Crítica|Música

“¡Muy bien!” Bueno x tres

Leticia Moreno.

Leticia Moreno. / Levante-EMV

Justo Romero

Justo Romero

València

TEMPORADA 2024-25 del Palau de la Música. Ciclo de Cámara. Programa: Obras de Bach, Villa-Lobos, y Piazzolla. Leticia Moreno (violín), Claudio Constantini (bandoneón), Edicson Ruiz (contrabajo), Matan Porat (piano). Palau de la Música (Sala Rodrigo). Entrada: Alrededor de 400 espectadores (prácticamente lleno). Fecha: jueves, 28 de marzo de 2025.

Bueno x tres: buena música, buenos intérpretes y buen público. Así que no es difícil imaginar lo grata que ha resultado la nueva actuación de la veterana violinista madrileña Leticia Moreno (1985) en el Palau de la Música, en esta ocasión en el hilvanado ciclo de cámara que se desarrolla al cobijo de la para estos menesteres estupenda acústica de la Sala Rodrigo. Moreno, que destila tablas y arrojo en el escenario, ha llegado esta vez sobresalientemente acompañada por tres músicos tan de primera como el contrabajista venezolano Edicson Ruiz, el bandoneonista peruano Claudio Constantini y el pianista israelí Mantan Porat. Con semejantes mimbres, y las músicas de Bach, Villa-Lobos y Piazzolla como reclamo, el resultado no podía ser otro que “muy bueno”.

“¡Muy bien!” fue lo que, casi a voz en grito, exclamó escandalosamente un encandiladito espectador tras concluir Leticia su peculiar y cartesiana -casi hierática- visión de la Chacona de Bach. El público, que abarrotó prácticamente la Sala Rodrigo, iba con ganas de disfrutar. Y lo hizo y manifestó a raudales, sobre todo con lo que a todas luces fue lo mejor de la velada: Las cuatro estaciones porteñas, del argentino Astor Piazzolla, que alcanzó lo sobresaliente en el virtuosismo, talento y expresión de sus cuatro multinacionales protagonistas. Algunos detalles feos o poco estéticos -eso de tirar las partituras por el suelo no queda nada bien: casi tan mal como dejar el violín en el mismísimo suelo; o tocar el bandoneón con la suela del zapato apoyada en el mismísimo tapizado del taburete del piano, que da grima- no lograron enturbiar las excelencias del concierto, aunque sí irritar la armonía escénica del espectáculo.

El prodigio de la Quinta bachiana brasileira de Villa-Lobos pierde la magia original de la voz en la versión cantada por el violín, por mucho que sus intérpretes sean del calibre Moreno & Cía. El violín nunca será Victoria de los Ángeles. Tampoco la Cuarta sonata para violín y clave de Bach funciona con el acompañamiento mutado al bandoneón. Falta contraste y relieves, pese al colegiado hacer y entendimiento de Moreno y Constantini. Al final, el respetable se sumó definitivamente al encendido “¡Muy bien!” del “encandiladito” espectador. Un unánime “muy bien” sentido pero no gritado despertó la maravilla del Oblivion de Piazzolla que ofrecieron como regalo, y que supuso guinda definitiva al concierto valenciano de estos cuatro avenidos magníficos llegados de otros tantos países a la “City of the Music”.

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