¿Cuándo vuelve?

Siempre bienvenida y admirada desde su debut en 1997 (y posteriormente en 2005 y 2019), la Orquesta Filarmónica de Radio France volvío a crear un noche inolvidable gracias a que es una formación de profesores superlativos, entre ellos el pamplonica Juan Fermín Ciriaco y el venezolano Javier Rosetto, dirigidos por el maestro Mikko Franck (Helsinki, 1979), un director que ha cuidado, con todo tacto, de la orquesta en los últimos dos lustros. Y esta ocasión con una de las grandes pianistas de la actualidad: la italiana Beatrice Rana, llamada a ser una de las grandes interpretes del siglo XXI. Su repertorio abarca desde Bach hasta Berntein pasando por Chopin, Castelnuovo-Tedesco o Piazzolla. Ella se acomoda con facilidad y talento a todas esas estéticas: su Schumann junto al gran Yannek Nézet- Séguin es sencillamente mágico.

Abordar un partitura de la grandiosidad del Concierto nº 1, de Chaikovski con la "facilidad" que aparenta Rana hizo que el público del Palau valenciano llegara a una especie de éxtasis al que no siempre se accede. Ampulosa pero sin excesos ni amaneramientos ineficaces que tan de moda están, y en justa predisposición frente al teclado, la interprete debutó en Valencia con la misma obra que lo hizo en Nueva York en 2022 y al igual que allí, conmocionó al público quienes, con ojos abiertos o cerrados, fueron sacudidos por la fuerza y el magnetismo de la artista. Enérgica pero ágil, con un volumen que resonaba en toda la sala tanto en los enérgicos fffff como en los sutiles pppp, ella volcó alma y esmero en el canto del Andantino semplice con el mismo cuidado empleado en la siempre temidas serie de octavas. El maestro Franck pudo y supo apoyar, con rigor e acecho a su pianista, que el público ovacionó largamente, logrando dos bises inconmensurables.

Debussy y Ravel decidieron el antes y de la música del siglo XX. Del primero, la embajada francesa dió dos versiones magistrales confirmando las cualidades individuales y la calidad global de la orquesta. El maestro finés, que la ha dirigido con ahínco y mimo en la última década, ofreció dos versiones tan fastuosas como coloristas del Preludio a la siesta de una fauno y de La Mer. Franck domina las obras y ejerce un delicado control de cada intervención solista sean las maderas, los metales o el excelso conjunto de cellos y contrabajos. Ovaciones y bravos animaron al maestro para regalar la versión orquestal del Preludio nº 7, de su compatriota Heino Kaski. Si ellos han venido en cuatro ocasiones, Beatrice Rana ya tarda en volver.