Crítica de 'Confidencial (Black bag)': El placer de una historia mínima

Recuerdo aún con incredulidad cuando Steven Soderbergh anunciaba que dejaría el cine. Fue más o menos en 2008, tras rodar su díptico sobre el ‘Che’ Guevara. Desde entonces, y ya han pasado 17 años, con una pandemia-confinamiento por el medio, el director de ‘Sexo, mentiras y cintas de video’ ha dirigido la friolera de 17 largometrajes y ha creado cuatro series de televisión, muchos de estos títulos grabados con móviles de última generación y producidos para plataformas, demostrando siempre que es, de todos los cineastas estadounidenses, el que mejor ha entendido los nuevos rumbos tecnológicos, del dilema cine-televisión y del ‘streaming’.

Su ‘independencia’ no está reñida con el ‘star system’. Y ahí tenemos en ‘Confidecial (Black bag)’ a Michael Fassbender y Cate Blanchett al frente del reparto de esta ingeniosa y minimalista trama que mezcla drama de pareja y relato de espionaje con un MacGuffin perfecto –Severus, un arma, un plan, un proyecto, algo muy importante que interesa a los personajes pero se la trae floja al espectador– y un desarrollo focalizado en esa capacidad innata en Soderbergh para construir toda una historia a partir de mínimos detalles, unas cuantas sugerencias y media docena de personaje bien construidos.

Después de ‘Presence’, el filme diseñado desde el punto de vista de un fantasma y estrenado, Soderbergh y el mismo guionista de aquella, David Koepp, tejen una serie de pistas y maquinaciones para solventar quién es el topo en una agencia de inteligencia británica. Lo de menos es la resolución. Lo interesante es el dispositivo, la atmósfera y la fría y a la vez intensa entente entre los dos agentes-pareja encarnados por Blanchett y Fassbender.