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Entrevista | Compositor

Francisco Coll: "No pretendo que la gente salga de ‘Enemigo del pueblo’ sabiendo a quién ha de votar"

El valenciano Francisco Coll dirigirá en Les Arts la ópera que le encargó el auditorio valenciano para celebrar su vigésimo aniversario: “He querido escribir una obra que solo pudiera estrenarse en 2025”

Valencia VLC entrevista al compositor valenciano Francisco Coll autor de la ópera "Enemigo del pueblo" que se estrena en Les Arts

Valencia VLC entrevista al compositor valenciano Francisco Coll autor de la ópera "Enemigo del pueblo" que se estrena en Les Arts / Francisco Calabuig

Voro Contreras

Voro Contreras

València

Cuando Francisco Coll (1985) era un niño, los mayores de la banda de Quart de Poblet le reñían por improvisar con su trombón en los pasacalles. Hoy ya hay quienes le consideran como el máximo compositor español de nuestro tiempo. No es extraño, pues, que el Palau de Les Arts le haya encargado una ópera para celebrar su XX aniversario. «Enemigo del pueblo» convierte el drama de Ibsen en un canto a la indulgencia, la tolerancia y el amor.

¿Cómo surge el proyecto de "Enemigo del pueblo", la ópera que estrena el próximo 5 de noviembre en Les Arts?

Surge a raíz de escribir mi primera ópera de cámara, “Cafe Kafka”, cuando varios gerentes de casas de ópera me proponen que piense ya en un nuevo proyecto. De esto hace más de 12 años, y desde entonces pasé por varias ideas, por varios temas que finalmente no llegaron a concretarse, hasta que Les Arts me propuso, junto con el Teatro Real, escribir una ópera de gran formato para el escenario grande.

¿Y por qué pensó en la obra de Ibsen?

Por varios motivos. El principal es ese aspecto que tiene la obra del individuo contra la masa, que es algo que llevo tratando en mis conciertos esde hace veinte años: cuando el piano está casi en contra de la orquesta, o la lucha individual de un violín en contra de la masa que es la orquesta. Estamos hablando del arquetipo del héroe contra la multitud, que es como algo muy estimulante desde el punto de vista artístico. Pero yo siempre propuse que fuese una adaptación y no una versión de la obra de Ibsen, que es una obra maestra, para que funcionase en el contexto de ópera.

Ya no es de Ibsen sino de usted.

Es otro animal, digamos. Una de las cosas que hablé con Àlex Rigola (director de escena y libretista de la obra) antes de empezar fue precisamente no politizar una obra que ya tiene su propia vertiente política. Si tienes una buena naranja no hace falta echarle más azúcar, porque entonces está demasiado dulce. La ópera expone y a partir de ahí cada uno que saque sus conclusiones, que es lo oportuno en una época de tanta polarización y tanto fanatismo como la nuestra. He estado dos años escribiendo esta ópera y eso me ha ayudado a mantener la distancia y a no polarizarme ni a fanatizarme. Ha sido curioso, además, cuando la gente me preguntaba el tema de la ópera y yo decía “enemigo del pueblo”, me decían “qué oportuno” y me decían el nombre de un enemigo del pueblo. Y a los meses me decían otro enemigo de pueblo. Parece que los enemigos del pueblo en los últimos años han ido variando.

Además, en la obra de Ibsen, el enemigo del pueblo no es el enemigo del pueblo.

Es la trampa del título, sí.

Valencia VLC entrevista al compositor valenciano Francisco Coll autor de la adaptación del Tonto del Pueblo que se representa en Les Arts

Valencia VLC entrevista al compositor valenciano Francisco Coll autor de la ópera "Enemigo del pueblo" que se representa en Les Arts / Francisco Calabuig

"Siempre he procurado decir una cosa y la contraria"

¿Tiene miedo de que alguien quiera ver su ideología en esta ópera?

Creo que no la va a ver. Y si la quiere ver es porque estará fanatizado, porque no existe realmente. Y además, en mi ópera, como en mi música, siempre he procurado decir una cosa y su contraria. Si uno tiene una escucha atenta, va a ver que las cosas se dicen y se desdicen al mismo tiempo. Esta ópera, en el fondo, está tratando temas mucho más importantes, como la indulgencia, como la tolerancia, como el amor.

¿El amor?

Ibsen, al hacer que sean hermanos el doctor que advierte del problema al que se enfrenta el pueblo y el alcalde que no lo quiere ver, quiere crear un vínculo afectivo entre ellos. Y esta ópera ha querido ahondar en ese vínculo. Creo que ya hay suficiente ruido político para que también traerlo al teatro de la ópera. No hace falta.

Ibsen escribe “El enemigo del pueblo” en un momento histórico de confianza ciega en el progreso que esconde muchas injusticias. Y usted ha compuesto “Enemigo del pueblo” en una era de explosión digital que esconde manipulación mediática, posverdad y populismo. Resulta difícil no ser pesimista.

Yo creo que no. Lo que acabas de sugerir es hacer un zoom en la Historia, pero si ampliamos el foco vemos que siempre ha sido igual, no solo desde Ibsen hasta ahora. Tener una visión pesimista no creo que ayude en nada. Ni una optimista tampoco, obviamente. Se trata simplemente analizar la realidad y a partir de ahí que cada uno que decida qué acciones toma.

¿Cómo se refleja a través de la música el trasfondo social de esta obra?

Es algo que llevo trabajando desde antes de esta ópera. Pero aquí en concreto, por ejemplo, decidí escribir un pasodoble para la obertura, en parte porque no creo que haya muchas óperas con pasodoble y, en parte, porque he entendido el pasodoble como la música del pueblo. En esta ópera los individuos del pueblo forman el coro y el pasodoble representa su territorio. Pero es un pasodoble totalmente desencajado, distorsionado. El desajuste social actual se representa a partir del desajuste de su música popular. Por eso el pasodoble, que es una música que se escribe para tocar en la calle, aquí tiene una relevancia tremenda no solo como obertura, sino como metáfora social.

De una u otra forma, la música popular siempre ha estado presente en su obra.

Siempre. Me interesa mucho la música popular como música universal. Lo que a mí me une con Bartók, o con Charles Ives, o con Toru Takemitsu, o con Hosokawa es precisamente la utilización de la música popular. Es universalismo, no es nacionalismo. Uso el pasodoble porque nací en Valencia en 1985 y es la música con la que he crecido. Recuerdo de niño tocar en la calle este tipo de música y pensar «cuando crezca me gustaría escribir algún pasodoble» y en mi cabeza ya sonaba distorsionado. Los mayores de la banda me reñían porque me ponía a improvisar cosas con el trombón durante los pasacalles.

Esos compañeros de la banda más mayores que usted seguro que ahora también verían raro algunas cosas que compone.

Sí, pero ya no me riñen, ahora me quieren mucho en la banda. Sí, claro, hago cosas raras, pero creo que el balance entre lo familiar y lo extraño es lo que realmente hace que uno esté atento. Cuando planteo algo que en la superficie pueda resultar familiar me estoy asegurando de que la gente va a estar atenta. Después ya les presentaré lo menos familiar, lo más extraño. Es lo que he hecho en esta ópera. Aquí tengo que mantener la atención durante una hora y media, que es bastante, y está todo muy calculado. Es una cuestión de balances y de huir de fanatismos.

¿En qué sentido?

En el sentido de que hacer una música abstracta y totalmente desconectada con lo que el público general va a entender es fácil. Y también lo es hacer la música más bella, más bonita, algo que, por simple, a todo el mundo le va a encantar. Lo difícil es un balance entre ambas: conseguir algo bello, que contenga belleza real y que al mismo tiempo sea interesante. Y es importante que contenga también pensamiento. La buena música puede entretener, sí, pero tiene que ser conocimiento y pensamiento.

Valencia VLC entrevista al compositor valenciano Francisco Coll autor de la adaptación del Tonto del Pueblo que se representa en Les Arts

Valencia VLC entrevista al compositor valenciano Francisco Coll autor de la ópera "Enemigo del Pueblo" que se estrena en Les Arts / Francisco Calabuig

"La música está por encima de cualquier ideología"

¿Y la buena música sirve para combatir cosas como el alienamiento o el fanatismo que planteas en esta ópera?

No soy tan optimista respecto a que el arte tenga tanta fuerza. Sobre todo a día de hoy. Pero yo, por ejemplo, cuando era niño llegué a Wagner porque me gustaba la música. Y Wagner fue el que me presentó a Schopenhauer y a Nietzsche. Y a partir de ahí empecé a leer más filosofía y llegué a Cioran y a otros filósofos que me gustan bastante a día de hoy. Creo que la música sí puede provocar una reacción si está uno atento y es curioso. Pero mi intención no es que el público salga de esta ópera sabiendo a quién tiene que votar, ni mucho menos. No me interesa. Al final es música y creo que la música está por encima de cualquier ideología política.

¿No ha habido ningún acontecimiento en estos dos años que identificara con lo que Ibsen contaba en “Enemigo del pueblo”?

La verdad es que no. Durante todo el proceso he mantenido ese zoom histórico del que hablábamos antes. En esta ópera estoy hablando de la condición humana, esa ha sido mi motivación. Estoy hablando de los intereses personales versus de los intereses públicos. Estoy hablando de la corrupción, de qué fácil es manipular la opinión de la masa. Son temas universales, no me estaba centrando tanto en el presente, sino en la eternidad. Porque creo que Ibsen hizo lo mismo realmente, aunque él estuviera en la revolución industrial y nosotros podríamos hablar de la revolución digital, pero no lo hacemos. En una ópera, cuanto más amplio sea todo, mejor.

Thomas Adès, su maestro, decía de usted que tiene una mente “sorprendentemente individual”. ¿No será esa su vinculación con esta ópera de individuo frente a la masa?

Siempre he sido bastante solitario y tal vez me identifique un poco en ese sentido, pero tampoco tengo complejo de héroe ni me identifico con ningún personaje en concreto. He querido ahondar en la psicología de todos los personajes. Y eso me ha divertido bastante. De hecho, el hecho de construir personaje no solo a nivel musical, sino también a nivel psicológico, me ha estimulado mucho. Que cada manera de cantar tenga un trasfondo psicológico y que lo que canten tenga conexión con nuestro mundo de hoy. Me interesa bastante que sea una ópera que suene a siglo XXI, a 2025, que solo haya podido ser estrenada ahora y no en el pasado o en el futuro. Creo que en el fondo todos nos sentimos en algún momento algo individualistas. Y nos parece que la opinión general no es la que nosotros tenemos. A veces estamos en lo cierto, a veces no.

Me he divertido”, ha dicho. ¿Siempre se divierte componiendo o según lo que componga?

Yo me divierto. Yo no tengo esa idea romántica del compositor que sufre. Sí que es verdad que cuanto peor estoy, mejor compongo. Esta pieza, de hecho, es un drama, pero está llena no de humor, pero si uno está atento sí va a percibir la parodia de lo que se está haciendo en algunos momentos. Y todo eso me divierte mucho, claro. Porque algunas cosas son obvias, están en la superficie, pero otras las mantengo en oscuridad. Son guiños que si no desvelo seguramente nadie los percibirá

¿No le apetece desvelarlos?

No, normalmente me lo guardo para mí, así me divierto solo.

Valencia VLC entrevista al compositor valenciano Francisco Coll autor de la adaptación del Tonto del Pueblo que se representa en Les Arts

Valencia VLC entrevista al compositor valenciano Francisco Coll autor de la ópera "Enemigo del pueblo" que se estrena en Les Arts / Francisco Calabuig

"En la música intento quedarme solo con lo que me hace falta"

Hace diez años estrenó aquí en Les Arts su anterior ópera, "Café Kafka". ¿Qué has aprendido entre una ópera y otra?

Creo que he desarrollado algunos de los aspectos que ya propuse en la música que estaba haciendo entonces, pero sobre todo me he desecho de muchas cosas innecesarias que la sociedad o que el mundo de la composición impone. Hoy intento quedarme solo con lo que me hace falta. También ahondar en temas como la belleza, en una belleza honesta, que esté en la superficie, descarada. También me he sentido más maduro a la hora de tratar las voces. En “Cafe Kafka” creo que esa manera venía directamente de un compositor como Ligeti, por ejemplo. Sin embargo, aquí sí que he tenido la sensación de que era la manera en la que yo quería que los cantantes cantaran, me he sentido más maduro.

Cuando estrenó "Café Kafka" hay quienes le calificaron como el máximo compositor español de nuestro tiempo. ¿Cómo evoluciona uno después de que le etiqueten así o que, como ha sucedido este año, le den el Premio Nacional de Música? ¿Hay presión?

Presión no, porque a veces me dicen cosas buenas y a veces me dicen cosas malas. Entonces, procuro que me afecten lo mismo ambas, para bien o para mal. Obviamente agradezco cuando son buenas, pero tampoco me las creo mucho. Cada uno se conoce muy bien a sí mismo y sabe muy bien dónde está y lo que está haciendo en ese momento. “Café Kafka” tuvo muy buena recepción, pero yo lo único que veía esos días era todo lo que no me había salido bien, lo que pensé es que “espero que la próxima vez lo haga mejor”.

¿Y lo ha hecho mejor?

Pues a día de hoy creo que sí, pero veremos dentro de diez años. Hace tres semanas vine aquí a Valencia sin saber cómo se iba a desarrollar todo esto y tengo que decir que estoy maravillado de cómo está funcionando, de cómo con los cantantes, el coro, la orquesta, está todo cohesionando. Así que sí, estoy contento.

¿Qué supone para usted como valenciano que Les Arts haya elegido una ópera tuya para celebrar su 20 aniversario?

Es un honor, claro. Recuerdo cuando era estudiante, tendría diecinueve o veinte años, y pasaba por este puente (mira desde su camerino en Les Arts el puente de Monteolivete) con mi padre y que pensaba: algún día me gustaría estrenar una ópera ahí. Era como una fantasía.

¿No le entran ganas de venirse a vivir aquí?

Cada vez que en Valencia tengo la sensación de que si estoy mucho tiempo aquí empiezan a salir raíces y me quedo. Vivo en Suiza porque mi mujer es de allí y tiene allí su trabajo. Y yo, en cambio, mi trabajo lo puedo hacer en cualquier lado. Pero tengo también una casa aquí en València, y venimos cada vez que podemos. De alguna forma me siento más valenciano en Suiza que aquí. De hecho donde empecé a escribir obras como “Cuatro miniaturas ibéricas” o “Turia” fue en Suiza.

¿Le conectaban con sus orígenes?

No sabría cómo definirlo. Pero es curioso que todas las obras que tienen tanta relación con Valencia las he escrito allí. A diferencia de cuando diriges, que estás en un lugar concreto porque tienes que estar en contacto con los músicos, cuando compones estás en un mundo paralelo. Y posiblemente componer Turia me acerca a Valencia.

"Lo de 'Valencia, tierra de músicos' no nos hace demasiado bien"

El músico de banda que eras usted de crío, que se fue a Inglaterra a desarrollar su carrera como músico y ahora compone en Suiza, ¿piensas que Valencia es la tierra de los músicos?

A mí me alegra mucho cuando, por ejemplo, estoy en los BBC Proms en Londres y me cruzo con la Orquesta Sinfonica de Londres y de repente veo músicos valencianos. O cuando me entero de que algún compañero de estudios ha entrado en una orquesta europea o está dirigiendo una orquesta americana. A día de hoy Valencia está sacando músicos muy buenos a nivel internacional, que es algo bastante nuevo de mi generación y la generación más joven. Pero este tópico de “Valencia terra de músics” creo que no le hace mucho bien porque no es bueno creérselo en general. Es mejor pensar que otros lo hacen mejor. Cuando fui a Londres a hacer la prueba para estudiar el master en Guildhall, fui con la mentalidad de que todos los estudiantes de otros países sabían más que yo. Después uno se da cuenta de que no es así, que Valencia es que es un lugar muy peculiar por el tema de las bandas y es normal que salga tanta gente buena de aquí.

¿Qué encuentra en la pintura, otra de sus facetas como creador, que no encuentra en la música?

En realidad es muy parecido. Antes de componer algo, antes de escribir una nota, la visualizo. O sea, la veo, no la oigo. Al final, estamos hablando de colores, de texturas, de estructuras, estamos hablando de lo mismo, realmente. Y yo, que tengo algo de sinestesia, la música la veo. Un Do sostenido lo veo rojo, por ejemplo. Es algo que llevo haciendo toda la vida. De hecho, empecé a pintar antes que a componer y si, por ejemplo, estoy atascado un poco a nivel compositivo, pintar me ayuda muchísimo a saber por dónde he de tirar. Además, la pintura me estimula mucho. Cuando voy a un museo, salgo realmente excitado a nivel mental y escucho cosas. Empiezo a escuchar posibles obras y cosas así.

¿En qué forma llega es momento de inspiración que da lugar a una obra?

Es un shock, como una impresión fuerte y la tengo que visualizar de algún modo. Eso es lo más difícil. Pero una vez aparece ya esa imagen y sé lo que tengo que hacer, lo demás sale más o menos solo.

Una vez estrenado “Enemigo del pueblo”, ¿qué planes tiene?

Esta ópera la terminé de componer hace un año. Justo antes de venirme aquí he terminado de componer un concierto de piano para Kirill Gerstein, un pianista con el que he colaborado últimamente, y que estrenará el próximo año con la orquesta de Bayerisen Rundfunk, con Simon Rattel dirigiendo.

¿No se anima con otra ópera?

De momento vamos a estrenar esta y veremos. Cuando acabé “Café Kafka” tuve la necesidad de escribir otra ópera, y ahora no tengo esa sensación. Hasta 2029 tengo proyectos. El mundo de la ópera me fascina, pero también tengo mucha curiosidad en escribir música de cámara, en escribir sinfonías, en escribir conciertos...

¿Tiene miedo de que algún día la curiosidad se acabe?

No, no me lo he planteado. Supongo que si se acaba en un sitio, empezará por otro. Cuando yo era pequeño mi padre le decía a mi madre: este niño nos ha salido monotemático. Porque solo hablaba de música y tal. Pero después me empecé a hablar de filosofía, después de sociología, después... No sé. Vivimos en un mundo que nos proyecta tantas cosas que, si uno tiene inquietudes, siempre encontrará un sitio al que ir.

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