Crítica|Música

Mozart o la serenidad

José Doménech Part

València

Sociedad Filarmónica de València

Palau de la Música. Sala Iturbi Intérprete: Orquesta de Cámara de la SFV. Antonio Galera, piano. Director: Julen Fernández. Obras de Wolfgang Amadeus Mozart y Franz Schubert

En los últimos años, la cantera de pianistas valencianos ha ido en aumento y no hay duda que Antonio Galera (Picanya, 1984) es uno de sus máximos exponentes con una proyección internacional que lo ha llevado en los últimos 10 años a importantes escenarios de Europa, Estados Unidos, Asia y Africa. No en balde, recientemente ha sido nombrado "artista residente" en la Hispanic Society, de Nueva York.

Si hace pocas semanas se le escuchaba en la sala Rodrigo en un dificil recital de compositores españoles, ha vuelto a la Sala Iturbi del Palau valenciano con un compositor que, desde sus inicios, le ha sido especialmente apropiado. En Mozart, Galera encuentra su mejor cómplice: sea con el 27, K595, el 21, K467 o el 12, K414, por técnica y buen gusto, el pianista valenciano enfoca la aparente facilidad del compositor de Salzburgo con total aplomo y sosiego. Su sonido emana como purificado gracias a un juego equilibrado y prudente escuchándose y dejando escuchar cada frase y elevando la melodía bellamente ornamentada con su trinos, mordientes y apoyaturas con nitidez y elegancia, y sin forzar el apoyo del pedal. Por supuesto que el acompañamiento de la Orquesta de Cámara de la SFV resultó fundamental de la mano de su director Julen Fernández Pla. Sorprende e impresiona la evolución de este conjunto orquestal en tan pocos años teniendo en cuenta que no es una formación estable: su sonido ha ido corrigiéndose y pronto se percibe como cuerdas, maderas y metales han sabido conformar versiones coherentes sobre todo cuando existe un solista por medio al que nunca hay que eclipsar como en el Mozart escuchado. Galera agradeció los aplausos con una versión de vértigo de la "Danza del gaucho matero", del argentino Alberto Ginastera.

Para la 5ª Sinfonía de Schubert, la orquesta fue reforzada con flauta, oboes, fagots y trompas. Escrita a los 19 años, el músico austriaco bebe de los modelos de sus paisanos Mozart, Haydn y Beethoven, aunque reflejando las maneras que le llevarían a su estilo y a un catálogo nada desdeñable en su corta (murió a los 31 años) pero fecunda vida. Dieron una lectura galante con precisas intervenciones de Ferrer, González, Clemente, Monferrer, Randez, Pelejero y Vila en las maderas y metales, y de la concertino Irene Vilanova.

Llegado el punto en que se encuentra la OCSFV, ha llegado el momento de asomarse a otros repertorios y abordar estilos diferentes, sin dejarse intimidar por los pentagramas del XX y del XXI. Con una vibrante danza del húngaro Leo Werner recibieron una merecida ovación.

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