia vocal y artística, con una versión contundente y de aristas wagnerianas (parecía que quien cantaba era Hans Sachs), en los Cantos sobre Metastasio faltó la sutileza extrema tan propia del Schubert de plenitud y que tan manifiesta era en el teclado de Deutsch. El éxito, claro, fue enorme, aunque no de público: el cansancio de las Fallas y la buena tarde que había salido se aliaron con la naturaleza exclusiva del programa. Lástima, porque, con sus más más que menos, fue una nueva maravillosa velada liederística.
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