El universo de Blasco Ibáñez a través de la mirada de Segrelles: de sus cartas a las ilustraciones para sus libros
El encargo del autor al artista de Albaida para ilustrar sus novelas ve la luz ahora en una edición por el 130 aniversario de 'Flor de mayo'. Segrelles supo traducir visualmente el universo narrativo del escritor valenciano, guiado por las indicaciones que quedan patentes en su correspondencia

La carta de Blasco Ibáñez a Segrelles del 30 de marzo de 1923 junto a la bendición del barco 'Flor de mayo', ilustración para el libro homónimo. / Casa-Museo de José Segrelles en Albaida.

"Fíjese bien y verá que todas mis novelas se componen de dos elementos; el observado directamente de la vida que es naturalista y el ideado por mí, o sea, la parte poética del paisaje y las personas. Usted al ilustrar debe hacer la mitad de las láminas puramente realistas, y la otra mitad poéticas, fantásticas y 'agradables'. De este modo se abarcan todos los gustos, resulta más variada la ilustración y se interpreta más fielmente la doble faz de mis libros". Lo escribió Vicente Blasco Ibáñez el 22 de febrero de 1923, escrito desde su casa Fontan Rosa, en Menton (Francia), al pintor José Segrelles, dándole indicaciones sobre cómo debían ser las imágenes que acompañarían sus novelas. En este caso, se refiere a 'Flor de mayo', una de sus obras referenciales que retrata la crudeza de los Poblats Marítims de València.
La obra, que cumple 130 años, ha sido el motivo y excusa para poner sobre la mesa el gran legado que se conserva en la Casa-Museo de José Segrelles, en Albaida, quien conserva tanto la correspondencia de ambos como las ilustraciones que el artista hizo para varias novelas y que ahora, además, han quedado publicadas en una nueva edición de esta obra, impulsada por el gobierno anterior del Ayuntamiento de València a través de la concejalía de Cultura que dirigía Gloria Tello.
En el paseo literario que ofrece 'Flor de mayo' se puede disfrutar de unas imágenes crudas, en blanco y negro, que retratan con la maestría tradicional de Segrelles escenas y pasajes que Blasco Ibáñez describió sobre la complicada sociedad pesquera del siglo XIX.

Carta del 22 Febrero de 1923 de Vicente Blasco Ibáñez a José Segrelles / Casa Museo de Segrelles en Albaida.
Esa colaboración narrativa e ilustrada nunca vio la luz en tiempo y forma. Han tenido que pasar 130 años para hacerse realidad. En las correspondencias -un total de siete cartas entre 1923 y 1924-, el político y escritor también felicita a Segrelles por la obra entregada para la novela, después de las modificaciones que le emplazaba a realizar en cartas anteriores para hacerlas más amables.
Interpelado por el artista de Albaida, Blasco Ibáñez le explica que no sabe cuándo se publicarán sus novelas ilustradas: "Ocurre que lo de mis obras ilustradas no marcha, e ignoro por qué. Yo soy el primer interesado en que aparezcan cuanto antes, escribo con frecuencia a Llorca y a mis hijos y me dicen que va a ser enseguida; pero así vamos más de dos años. Crea usted que el asunto me tiene lo más fastidiado", explica.

Carta de Blasco Ibáñez del 9 Septiembre de 1924 a José Segrelles. / Casa Museo de Segrelles en Albaida.
Además, Segrelles no fue el único que ilustró sus novelas. Como él mismo explica en la misiva, José ('Pepe') Benlliure dio vida a 'La Barraca', pero de la editorial Prometeo le contestan "vaguedades o promesas que no se cumplen". En esa misma carta, le confiesa que está en el momento "más atareado de su vida" escribiendo 'La vuelta al mundo de un novelista'.
De todo este universo habló Susana Vilaplana el 16 de octubre en la ponencia realizada sobre Flor de Mayo, dentro de las jornadas que impulsa la concejalía de Cultura con la Casa Museo Blasco Ibáñez y que se prolongarán hasta el 27 de noviembre. La historiadora del arte y especialista en la obra de José Segrelles ofreció un recorrido visual y literario por las interpretaciones plásticas que realizó el artista.
Ilustraciones que suman intensidad poética
Vilaplana explicó la traducción visual del universo narrativo de Blasco Ibáñez, que recreó con sensibilidad tanto los paisajes como a los personajes del relato, que suman intensidad expresiva y poética a la obra del valenciano. "No son simples acompañamientos del texto: son lecturas visuales que amplifican el alma de la novela y nos permiten sentir su fuerza poética y humana", explicó.
La conferencia mostró por primera vez el conjunto completo de las cuarenta ilustraciones que Segrelles realizó para Flor de Mayo, acompañadas por el listado de títulos y las páginas correspondientes a la edición de 1919 que el artista utilizó como referencia. Cada ilustración se presentó junto al fragmento literario que inspiró su creación, permitiendo al público seguir el diálogo entre texto e imagen, así como comprender el proceso interpretativo y narrativo del pintor.

'En la processó', de José Segrelles para Vicente Blasco Ibáñez. / Paco Alcantara / Casa Museo José Segrelles
El resultado es un retrato de la dureza en la existencia cotidiana, la lucha contra un destino del que no puede escapar. "Segrelles, por su parte, supo captar y traducir visualmente ese universo con notable sensibilidad", dice la experta, quien explica que lo hizo con precisión "fidedigna". El artista siguió las instrucciones del propio Blasco Ibáñez, plasmando una visión realista "aunque impregnada de romanticismo, capaz de conmover el espectador y de reforzar la intensidad emocional del relato literario".
Más allá de 'Flor de mayo'
Vilaplana aportó nuevos datos sobre la colaboración profesional entre ambos, a través de cuadernos de trabajo de Segrelles donde anotaba los encargos y cantidades percibidas. Así, registró la realización de 32 obras originales para 'Los muertos mandan', mientras que ejecutó 25 ilustraciones para 'El intruso' y otras 25 para 'La catedral'. Para 'Flor de mayo' se registraron 40.
En esas obras, según Vilaplana y a tenor de la insistencia que se plasma en las cartas, Segrelles había depositado la esperanza de una proyección internacional, pero nunca llegaron a publicarse, lo que supuso "una profunda decepción para el artista". Años más tarde, Segrelles recuperó las obras y las incorporó a su colección particular, exhibiéndolas en galerías de València, Madrid y Barcelona.
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