Elogiar la Feria de Fallas de 2022, con exceso de adulación, no tiene mucho sentido. Es verdad que es un ciclo con buenos carteles y hay que aplaudir su celebración después de dos años de amarga inactividad taurina en València. Pero no es suficiente porque la fiesta de los toros se juega su futuro cada día. Necesita más.

La verdad es que, tristemente, el serial josefino se queda muy corto -tan solo cuatro corridas de toros- con la aparición de nuevas ferias, como la Feria de Castelló, con siete corridas de toros entre marzo y junio, y el anuncio de la reaparición de Alejandro Talavante en la próxima Feria de San Isidro por parte de Plaza 1, con el antiguo empresario de València, Simón Casas, y el actual, Rafael García Garrido, a la cabeza. Ninguno de los dos ha podido traerlo a la capital valenciana después de su adiós a los ruedos de manera repentina en octubre de 2018.

Las dos noticias más importantes del panorama taurino esta semana, indirectamente, hieren la esencia de la Feria de Fallas de 2022. Los hermanos Matilla, al frente de Castelló, han presentado la temporada entera, con cinco corridas de toros, un festejo de rejones y dos novilladas sin picadores en marzo y dos corridas de toros en junio, a través de un comunicado, sin ningún tipo de boato.

Por vecindad geográfica, número de festejos y diversidad ganadera con la presencia de Adolfo Martín, Victorino Martín y Miura, el coso de la calle Pérez Galdós se lleva la palma. Además, Morante, El Juli, Manzanares, Roca Rey y Emilio de Justo doblan su actuación entre las dos ferias de la Plana. Aunque falta Diego Urdiales, triunfador en la Maestranza de Sevilla, y la inclusión de varias novilladas picadas, que sí están en València porque se exigen en el pliego. Sin ellas, el futuro se tambalea.

Aquí, en València, el próximo 9 de febrero será la presentación en sociedad de la nueva empresa de la plaza, Nautalia Viajes, y la oficialización de su primera feria, una de las más cortas de la historia.

La vuelta de Talavante

Por su parte, el regreso de Talavante era tan necesario como esperado. Él conserva el toreo de otra época, transmitido por Antonio Corbacho, uno de los descubridores de la figura de José Tomás, y apoyado ahora por el maestro Joselito. El diestro extremeño tiene un rostro anticuado, huesudo, pálido y afilado, como salido de los años cincuenta. Y el pelo de piloto de caza, peinado hacia atrás con gomina.

No es un torero cualquiera y ha elegido la primera plaza del mundo, Las Ventas de Madrid, para volver a torear en España después de cuatro años y tras su reaparición en el anfiteatro romano de Arles (Francia) en 2021. Cuatro tardes, por el momento, con cuatro ganaderías distintas: Garcigrande, Victoriano del Río, Alcurrucén y Adolfo Martín.

El toreo es un heroico esfuerzo artístico y ético, un ejercicio apasionado, espiritual y barroco hecho de dignidad y valor. Si no es sublime es, por lo menos, profundamente puro. Una estoica lección de vida que entronca Talavante y produce un entusiasmo nada accidental entre la afición.

El esfuerzo de Plaza 1 en Madrid es elocuente porque es el último san Isidro que programará antes del concurso de adjudicación de Las Ventas. Ese ahínco, desafortunadamente, no ha tenido tanto vigor en València y eso que es la primera feria de una plaza de primera categoría de la temporada.