LIBROS
Javier Paniagua desenreda el peronismo desde este lado del Atlántico
El exdiputado y profesor valenciano Javier Paniagua repasa la historia del movimiento político más relevante de la Argentina desde la independencia, en el que han cabido históricamente desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, para que hasta los europeos puedan comprender su enrevesada naturaleza

Juan Domingo Perón, al frente y segundo por la izda., flanqueado por (de izda. a dcha.) su ministro del Interior, Benito Llambí; el de Bienestar Social (y líder de la Triple A) José López Rega y Raúl Lastiri, presidente de Argentina durante unos meses, justo antes el tercer mandato de Perón en 1973. / ARCHIVO
Eduardo Bravo
El peronismo es uno de los movimientos políticos más fascinantes de la historia contemporánea. Surgido en Argentina en la década de los 40 del siglo pasado, lejos de haber perdido relevancia e intensidad con la desaparición en 1974 de su líder, Juan Domingo Perón, en pleno siglo XXI sigue siendo clave en la política del país sudamericano.
A pesar de su importancia y longevidad, el peronismo es un fenómeno difícilmente exportable fuera de la Argentina que, además, resulta un arcano indescifrable para muchos europeos por su combinación de verticalismo, personalismo, populismo y la confluencia en un mismo espacio político de tendencias muy diferentes. Si bien Perón resumió en una de sus '20 verdades' que "para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista", lo que se le olvidó aclarar al general es que tan peronista era él mismo, como su segunda esposa, Eva Perón, o escritores de la talla de Aurora Venturini y Leopoldo Marechal, actrices como Isabel Sarli, personajes infames como el terrorista de estado de ultraderecha José López Rega, políticos de la talla de John William Cooke, la 'juventud maravillosa' de la JP, la extrema izquierda de Montoneros, el ambicioso sindicalista Augusto Timoteo Vandor, el siempre leal Héctor Cámpora o María Estela Martínez de Perón, 'Isabelita', tercera mujer del general y presidenta de la República tras el fallecimiento de su esposo, con el que había concurrido a las elecciones de 1973 con la fórmula Perón-Perón.

Desde la izda., Eva y Juan Domingo Perón con el militar y político Domingo Alfredo Mercante tras la primera victoria del peronismo en 1946. / ARCHIVO
Para aportar un poco de luz a semejante zafarrancho, el profesor y exdiputado Javier Paniagua acaba de publicar El peronismo explicado a los europeos (Cátedra, 2025), una ambiciosa tarea para la que Paniagua ha recurrido a más de 6.000 referencias entre libros y artículos, de las cuales ha consultado y leído alrededor de 700, a través de las cuales reconstruye el relato de lo sucedido en la historia de Argentina, desde la configuración del peronismo hasta el mileísmo. Si bien cada lector es un mundo, si después de esto el peronismo sigue sin entenderse en Europa, no será porque no está bien explicado.

Javier Paniagua. / Fernando Bustamante
"En mis estudios sobre el pensamiento anarquista, centrado en su influencia en España, me topé con anarquistas españoles exiliados en Argentina que intervinieron en las diatribas que se produjeron en torno al anarcosindicalismo. Uno de ellos, Diego Abad de Santillán, regresó durante la II República, al finalizar la guerra volvió a exiliarse en Argentina y regresó a España tras la muerte de Franco. Fue él quien me introdujo en el mundo de la política y el sindicalismo argentino", recuerda Javier Paniagua que, posteriormente, se interesó por la dinámica política del país y, especialmente, por la anomalía que suponía que un político como Perón "mantuviera una base social y sindical pese a sus 17 años y medio de exilio, trece de ellos en España".
El gran día peronista
Después de que, en 1943, Juan Domingo Perón y un grupo de militares se levantara en armas contra el gobierno de Ramón Antonio Castillo, el futuro líder asumió el ministerio de Trabajo y previsión, una humilde y aparentemente anodina cartera por medio de la cual mejoró las condiciones de los trabajadores argentinos, que comenzaron a mostrar hacia él tanto respeto como admiración. De esta forma, cuando en octubre de 1945 sus compañeros en el gobierno militar decidieron confinarlo en la Isla de Martín García a raíz de una serie de complots internos, cientos de miles de trabajadores y trabajadoras argentinas marcharon hasta Plaza de Mayo, procedentes de diferentes puntos del Gran Buenos Aires, para exigir la liberación de Perón. Era el 17 de octubre que, desde entonces, fue considerado El día de la Lealtad, el instante fundacional del movimiento. El gran día peronista.

Eva Perón, con Franco en Las Ventas en 1947. / EFE
"El peronismo es un fenómeno principalmente argentino porque, aunque tuvo algunas influencias en Latinoamérica, su actividad se centró allí", explica Javier Paniagua, quien califica el movimiento como un fenómeno "calidoscópico que resulta difícil de entender en Europa porque, aunque se compilan en él elementos autoritarios, populistas, liberales, socialdemócratas, fascistas, etcétera, sin embargo accedió a la presidencia por unas elecciones libres en 1946, 1951 y 1973. Algunos, incluso, lo han calificado de 'franquismo de izquierdas', teniendo en cuenta que ciertos falangistas disidentes del franquismo lo consideraron como un modelo a seguir".
Después de ganar las elecciones de 1946 y las de 1951 por holgada mayoría, Juan Domingo Perón fue derrocado en 1955 por un grupo de militares que, en su afán por acabar con el líder político, no dudaron en bombardear Plaza de Mayo a plena luz del día, asesinando a más de trescientas personas y provocando alrededor de ochocientos heridos. Ante semejante escenario, Perón optó por abandonar el poder y exiliarse del país. No obstante, lejos de debilitar el movimiento, la proscripción del peronismo decretada por la autodenominada Revolución Libertadora—que llegaba al extremo de prohibir que se pronunciaran los nombres de Perón y Evita—, no hizo más que reforzar el vínculo de las masas con el líder. Tanto es así que, andando el tiempo, muchos de los hijos de aquellos que apoyaron el golpe de Estado, se volvieron simpatizantes del General y reclamaron su regreso a la patria con lemas como "Luche y vuelve".

Inmediaciones de la Plaza de Mayo cuando fue bombardeada en 1955. / Wikipedia
"El elemento unificador de todas las tendencias políticas y sindicales que se concentran en el Peronismo es el propio Perón. Su carisma es el determinante del movimiento peronista, que va adaptándose a todas las coyunturas. Después de perder el poder ante la Revolución Libertadora, en septiembre de 1955, por ejemplo, pasará por distintos periodos en que los sindicatos y el Partido Justicialista [su partido] afrontarán una resistencia ante la presión del Ejército y del antiperonismo radical que pretendía abolir cualquier resto de peronismo. Sin embargo, Perón maniobró para que el Movimiento no se escapara de su control y sofocó cualquier tendencia sindical que pretendiera un peronismo sin Perón. De esta forma, el peronismo tuvo un apoyo casi permanente de la clase obrera argentina a través de los sindicatos de la CGT, gracias a sus políticas sociales, que pueden ser asimiladas a las que extendieron la socialdemocracia y la democracia cristiana en Europa", detalla Paniagua, que destaca cómo, después de casi dos décadas fuera del país, cuando Perón concurrió a una tercera presidencia, obtuvo más del 60% de los votos. Un resultado que hacía realidad uno de sus famosos aforismos: "No es que nosotros hayamos sido buenos, sino que los que vinieron después fueron peores".
El peronismo sin Perón
A pesar de esta contundente victoria electoral, la tercera presidencia de Perón fue breve. Si bien su esposa, y hasta entonces vicepresidenta, asumió como máximo representante de la República, el vacío en el liderazgo hizo que el enfrentamiento entre la tendencia revolucionaria y la ultraderecha peronista de José López Rega, vinculado al grupo parapolicial la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), se tornara más virulento. Esta convulsa situación, sumada a una crisis económica galopante, animó a un grupo de militares de las tres armas a tomar el poder por la fuerza el 24 de marzo de 1976. Desde ese día, el peronismo no solo volvió a estar proscrito, sino que sus militantes y simpatizantes fueron perseguidos, asesinados, torturados y desaparecidos. No obstante, a diferencia de lo que había sucedido en 1973, cuando una década más tarde la democracia fue recuperada, el peronismo no regresó al poder de forma inmediata.
"El peronismo siempre tuvo enfrente un antiperonismo permanente, tanto en el otro gran partido, la Unión Cívica Radical (UCR), como entre los socialistas y comunistas, que no tuvieron capacidad política para derrotarlo mientras Perón vivía en su exilio de Madrid. Por eso, fue a partir de 1983, tras el golpe militar de 1976 y la Guerra de las Malvinas de 1982, cuando la UCR tuvo su oportunidad de derrotar al Justicialismo en unas elecciones presidenciales y también en las del Congreso y Senado", relata Paniagua.

Juan Domingo Perón, al frente y segundo por la izda., flanqueado por (de izda. a dcha.) su ministro del Interior, Benito Llambí; el de Bienestar Social (y líder de la Triple A) José López Rega y Raúl Lastiri, presidente de Argentina durante unos meses, justo antes el tercer mandato de Perón en 1973. / Archivo
Después de la experiencia radical, personificada en la figura del presidente Raúl Alfonsín, el peronismo volvió a demostrar su capacidad para adaptarse a los tiempos y adquirir nuevos atributos en la persona de Carlos Saul Menem, presidente de la república entre 1989 y 1995, que, si bien se autodefinía peronista, puso en práctica una política económica neoliberal que chocaba con la tercera posición del peronismo —"ni capitalismo ni socialismo, peronismo"— y sus planteamientos de corte social.
"El Peronismo no tuvo una política económica definida. No se aplicó la misma en tiempos de Perón en su primera y segunda legislatura, entre 1946-1951 y 1952-1955, que después en 1973-74. La evolución posterior de los sucesores del peronismo practicaron políticas neoliberales, como Menen, y con mezcla de keynesianismo y neoliberalismo como los Kirchner", comenta Paniagua, que aborda también en su libro la figura de Alberto Fernández, candidato del peronismo en las elecciones de 2019 después de que Cristina Kirchner no pudiera presentarse a la reelección por haber cumplido dos legislaturas como presidenta. Aunque esta nueva modalidad de peronismo consiguió derrotar al PRO de Mauricio Macri, en 2023 Sergio Massa, candidato del justicialismo, perdió el balotaje frente a Javier Milei.

El libro. / L-EMV
"En la actualidad el peronismo está fragmentado. La oposición a Milei se concentra principalmente en Cristina Kirchner. Su referencia es el peronismo, pero con características propias, calificado de neoperonismo y promocionado por su marido Néstor cuando accedió a la presidencia en 2004", explica Javier Paniagua que aporta una última pista para entender qué es a día de hoy el Peronismo más allá de personalismos, políticas sociales, económicas y tendencias más o menos progresistas: "El peronismo se convirtió en una identidad más que una adscripción política. Es como ser fan de los equipos de fútbol Boca o Estudiantes, que constituyen un elemento identitario pasional. En Argentina, aún hoy, la sociedad está dividida entre peronistas y antiperonistas".
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