El fenómeno Hoke, de Picanya a Tres Creus hasta revolucionar el rap español
Apenas conocido por el gran público, este músico sin discográfica y alérgico a los medios y las redes sociales ha abarrotado los recintos de conciertos de una gira que termina este sábado en la Plaza de Toros de València

València. VLC. Carteles del rapero Hoke en la plaza de toros de València / Germán Caballero

Desde hace unos días cuelgan tres grandes lonas de la fachada de la Plaza de Toros de València. La silueta que aparece en ellas no es la de un torero sino la de Hoke, un un músico nacido en Picanya en 1996 que desde que en 2019 lanzó "Throw Up" hasta la publicación el pasado diciembre de “Tres creus”, su segundo álbum, le ha dado un vuelco a la escena del hip-hop nacional.
Hoke suma en las plataformas cientos de miles de escuchas de sus canciones y llena prácticamente cada espacio en el que actúa. El último, el Palacio de Vistalegre en Madrid, y antes la Razzmatazz de Barcelona. “Te lo dije, vendiendo tickets desde la Matisse”, canta en “Dálmata”, una de sus nuevas canciones. Para el concierto del próximo sábado con el que termina la gira en el coso de la calle Xàtiva ya no hay billetes de pista y solo quedan unos pocos en las gradas y las nayas.

Hoke / L-EMV
Por encima del radar
“Dejo en visto al fisco y a las entrevistas”, se enorgullecía Hoke en uno de los temas de BBO, su anterior disco, producido con el también valenciano Louis Amoeba. “Y como no les doy entrevistas, hacen reportajes”, canta en Tres Creus y aquí tienen la prueba. Martí Delhom Latorre (su verdadero nombre) ha conectado con una generación que se mueve por encima del radar de las tendencias, sin promoción ni discográficas detrás, sin managers y sin (efectivamente) declaraciones a la prensa.
Alumno del IES de Picanya y estudiante hasta 2019 de Diseño Gráfico en la Universitat Politécnica de València, se podría hablar de Hoke como de una especie de enigma musical si no fuera porque en la Plaza de Toros de València caben unas 10.000 personas que el próximo sábado le escucharán y le podrán ver la cara con cierta facilidad tras sus gafas de sol o bajo la capucha del North Face. En todo caso, sí podríamos decir que se ha convertido en algo parecido a un artista de culto, un rapero para iniciados que ya son muchos miles.
Cuando BBO apareció en 2022 ya venía precedido de una expectación que Hoke satisfizo con creces. Fue un disco hasta cierto punto sorprendente por bien trabajado, pulido, mimado, sencillo, solido, clásico, generacional y, a la vez, totalmente particular. En él, Hoke y Amoeba adoptaron la estética de los Juegos Olímpicos para llenar de metáforas deportivas sus letras sobre el barrio, la calle, el grafiti, la policía y la marihuana: "Olimpiadas en el barrio, cogiendo cardio; esquivando al comisario, de Patraix al estadio", cantaba en “Five 0”.
Les Tres Creus y las Tres Cruces
La gira que acompañó la publicación de BBO consolidó a Hoke como referente del hip-hop español. Un éxito (“Me compré una casa y veo los aviones que llegan / Con vistas desde el mar hasta el monte y del norte a Cullera”) cuyas consecuencias parecen adivinarse en las letras y la estética de “Tres Creus”, aunque eso es algo que debemos imaginar porque tampoco su autor ha dado explicaciones al respecto.
Por ahí dicen que además de la referencia geográfica al barrio valenciano (“Esquivando las luces de Tres Cruces hasta La Fonteta”), las tres cruces del título podrían evocar conceptos como sacrificio, resistencia y renacimiento relacionados con su fulgurante trayectoria o incluso representar los pecados y penitencias a las que se enfrenta dentro de una industria musical que el músico valenciano parece no tener demasiado en cuenta. A saber.

Hoke, durante uno de sus primeros conciertos en Alicante, dentro del Rocanrola Festival. / L-EMV
València en las canciones
Pero lo cierto es que “Tres creus” es un disco más oscuro -alguno dirá también que más maduro- que su predecesor. Ya sin Amoeba a su lado (lo ha cambiado por una notable lista de productores como Steve Lean, Mark Luva, Allan Parrish, A.Dense o Lex Luthorz) en apenas 23 intensos minutos un Hoke a veces más enérgico y casi siempre más contenido e incluso susurrante canta sobre el éxito, la felicidad, el desficio, el fumar, la paranoia, el aburrimiento y la depresión.
Todo eso casi sin solución de continuidad y de nuevo con el escenario de la València de Patraix, el Cedro, la Fuensanta, la Fonteta y Tres Creus, de la estación Sorolla, el aeropuerto de Manises o ese puerto por el que entra la nieve (“Todo el mundo sabe como e' la esencia, pero ninguno quien lo mueve”). En pocos discos ha aparecido esta ciudad tan viva como en “Tres creus”.
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