Fuera de compás
Miniatura de Pasión y Muerte

Gilberto Aubán y Antonio J. Iglesias son el Dúo Caifás. / Stella Blasco

El Dúo Caifás es mi droga de temporada. Hay sustancias que, por diversas razones, gozan de una vida corta. Materiales que se pueden disfrutar durante un brevísimo espacio de tiempo. Mandanga efímera de la que vale la pena atiborrarse porque no sabes cuando la vas a volver a encontrar. Acuérdense de aquel perico caníbal del que nada más se supo, qué risa. O del tomacco. Mírense ahora, pegándole a la torrija, a la mandonguilla de bacalao, al pepito, a la mona de Alberic i a la reganyà de Alzira. Suculentas golosinas sujetas a la estacionalidad pascuera, cuya ingesta descontrolada es tan satisfactoria y reconfortante como la hostia del Domingo de Resurrección. Pues lo mismo me pasa a mí con el Gira Crucis que montan todos los años por estas fechas Gilberto Aubán (Gilbertástico, Limbo Cabaret) y Antonio José Iglesias (Revisionista, Valencia Miope).
Desde hace14 años, cuando la peña se pone a buscar escaleras para subirse al madero, ellos se juntan bajo el nombre de Dúo Caifás y levantan el musical ‘Jesucristo Superstar’ en formato ópera-rock de bolsillo. Cogen la batería, el teclado y unos trapos como atrezo y se ponen a rodar con su “Gira Crucis”, un monumento pasional, inmaterial y arrebatador con una calidad musical sublime gracias a su magnífica destreza técnica, pero también a su implicación emocional en el proyecto. Un tesoro que gana adeptos, o fieles, o creyentes, cada año que pasa y que en 2025 los lleva por Madrid, Cuenca, Elx, Alicante, Oliva, Borriana y Castelló. En València actúan el Miércoles Santo en L’Escorxador del Cabanyal, el Jueves Santo en 16 Toneladas con la participación de José Manuel Casañ, el Viernes Santo en Tulsa Café y el Domingo de Resurrección en Loco Club. Escucharlos por Camilo Sesto, Teddy Bautista o Ángela Carrasco no tiene parangón, no se los pierdan.

Cartel XIV Gira Crucis / L-EMV
Su show es una maravillosa mezcla de humor (que no burla ni parodia), clase, arrojo y respeto por el espíritu de la obra y su partitura que te deja con la boca abierta. “El musical fue transgresor, invita a la reflexión, aún levanta ampollas y es eso lo que mantiene viva la obra décadas después. Sacerdotes que lo han visto se han marchado conformes, católicos practicantes que pensaban que nos burlábamos se han mostrado encantados tras la función y algunos han llorado a lágrima viva durante la escena de los latigazos a Jesús”, explica Antonio.
En ocasiones, los asistentes acuden caracterizados a un espectáculo vivo en el que a lo largo de tres lustros se han vivido situaciones alucinantes. “En Alicante los espectadores le dan un toque Monty Python, con chicas disfrazadas con barbas postizas, y nos quieren tirar piedras. Por lo general la gente se sabe las canciones y muchas veces las corea, en plan Rocky Horror Picture Show, con lo que se da una interacción muy chula entre ellos y nosotros. Una vez salió un enmascarado dando brincos, azotándose, vestido únicamente con un slip, que se movió y dejó al descubierto más de lo deseado. Había niños y fue un poquito escandaloso, con los padres tapándoles los ojos. Hay fotografías que lo atesticulan”, recuerda zumbón.
La propuesta ha evolucionado mucho en 14 años. “Empezó siendo una gira por el barrio, después fuimos por varias salas de la ciudad y hemos terminado llegando hasta Galicia. Nos gustaría actuar en Andalucía, donde tienen una Semana Santa muy particular, a ver qué les parece, si nos mandan al pilón o nos sacan a hombros. Puestos a soñar, nos gustaría hacerlo en Iberoamérica. En el Cabanyal también hay un sentimiento muy marcado sobre esta tradición y estamos encantados de volver allí después de una actuación hace años en La Fábrica de Hielo que fue muy intensa”, revela Antonio.
Como siempre, la Coral de Espinas les echará una mano con las voces, pero a lo largo de estos años han incorporado canciones nuevas del libreto original y también narraciones que explican las escenas para las personas que no conocen el musical o los evangelios, que haberlas, haylas. “Nosotros lo gozamos como el primer día, tanto en garitos pequeños, en los que hay más intimidad y recogimiento, como en salas de formato medio, donde se crean ambientes espectaculares con ayuda de los espacios y de los potentes sistemas de luces y sonido”. Ya les digo, monumental. Y si no me creen, hagan como santo Tomás, vayan a verlos y metan el dedo en sus llagas. Hosanna.
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