Francisco Brines era la palabra encendida, vital, intensa. Un poeta que tuvo un universo lleno de desbordamientos fértiles porque sabía que la vida era temporal, finita. Y no hay metáfora más auténtica de la propia existencia que una tarde de toros, en la que están presente la vida, el triunfo, la muerte, el fracaso y la emoción. Este pensamiento fue la base de su mirada taurina: “El toreo es arte o no es nada", sentenció el maestro de Oliva. “Si el toro falta sólo se producirá el simulacro del arte, su parodia, y el espectador sensible (el espectador artista) lo rechazará, y no desde el entendimiento, sino desde la sensibilidad, porque no habrá sentido nada”, escribió en un artículo en 1983 publicado en la Revista Quites. Su infinita curiosidad le llevó a las plazas de València, Madrid o Sevilla y a analizar las faenas en el jurado taurino de la Diputación de València.

El Premio Cervantes fue seguidor de la tauromaquia de Antonio Ordóñez, Rafael de Paula, Paco Camino, El Viti, Antoñete, Paco Ojeda o Luis Francisco Esplá, con quien mantenía una buena amistad. Precisamente, el propio maestro alicantino guarda un audio del poeta valenciano en su teléfono que, con un hilo de voz muy fino y lejano, aseguraba que “Esplá es el torero más intelectual que he conocido”. Al histórico diestro no le gusta alardear de esta joya en forma de palabras habladas y solo la ha compartido con los más íntimos, pero, cada vez que pasen los años, cogerá más poso, más autenticidad. Como la propia poesía creada desde l’Elca. De hecho, en la mencionada Revista Quites también escribió que “con la mayoría de toreros sabemos ya lo que vamos a ver, pero con Esplá nada de esto ocurre. Él sabe muy bien que no existe una faena pensada o ideal, sino una faena concreta y adaptada a cada toro, y que sólo se puede ser, porque se ve a medida que se hace, sobre la marcha. Es la presencia y la conducta del toro la que irá señalando al torero el camino que debe seguir. Ya son varias las veces que he visto cómo Esplá, en un capotazo que no es adorno, ni busca aplauso, cambia una determinada querencia o una torcida predisposición del animal”.

 

Obviamente, el matador de toros afincado en Relleu tiene a Brines entre sus poetas predilectos junto a Constantino Cavafis, Rafael Alberti o Miguel Hernández. Esplá siempre destacó la “sinceridad absoluta” de sus textos.

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La única referencia a los toros en su poesía, según ha apuntado Carlos Marzal, pertenece a un poema de su libro ‘Palabras a la oscuridad’ (1996), titulado “Relato superviviente”, en el que narra su decepción vital después de salir de una corrida de toros de la Feria de Julio de València en la que toreaba El Cordobés. "La Fiesta es el espectáculo más bello y perfecto que han creado los españoles", dejó escrito recordando esa máxima de Federico García Lorca: "Los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo".

También en sus versos “Sueño poderoso” aseguraba que “la gloria de la vida fue creer que existía lo eterno: o, acaso, fue la gloria de la vida aquel poder sencillo de crear, con el claro pensamiento, la fiel eternidad. La gloria de la vida y su fracaso”. Como en el toreo, creer en la eternidad durante la efervescencia vital y emocionante de una faena y sucumbir al impacto de la muerte, de esa finitud. Como su “Ensayo de una despedida”, una manera fiel de despedirse, de enfrentarse a la vida. Gracias, maestro.