Novela de misterio
Benjamin Stevenson vuelve con ‘Todos en este tren son sospechosos’, una novela negra que homenajea a Agatha Christie
Stevenson se las ha ingeniado para usar solo las referencias mínimas de su anterior aventura para dar contexto y pistas narrativas a los lectores, que podrán participar en el viaje de seis escritores de novela negra

Benjamin Stevenson y su libro 'Todos en este tren son sospechosos' / Planeta
Carol Álvarez
El género negro nos ha dado tantas obras que abren estilos para seguir atrapando al lector que la irrupción de un autor como Benjamin Stevenson (Sídney, 1983) en el panorama con una saga que da otra pirueta solo puede ser aplaudida. El australiano ya hizo las delicias de los amantes de las novelas negras con su primer caso de la serie del escritor Ernest Cunningham, 'Todos en mi familia han matado a alguien': frescura, humor, irreverencia, y mucha complicidad con el lector son una fórmula que funciona como una máquina bien engrasada y que alimenta su segunda parte, Todos en este tren son sospechosos. ¿Es necesario haberse leído el primer título antes de subir al tren con el protagonista? No, Stevenson se las ha ingeniado para usar solo las referencias mínimas de su anterior aventura para dar contexto y pistas narrativas a los lectores, que podrán participar en el viaje de seis escritores de novela negra y sus fans, embutidos en el célebre tren Ghan que atraviesa Australia de norte a sur en un trayecto de varios días, y resolver el misterio de una muerte.
Stevenson juega de nuevo muy bien sus cartas. Todos los personajes saben cómo cometer un crimen, pues son expertos en narrarlos, algunos tienen formación forense o policial y otros son ávidos seguidores de historias que atan todos los cabos y son capaces de imaginar el crimen perfecto. El tiempo apremia para resolver el caso: el asesinato puede quedar impune si no se esclarece antes de llegar a la estación que sirve de escape de un tren cargado de envidias, resentimiento y la compleja red de intereses del mundo editorial, con agentes y autores que también miran por su negocio.

Pasajeros esperan el primer tren de Adelaida a Darwin en la terminal ferroviaria de Keswick en Adelaida, sur de Australia, el 1 de febrero de 2004. / DAVID MARIUZ / AP
El Ghan es un espléndido escenario para una novela de misterio a la altura del Orient Express que la maestra del género Agatha Christie encadenó para siempre a la historia de un asesinato. Y es que el tren australiano atraviesa extensiones épicas del 'outback', del corazón rojo y desértico del continente, apenas habitado y que soporta temperaturas extremas. En el viaje, que emula los auténticos itinerarios del Ghan, hay paradas en lugares emblemáticos como Katharine, con su río infestado de cocodrilos y sus pinturas rupestres excavadas en las rocas por los primeros aborígenes, también en Coober Pedy, la mítica ciudad que vive bajo la tierra para resistir las condiciones climáticas, y el paisaje lunar y peligroso que forman los termiteros, así como las grutas abiertas a la búsqueda de ópalos, una de las industrias más florecientes del territorio que cruza el tren.
Stevenson, que tiene un gemelo con el que realiza giras por el país con 'stand up', está muy familiarizado con la interacción de la audiencia, y ese es uno de los puntos fuertes de su propuesta narrativa: el lector es continuamente interpelado, puesto a prueba en su atención de los detalles e incluso participa activamente en el esclarecimiento de los misterios a partir de las pistas que deja de forma franca el autor, que desde un principio avanza ideas del desenlace sin revelarlo.
Con una tercera novela ya 'best seller' en su país, 'Everyone this Christmas has a secret', la adaptación a serie televisiva en Max de la primera entrega y un millón de copias vendidas globalmente de la saga, Stevenson y su personaje Ernest Cunningham pueden considerarse ya los nuevos reyes del noir australiano junto a figuras como Jane Harper, Candice Fox, Garry Disher o Michael Robotham.
'Todos en este tren son sospechosos'| 'Tothom en aquest tren és sospitós'
Benjamin Stevenson
Traducción de Albert Fuentes Sánchez| Marc Barrobés
Planeta| Columna
400 páginas, 19,90 euros
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