Crítica|Música
Shostakóvich, en blanco y negro

Un momento del concierto. / Live Music Valencia

Temporada 2025-2026 del Palau de la Música. Programa: Obras de Mozart (Concierto para piano y orquesta número 9, 'Jeunehomme') y Shostakóvich (Octava sinfonía, 'Stalingrado').Orquestra de València. Solista: Alba Ventura (piano). Director: Álvaro Albiach. Lugar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1.400 espectadores. Fecha: Jueves, 30 octubre de 2025
El maestro riguroso y huidor de lo fácil que es el edetano Álvaro Albiach (Llíria, 1968) se ha embarcado en un hueso tan complicado de roer como la Octava sinfonía, 'Stalingrado', de Shostakóvich. Lo ha hecho en su retorno al podio de la Orquestra de València, de la que ha sido 'Principal director invitado' entre 2022 y 2024. Y, como de costumbre, lo ha hecho por derecho y sin paños calientes. Sumergiéndose en el tuétano del retablo sinfónico maestro sin limar crudezas ni endulzar nada. A lo Mravinski, pero casi cien años después. Y en València, que no es precisamente Stalingrado.
El resultado, estremecedor y demoledor: tanto como la extensa y extrema Sinfonía 'Stalingrado', en la que Shostakóvich ladea la grandiosidad hímnica y épica de la sinfonía precedente (la popular Sinfonía 'Leningrado') para sumirse en un universo más sombrío e introspectivo, acorde con los tiempos difíciles, de guerra y muerte, que ambientan cronológicamente esta sinfonía, compuesta en el verano de 1943, apenas unos meses después de la victoria soviética en la cruenta batalla de Stalingrado.
Albiach se creció ante el reto en una visión de alto voltaje, afilada y enfilada hacia sus más ásperos desgarros y crispaciones. “He querido recrear”, escribe Shostakóvich, “el clima interior de un ser humano aturdido por el gigantesco martillo de la guerra. He intentado relatar sus angustias, sus sufrimientos, su valor y alegría”. Late el Guernika, pero también El grito de Munch. Cromatismos y choques tonales. Disonancia y rabia. Shostakóvich pinta y Albiach cristaliza en blanco y negro la violencia y la devastación. El horror de la guerra. El asco de la guerra. Tras la meditación fúnebre que es la pasacalle el cuarto movimiento, el quinto y último tiempo concluye en un ambivalente y largo pianísimo que se desvanece en un final sin vencedores ni perdedores. Hielo.
Todo lo dijo, expresó y materializó Albiach con crecida maestría, convicción y criterio. Obtuvo vivo cómplice en una Orquestra de València entregada y de pronta y efectiva respuesta. En su conjunto e individuales. Desde el gran soliloquio del corno inglés en el primer movimiento, tan sentidamente cantado por el profesor invitado Fernando Gomis, como los sucesivos solos de flautín, clarinete, clarinete bajo, trompa, violonchelo, violín.... Todos, desde el timbalero Javier Eguillor a una precisa y ocupadísima sección de percusión y unas secciones de trompetas y trombones que quizá sonaron mejor que nunca, bordaron una versión de notable empaque sinfónico y artístico.
Antes, como luminoso contraste, se escuchó el más que bello Concierto para piano y orquesta “Jeunehomme” , obra temprana en la que Mozart ya anticipa el genio melódico de Las bodas de Fígaro. Bien secunda por Albiach y la orquesta, la barcelonesa Alba Ventura (1978) fue solista inflada de estilo y clase pianística. Un Mozart cantado con efusivo lirismo en el Andantino central y cargado de ligereza, chispa y gracia en los movimientos extremos, cualidades que también delinearon el fragmentito mozartiano ofrecido de regalo como respuesta al aluvión de aplausos: el bonito Rondó de la mal llamada Sonata fácil.
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