Crítica

Joyce DiDonato, artistaza de pies a cabeza

Joyce DiDonato con Craig Terry al piano en Les Arts.

Joyce DiDonato con Craig Terry al piano en Les Arts. / Miguel Lorenzo

Justo Romero

Justo Romero

València

CICLO “LES ARTS ÉS LIED”. Joyce DiDonato (mezzosoprano). Craig Terry (piano).Programa: Obras de Debussy, Alma Mahler, Haydn y Jake Heggie. Lu­gar: València, Palau de les Arts (Sala Principal). Entrada: Alrededor de 1.000 espectadores. Fecha: jueves, 5 junio 2025.

“Cuando se mezcla buena música, dos grandes intérpretes con una extraordinaria complicidad pasándoselo bien en el escenario, ganas de interactuar con el público con una naturalidad fantástica, ¿¿¿qué ocurre??? ¡pues que todo el mundo disfruta de un concierto inolvidable!!!

¡¡¡Qué personaje esa mujer!!! ¡¡¡’Y el pianista extraordinario!!!”. El WhatsApp entusiasta del amigo retrata lo que ha sido la nueva actuación de la mezzo estadounidense Joyce DiDonato en el ciclo “Les Arts és Lied”, una de las joyas de la selecta corona que configura la privilegiada oferta artística del Palau de Les Arts. Diva y antidiva, fresca, lozana, comunicativa con su canto privilegiado y armada en un simpático verbo en español trufado de idiomas y vulgarismos –“que chulo es el amor”, “una noche guay”…- la mezzosoprano estadounidense se metió al público en el bolsillo.

Artista inmensa, rossiniana, belcantista y mucho más, la Didonato mantiene a sus 56 años -nació en 1969, en Kansas- las cualidades que han hecho de ella una de las voces más admiradas y cotizadas de las últimas décadas. Con el recuerdo bien fresco de su estremecedor Winterreise schubertiano cantado en el mismo escenario y ciclo en octubre de 2021, ahora ha retornado a Les Arts con un recital tramado en torno a la mujer, que ella mismo explicó de modo pormenorizado desde su condición de mujer. Un itinerario que comenzó con las Tres canciones de Bilitis de Debussy y concluyó con Camille Claudel: into the Fire, un retrato en siete canciones inspirado en la azarosa vida de la mujer que fue amante, musa y protegida de Auguste Rodin, además de talentosa escultora ella misma.

El ciclo, escrito expresamente para Joyce DiDonato por la compositora estadounidense Jake Heggie (1961), fue el colofón de una actuación plena de diversidad, emoción y “buen rollo”, hasta el punto de que la propio diva interactuó con el público. “¿Hay cantantes entre el público? Levantad la mano ¡qué difícil es ser cantante! ¿verdad? ¡Ufff! ¡Va por vosotros!”, brindó y dedicó la empática diva. En la larga tanda de bises, entre el entusiasmo colectivo del público bien metido ya en el bolsillo y en el alma, alguien le pidió que cantara Rossini. Se excusó: “Prometo que la próxima vez que venga os cantaré Rossini”. Y citó entonces a la Berganza, a Caballé, a la Callas… Y cantó al amor de mujer, y se soltó con la habanera de Carmen. ¡Imagínense! Un espectador le soltó un “¡guapa!” que tronó en toda la sala. Créanme: ni la Bartoli ni Juan Diego Flórez juntos han despertado tal fervor en sus actuaciones en València.

En el cuidadosamente pergeñado programa en torno a la mujer, no faltaron los interesantes Cinco Lieder de Alma Mahler y lo que fue lo mejor de la noche, la cantata Arianna a Naxos, de Haydn, en la que la enorme trágica que es DiDonato afloró en una interpretación tan magistral como emocionante, quizá solo comparable al prodigio que hacía Teresa Berganza con esta página maestra. Puro teatro, pura emoción. Luego, vinieron bombones, bromas y buen rollito, incluida -en la tanda de bises- una deliciosa recreación de la canción Caro mio ben, de Giordani. Pero lo que convirtió este recital en inolvidable fue sentir a la inmensa diva metida en la piel y el alma de la desesperada Arianna. “Guapa” guapísima, sí, pero, sobre todo, una artistaza de pies a cabeza. ¡Qué vuelva pronto! 

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