Francesc Bayarri: "Sin subvenciones, la cultura valenciana vive en una situación terminal"

En "Cròniques austrohongareses", el escritor y periodista valenciano reflexiona sobre la política, la cultura, la universidad y las relaciones personales

Francesc Bayarri, autor de "Cròniques austrohongareses".

Francesc Bayarri, autor de "Cròniques austrohongareses". / Fernando Bustamante

Voro Contreras

Voro Contreras

València

En la primera de las "crónicas" se pregunta cuánto tendrá que esperar para dejar de autocensurarse. ¿No era esta una buena oportunidad ahora que se ha jubilado?

No me censuré cuando estaba escribiendo el libro, porque no sabía si lo iba a publicar. Pero al revisarlo dos años después sí he aplicado una mínima autocensura. O, más bien, le he aplicado una especie de “filtro de convivencia”.

Dice que nunca nadie le ha preguntado por qué escribe. Este es su momento.

Ahora escribo por inercia, porque es lo único que he hecho. Cuando empecé en el periodismo tuve una suerte inmensa. Era un momento en el que todos los que queríamos ejercer el oficio encontrábamos un lugar digno en el que hacerlo porque se estaba inventando el periodismo en el País Valenciano.

Reconoce que, para usted, escribir es una actividad burguesa.

Yo no me considero un escritor, sino un periodista. Escritor es una palabra muy grande, que asocio a grandes nombres, y tan importante es saber qué somos como qué no somos. Escribir requiere una dedicación tan absoluta que pretender usarla como pasatiempo es un pasaporte al fracaso. Soy un periodista que a veces hace periodismo, otras ficción, ahora esta especie de diario íntimo, pero sin perder nunca de vista lo que soy.

"He vivido la degradación de un oficio muy noble"

Sobre el periodismo dice que es un oficio pervertido por la subjetividad y en el que todos han callado alguna vez para no asumir ciertos costes. ¿Desengañado?

Estoy triste por haber vivido en primera persona la degradación de un oficio muy noble. En parte no es culpa de los periodistas sino de una sociedad que parece que ya no le hace falta que le cuenten periodísticamente la realidad. Pero también hay una responsabilidad de los periodistas porque no hemos sabido contrarrestar eso con dignidad.

Otro desengaño que aparece en sus crónicas. El de un hombre de izquierdas con la izquierda.

Lo que más critico es a una izquierda estética, la que cree que porque hace tres tuits al día y cada cuatro años vota a una opción que no es de derechas, ya piensa que ha hecho la revolución. Gran parte de la derechización paulatina mundial, cuando las iniciativas que antes apenas calificábamos de reformistas hoy nos parecen la revolución de Octubre, es porque todos como individuos hemos derivado hacia la derecha.

Usted mismo señala sus contradicciones, como la del turista enemigo del turismo en su ciudad.

Sí, no puedes estar todo el día gritando contra las hordas turísticas y, justo después de hacer un tuit sobre eso, mirar un vuelo barato con Ryanair. A veces hago la broma del típico personaje que se cree de izquierdas hoy es el que compra un Tesla por Amazon y lo comenta en Tuiter, el que hace una proclama revolucionaria mientras enriquece a Musk, Zuckerberg y Bezos.

Francesc Bayarri.

Francesc Bayarri. / Fernando Bustamante

"Puede que ahora Ferran Torrent haga buenas novelas, pero no lo sé"

Sobre la cultura valenciana, dice que vive en un estado de shock.

Sí, en una situación terminal porque no hay un público que haga posible la viabilidad económica de las manifestaciones culturales expresadas en valenciano. Hasta el cambio de gobierno aún vivía con la respiración asistida de las subvenciones, pero con el actual gobierno eso ha desaparecido y la situación es terminal. De todas formas, las subvenciones están muy bien, pero una cultura necesita un público consumidor dispuesto a financiarla: comprar libros en valenciano, ir al teatro en valenciano… Decimos que queremos consumir cultura valenciana y que con nuestros impuestos se financie la cultura valenciana, pero a la hora de la verdad ni vamos a los teatros, ni compramos los libros, ni nada.

Me ha llamado la atención la extensión del capítulo que dedica a Ferran Torrent, al que tilda de “problemático para el desarrollo de una novela digna en el País Valencià”.

Lo mismo que digo aquí ya lo dije hace 20 años en un libro que se llamaba “Nosaltres, exvalencians”. Puede ser que ahora haga buenas novelas, pero no lo sé ni lo sabré, porque hubo un momento en el que decidí que no iba a seguir leyéndolo. Pero cuando lo leía y él era un ‘bestseller’ ya entonces pensaba que su éxito retrasó la aparición de una novela digna en valenciano. Uno, porque su éxito hizo que los escritores en valenciano se miraran en ese espejo y reprodujeran determinado esquema, que no es comparable al de la literatura normal de otras lenguas. Y dos, porque produjo un público que identifica novela en valenciano con Ferran Torrent y se niega a intentar leer a otros autores y autoras que hacen, ahora sí, una narrativa perfectamente equiparable a la que se hace en alemán o italiano u otras lenguas de nuestro entorno.

Pese a todas las malas expectativas, el actual Consell le parece peor de lo que esperaba. ¿Por qué?

Es que nombrar a un torero de extrema derecha como responsable de Cultura no estaba en ninguna quiniela por más pesimista que fuera. No se podría haber hecho con mayor intención para mostrar la hoja de ruta del nuevo gobierno respecto a la cultura en valenciano. Una hoja de ruta que sus sucesores han continuado una vez el torero se ha ido.

¿Qué culpa ha tenido el Botànic de ese gobierno?

El Botànic levantó una gran expectativa, de la que yo participé, porque supuso abrir las ventanas para que entrara aire fresco después de 20 años de gobierno de derechas. Lograron muchas cosas, sobre todo en el combate a la corrupción, pero en el ámbito de la cultura se hizo el mismo modelo que antes: castellanización del país con alguna subvención para los que se expresan en valenciano. El Botànic no tuvo entre sus objetivos darle la vuelta a la castellanización de la sociedad valenciana. Eso quedó claro cuando decidieron gastar más en promocionar el Festival de Benidorm que el teatro en valenciano.

Escribe que, de todas formas, esto no es nuevo.

Cuando la izquierda llega al poder parece que siempre ha de pedir perdón ante ciertos poderes financieros o mediáticos más importantes. La izquierda valenciana es una izquierda acomplejada, y eso tendría que cambiar porque si no estaremos siempre con lo mismo. La izquierda llegó al poder en 2015 no por sus méritos sino por la corrupción insoportable de la derecha. Y si llega ahora, tampoco será porque ha confeccionado un programa ilusionante de cambio sino por la degradación de imagen que pueda provocar la gestión de la dana en la derecha.

Francesc Bayarri.

Francesc Bayarri. / Fernando Bustamante

"La deriva de la universidad viene de lejos"

Ha trabajado los últimos 20 años en la universidad. ¿Detecto cierto desencanto también en este asunto?

Sí, si como periodista he sido testigo de la deriva de la profesión, en la universidad lo he sido de su perdida de centralidad, aunque es una deriva que ya viene de lejos. Hay otra cuestión que afecta a las universidades, que es su mercantilización por la proliferación las universidades privadas y los rankings. Las universidades son lugares muy grandes e integrados por colectivos humanos en los que se reproducen las mismas miserias que en otros colectivos. Pero es cierto que un colectivo como éste, integrado por personas con una inteligencia normalmente superior a la media, su responsabilidad en la deriva social también debería ser mayor. En la Universitat de València me he encontrado gente muy culta que me ha enseñado cosas que si no fuera por ellos no sabría ni que existían. Pero tengo la sensación de que ya no es el porcentaje mayoritario entre el nuevo profesorado, que está más dirigido a puntuar en el ranking investigador internacional o escribir en revistas especializadas.

En resumen: ¿Diría que estas "Cròniques austrohongareses" son las propias de un hombre desencantado?

Creo que es evidente, pero como dijo Eça de Queiroz, si uno a los 40 años no sabe que ha fracasado es porque es un inconsciente. Así que a los 60 lo natural es tener un desencanto con la vida.  

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