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Todos mienten

Dónde fueron a parar las ovaciones, sentirse los reyes del mambo, los abrazos de la feligresía. Ya ni feligresía les queda.

Plaza de la Virgen el día del primer aniversario de la dana

Plaza de la Virgen el día del primer aniversario de la dana / Levante-EMV

Alfons Cervera

Alfons Cervera

Un año ya y siguen escondiéndose como conejos asustados. Se asoman a la ventana por las noches y ven ojos espiándolos en todas las esquinas. Miran los teléfonos por si suenan de repente en esas horas intempestivas. Cada cual está en su casa, pero se sienten parte de un club al que ya no le quedan fans que los aplaudan. Con lo felices que eran. Con lo a gusto que se sentaban en los restaurantes de lujo y veían cómo los miraban desde las otras mesas con admiración. Con lo bien que les sentaban las estrellas Michelín en la solapa como si fuera una medalla ganada en alguna guerra de la que salieron haciendo la uve de la victoria con los dedos de una mano. Y ahora qué. Dónde fueron a parar las ovaciones, sentirse los reyes del mambo, los abrazos de la feligresía. Ya ni feligresía les queda. La maldita dana lo arruinó todo. Pero en ese todo no incluyen las 229 vidas que se perdieron en la barrancada, ni el dolor de las familias, ni los crujidos de los techos derrumbándose como en una película de efectos especiales.

Paseo por las calles que recorrió Mazón el día de la dana

Paseo por las calles que recorrió Mazón el día de la dana / Levante-EMV

En ese todo sólo incluyen sus intereses, lo que van a perder si la gente en la calle, la justicia y algunos medios de comunicación no paran de hacerles cosquillas a sus desatinos, a su impasible y cínica manera de contar lo que pasó aquel día aciago, a sus mentiras que sumadas una a una alcanzarían ya una cifra millonaria.

Cada día ha sido y está siendo una sarta de embustes. Los nombres del insomnio. Los del comité de las sombras: Carlos Mazón, Susana Camarero, Vicent Mompó, Juan Francisco Pérez Llorca. El presidente ya sin ningún honor en su biografía. La vicepresidenta, siempre ejerciendo de leal encubridora. El presidente de la Diputación, que suena como sucesor de Mazón pero no se sabe si mintió a Jordi Évole en la tele o a la jueza de Catarroja cuando declaró como testigo. Él y la vicepresidenta son los principales apoyos de Mazón. El último es el secretario general del PP en la Comunitat Valenciana, siempre atento a lo que diga el jefe. Hay algunos más y todos saben lo que hizo Mazón el día de la tragedia. Todos han añadido indignidad a la de un individuo que, además de los adjetivos que aparecen en los carteles de las manifestaciones para exigir su dimisión, es un caradura de campeonato. Releía la otra noche unos versos de Leonard Cohen y les he dado la vuelta para que esa gente se vea retratada desde la voz poética de uno de mis artistas favoritos: «Os habéis ganado el odio de la gente honrada. / Ya ni siquiera merecéis nuestra indiferencia». Ya no se merecen nada. Sólo nuestro desprecio. Bien claro quedó en el funeral de Estado: ahí Mazón medio escondido, vestidito de azul, desprendiendo el olor nauseabundo de los apestados. ¿Y a él qué?

Mazón y Maribel Vilaplana

Mazón y Maribel Vilaplana / Levante-EMV

Seguimos con los nombres. Uno nuevo que sacó este periódico hace unos días: Josep Lanuza. Esperaba a Mazón a la entrada del Palau la tarde del horror. Es su asesor principal. Los socialistas lo expulsaron del partido en Alboraia. Le dijo a las ocho de la tarde: «Presidente, hay muchos muertos». ¡A las ocho de la tarde llegaba Mazón al Palau de la Generalitat! De dónde. De hacer qué. Siempre dijeron que estaba allí desde las cinco recibiendo puntual información de la barrancada. ¿Por qué demonios no ha parado de mentir y por qué callan los del comité de las sombras? Tanto hablar de reconstrucción y ninguna reconstrucción es posible si no se levanta sobre los cimientos de la verdad. Hace una semana más de 50.000 personas salíamos a la calle en València para exigir no sólo que se vaya Mazón sino que la justicia pueda sentarlo en el banquillo de los acusados. Y más burlas a las víctimas: À Punt, la televisión pública valenciana, programaba una corrida de toros enlatada en vez de seguir la manifestación multitudinaria por el centro de València. Son gentuza. Y otro nombre: María José Catalá, alcaldesa de València. Para retrasar la salida de la manifestación dijo que no se podía pasar por la Plaza de la Reina porque había un acto fallero. Mentira: el acto se había anulado y nadie avisó a quienes organizaban la marcha. Y la Policía Local -¿a sus órdenes?- cifró el número de asistentes en 32.000. Está haciendo esa reducción desde hace ya muchas manifestaciones. Les importa un pito que 229 personas se fueran barrancada abajo para no volver nunca, aunque siempre las recordaremos. Todos mienten. Por encima de todo, hay que salvar al presidente. Por encima de todo hay que salvar a Mazón. Y en eso están.

Y un nombre fundamental añadido al comité de las sombras: la periodista Maribel Vilaplana. Otra que tal baila. Se escuda en el victimismo, en el machismo que dice sufrir cuando se la nombra y que ella utiliza para defender sus mentiras. Ha cambiado varias veces los horarios de su encuentro con Mazón y ocultado que él, gentilmente y sin ninguna prisa, la acompañó hasta el aparcamiento donde había dejado su coche para acudir a la comida del Ventorro. Y mientras tanto, a esas horas, casi todas las víctimas habían desaparecido ya bajo las aguas. Mañana lunes declarará como testigo ante la magistrada Nuria Ruiz Tobarra. Y está obligada a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. A ver qué hace. A ver.

Ha pasado un año desde aquel día trágico y ahí siguen. Abrigándose unos a otros. Mintiéndonos con un desparpajo que asusta. Tan tranquilos

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