Ureña se reivindica en Fallas

El torero de Lorca corta una oreja de ley tras una faena llena de apasionamiento y entrega - Francisco de Manuel también pasea un trofeo

Jaime Roch

Jaime Roch

Paco Ureña se reivindicó en la Feria de Fallas durante una corrida de toros que tuvo aspectos interesantes, pero que fue un letargo por momentos debido al pegapasismo y la masedumbre, aunque hubo tres toros de Juan Pedro Domecq más que interesantes. Y eso que no la mataban las figuras -que llegan en masa a partir de hoy con Castella, Manzanares y Talavante en el cartel- ni los toreros sevillanos, siempre encabezados por el sacrosanto Morante de la Puebla.

Dicho esto, me faltó una sonora ovación tras el paseíllo para Paco Ureña. La afición de València se la debía. Y él se la merecía por todo lo entregado aquí. El torero de Lorca hizo el paseíllo con el denso potencial retrospectivo de su historia. Sin apenas intermitencias fantasmales. Vestido con ese rosa y oro que se puso para reaparecer en esta plaza en 2019 mano a mano con Enrique Ponce tras su gravísimo percance en Albacete. Como si curase las heridas abiertas de su ausencia injusta en este coso de la calle Xàtiva años atrás. 

Cada paso retrotraía a una experiencia, a un reconocimiento que le ha llevado al riesgo inconstante de perder la vida, con la descomunal ventisca de la muerte acechándole y la pérdida de la visión de su ojo izquierdo. Y así se mostró durante toda la tarde de ayer, donde exhibió su versión más pasional. Por encima de exquisiteces y gustos estéticos, quedó su ambición y su exclusividad en el cuarto toro de la tarde. Ese fue un segundo sobrero de Montalvo, tras lesionarse el titular de la divisa sevillana y el primero bis del hierro salmantino. Nada bueno apuntó en los primeros tercios, además de su hechura alta y fea. 

El Montalvo sacó buen fondo y Ureña dominó en todo momento la embestida. Era el premio que el destino tenía guardado para él aquí en València. Porque su trayectoria, especialmente en el Cap i Casal, es un intempestivo cúmulo de grandes faenas, con un inconmensurable fondo de verdad, de pureza, de entrega. Trastiendas todas ellas de su historia de superación y, sobre todo, su amor al toro bravo.

Así que Ureña se ajustó al natural en series hondas y sentidas para dejar una faena compacta y redonda. Igualmente toreó por la derecha, donde hubo cierta profundidad. Dejó muestras de su técnica para saber apretar al animal en el momento justo y cuajar dos tandas de naturales en redondo que prendieron de emoción el tendido. Con el compás abierto y muy pasional, como de costumbre. Dejó una buena estocada y paseó una oreja de ley que bien hubiesen podido ser dos si el presidente hubiera atendido la petición de los tendidos. A ver si se mantiene el mismo criterio de exigencia estos próximos días. Durante la vuelta al ruedo, sufrió un golpe en la ceja de una bota de vino tirada desde el tendido. En su primero, un toro de embestida intermitente y demasiado corta, dejó tandas logradas por el pitón derecho, pero pinchó la faena. 

Paco Ureña y Francisco de Manuel pasea una oreja en la Feria de Fallas

Paco Ureña torea al cuarto en la Feria de Fallas / Nautalia/Litugo

Francisco de Manuel mostró su toreo cadencioso en el sexto, un toro de Juan Pedro Domecq con cierta movilidad que acabó rajándose en tablas. Pero lo que duró, supo aprovecharlo el joven torero de Arganda del Rey. Citando desde el sitio, dejó series ligadas llenas de plasticidad y rematados con unos pases de pechos marca de la casa. Paseó una oreja con petición de la segunda.

Su primero fue un animal desrazado y nada pudo hacer.

Un párrafo aparte merece Ángel Téllez, un torero que sabe torear muy bien pero que tuvo el mejor lote de la tarde y no supo aprovecharlo a pesar de la cantidad de muletazos que dio. El primero, «Jaraiz» de nombre, de preciosa estampa y de buena reata que recordaba a aquel toro indultado por Ponce en la Malagueta dentro del Espectáculo Crisol, tuvo un gran pitón izquierdo que fue un manjar de clase. Apuntó algún natural suelto, pero no acabó de redondear la faena. Nos quedamos con la miel en los labios. En el quinto, otro animal con cierta movilidad y buena calidad, también dio muchos pases pero no mostró la versión que tiene acostumbrado el torero de Mora de Toledo. Una pena. Dio la vuelta al ruedo.

Ureña se fue andando, pero besó la arena de la plaza de toros con la intención de volver. Ya hay fecha: el 19 de marzo.

Presidió Pedro Valero, exigente. Ureña (de rosa y oro): ovación y oreja con petición de la segunda. Téllez (de grana y oro): saludos y vuelta al ruedo por su cuenta. Francisco de Manuel (de grana y oro): Silencio y oreja. Destacó en banderillas Juan Navazo. 

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