“Buscant el meu propi nom” devuelve identidad a las mujeres olvidadas del manicomio de Jesús
El film de Pau García Pérez de Lara recrea el traslado de cerca de 200 mujeres al Psiquiátrico de Bétera para reivindicar la dignidad de las personas con sufrimiento mental

"Buscant el meu propi nom". / L-EMV

En 1974, en plena agonía del franquismo, cerca de doscientas mujeres fueron trasladadas en autobuses desde el histórico Psiquiátrico Padre Jofré de València -conocido popularmente como el “manicomio de Jesús”- al nuevo Hospital Psiquiátrico de Bétera. Muchas de ellas llevaban más de tres décadas encerradas, sin historial clínico, sin contacto con el exterio. Cuando llegaron a Bétera, sus identidades se habían esfumado. Muchas no sabían ni sus propios nombres, ni su edad, no tenían cartas de la familia, ni ropa, ni zapatos, ni posesiones, ni amigas, nada de nada. Sus vidas, borradas por el tiempo y la deshumanización institucional, resurgen ahora en la gran pantalla con “Buscant el meu propi nom”, el nuevo mediometraje de Pau García Pérez de Lara que este miércoles se ha proyectado en los cines Babel tras haber recorrido varios festivales en toda España.
La película se presenta como un acto restaurativo dememorias y dignidades. Inspirada en el libro “Nueve nombres” de la psiquiatra María Huertas Zarco, la obra se adentra en los límites de la identidad a través de un lenguaje poético y una puesta en escena íntima. "Nuestra intención es hacer memoria de aquellos hechos para que no se repitan situaciones como aquellas y que las personas que tienen un sufrimiento mental, así como sus familiares y allegados, tengan redes de cuidado y acompañamiento mucho mas cuidadas y dignas", explicaba el realizador antes del rodaje del film.
Una historia real
El punto de partida de "Buscant el meu propi nom" es el traslado de decenas de pacientes femeninas desde el viejo manicomio valenciano de Jesús a las recién construidas instalaciones de Bétera. Un cambio de edificio que no siempre implicó un cambio de paradigma, aunque en algunos pabellones -como el número 9- empezaron a introducirse miradas más abiertas y humanizadoras de la psiquiatría, impulsadas por jóvenes profesionales dispuestos a romper con el legado de la institucionalización y el aislamiento.
Entre ellos se encontraba María Huertas, médica feminista y psiquiatra, que años más tarde recogería aquellas experiencias en el libro que inspira la película. Su testimonio es, además, profundamente personal: trabajó en Bétera como residente y médica asociada entre 1973 y 1980, y fue testigo de las contradicciones de un modelo asistencial en transición. «Cuando llegaron las mujeres no sabíamos nada de ellas ni de sus historias. Los expedientes médicos de personas internas más de 30 años ocupaban cinco hojas», recordaba Huertas en una entrevista a Levante-EMV en 2021. Aunque no es lo único que les arrebataron a estas mujeres en el manicomio de Jesús; el régimen era carcelario y no podían salir, no tenían palabra, ni emociones por el miedo a los castigos como la camisa de fuerza o a terribles contenciones químicas, tampoco tenían objetos personales ni fotos familiares, ni derechos, ni sexualidad, ni recuerdos de su propia vida.
También Pau García Pérez de Lara conoció de cerca ese entorno. El padre del director del film también trabajó en aquel centro, y su implicación familiar ha contribuido a construir una mirada empática, alejada de los tópicos y las representaciones estigmatizadoras. El cineasta, autor de títulos como “Néixer per néixer”, “Vida extra” u “Oblidant a Nonot”, ha presentado su obra en festivales como Karlovy Vary, San Sebastián, la Semana de la Crítica de Cannes o la Seminci.

Imagen de "Buscant el meu propi nom". / L-EMV
Ficción y documental
“Buscant el meu propi nom” alterna estrategias del cine documental con recursos de la ficción. En el reparto conviven actores profesionales con intérpretes no profesionales que han vivido -o viven- experiencias de salud mental, dotando a la obra de una autenticidad conmovedora. "Este proyecto tiene muy en cuenta a las personas que sufren mentalmente y, como no puede ser de otra manera, muchas de ellas son protagonistas de esta historia", señala el director.
El film se centra en la historia de una mujer que no habla, no recuerda su nombre y ha olvidado casi todo de sí misma. Su reencuentro con el mundo comienza gracias a la ternura de una profesional que la acompaña en el proceso de recuperación. A través de su mirada, el espectador se adentra en el universo de las mujeres que llegaron a Bétera: pies descalzos, ropas raídas, cuerpos desorientados, rostros marcados por años de silencio y medicalización.
Una película de rostros
Rodada en Alzira y Miravet (Tarragona) a finales de 2023, el lenguaje visual de “Buscant el meu propi nom” está plagado de primeros planos que se acercan con ternura tanto a las actrices como al público. “Es una película de rostros y de carne, de la calidez de las personas”, explica el director.
La protagonista, interpretada por Aurelia Lerma, realiza una actuación contenida y profundamente humana a través de la cual García Pérez de Lara ofrece una visión colectiva de lo ocurrido, una metáfora del reencuentro con la propia identidad y de la fuerza de la comunidad para no dejar a nadie atrás.
Un acto político y poético
Más allá de su valor cinematográfico, "Buscant el meu propi nom" es un gesto de memoria histórica y reparación simbólica. “Queremos cuidar la memoria de aquellas mujeres y de las personas que las acompañaron, devolverles parte de la dignidad perdida y, en algunos casos, su nombre”, explican los productores de la película. El film rescata no solo las historias silenciadas por la institucionalización, sino también la labor de quienes, desde dentro, trataron de transformar la psiquiatría desde la empatía y la escucha.
El hospital de Bétera, considerado en su momento el mayor complejo psiquiátrico de Europa, contaba con doce pabellones, jardines, iglesia, restaurantes e incluso un hotel que apenas llegó a usarse. Su grandilocuencia arquitectónica contrastaba con la carencia de un enfoque verdaderamente humano: “Nadie pensó en lo que necesitaban realmente las personas que llegaban, algunas ni siquiera tenían familia”, recuerda el director. Frente a ese modelo de ostentación y olvido, el film reivindica una atención centrada en la persona, en su historia y en su derecho a existir con nombre propio.
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