Tomás Rufo: "Me gustaría ser un torero de València"

El torero toledano debuta en València después de su gran temporada pasada, en la que conquistó la Puerta del Príncipe de Sevilla y la puerta grande de Madrid

Jaime Roch

Jaime Roch

Tomás Rufo es la penúltima gran esperanza del toreo. Tiene 23 años y todavía vive en casa de sus padres en Pepino, pueblo toledano que nace a la vera de Talavera de la Reina. La conversación se desarrolla en el mismo salón de Egido Grande en el que conoció a Pablo Lozano, la ya desaparecida y sabia Muleta de Castilla. En la finca de Alcurrucén, semillero común de toreros de la talla de Palomo Linares y Manuel Benítez, «El Cordobés». Es la última apuesta de los Lozano, leales siempre a lo clásico: «Cuando voy a El Cortijillo, José Luis Lozano insiste en mi concepto y, a veces, cuando me salgo de él, me pide que vuelva al estilo clásico».

Rufo habla consciente de su temporada y degusta a fondo cada respuesta, con ese impulso de la juventud y de la ambición por querer conseguir su sueño: «Ser figura del toreo». Es, sin duda, un cañonazo de ilusión contra las paredes de los escépticos. Y su militancia por Manzanares padre y Paco Ojeda acumula sin reparar en matices esas alegrías por conquistar el futuro del toreo con una buena base.

La entrevista a Tomás Rufo, en imágenes

La entrevista a Tomás Rufo, en imágenes / R. Peris

Debuta en València por Fallas.

Es una de las fechas más importantes de la temporada porque Fallas es un trampolín para los toreros y, sobre todo, para los jóvenes como yo. Triunfar allí es un golpe sobre la mesa de cara al resto del año. Me estoy preparando muy a conciencia de lo que quiero conseguir en València.

¿Qué quiere lograr?

Sinceramente, además de un triunfo, me gustaría ser un torero de València. De esos que causan sensación.

¿En qué sentido?

Que en un futuro sea imprescindible mi nombre para la Feria de Fallas. Que no quepa la duda de quedarme fuera. Y eso solo se consigue en la plaza, triunfando y apretando. Como ha ocurrido en Castelló, donde he ido a recoger muchos premios este año.

¿Ha estado en la plaza?

Nunca, pero sí que he visto muchos toros allí a través de la televisión. De hecho, recuerdo una tarde que me impactó como torero. Fue un día 19 de marzo con El Juli y Perera en el cartel y hacía mucho viento. Los dos se jugaron la vida delante de los toros con un temporal tremendo. Cómo estuvieron esos toreros.

En Sevilla tampoco había estado y conquistó la Puerta del Príncipe.

Sí… Fue una tarde con mucha agua, pero la disfruté porque saboreé el día por completo. Desde la mañana en el hotel, el comentario del sorteo con la cuadrilla, el hecho de vestirme de torero y hasta hacer el paseíllo con dos titanes como El Juli o Roca Rey en una tarde de máxima expectación. A pesar del mal tiempo, tenía sensaciones muy positivas antes de que saliesen los toros.

La entrevista a Tomás Rufo, en imágenes

La entrevista a Tomás Rufo, en imágenes / R. Peris

¿Le asusta acartelarse con esos «titanes»?

Que va, es lo que he soñado toda mi vida: torear al lado de las figuras del toreo. Así que hay que saber mentalizarse para disfrutar de momentos como este y de carteles como los de València, al lado de maestros como El Juli y José María Manzanares.

¿Cómo se mentaliza?

Es un proceso diario. A través de mi entorno, mis entrenamientos, mis toros a puerta cerrada, mis tentaderos y mi toreo de salón mastico, por así decir, lo que puede venir y también lo que no. Los triunfos y los días en los que no salen las cosas.

¿Tiene dudas?

Claro, hay momentos entrenando que no salen las cosas porque no llego al punto que quiero y tengo ese miedo lógico de torear al lado de El Juli, Manzanares o Roca Rey. Pero bueno, luego en la plaza todo fluye. El vestido me transforma y me hace tener una mentalidad de un perro de presa, de intentar ser el mejor, porque al final mi meta en el toreo es llegar a ser figura del toreo.

Entiendo.

Los peores momentos son cuando no tengo el toro delante. Cuando estoy vistiéndome en el hotel o en el patio de caballos estoy deseando estar delante para poder expresarme.

¿Qué me dice de Roca Rey?

Es una figura del toreo indiscutible porque lleva mucha gente a las plazas y creo que ahora mismo es mi torero a batir. No lo conozco, no hay pique ni rivalidad, pero me gusta compartir cartel con él porque las tardes que hemos toreado juntos han sido muy importantes para mí como, por ejemplo, la tarde de la Puerta del Príncipe de Sevilla. Los triunfos en ese tipo de carteles valen por dos.

¿Y El Juli?

El maestro Juli ha sido mi ídolo desde pequeño. Yo veía a Dios cuando lo veía torear por su trayectoria tan precoz. De niño, siempre intentaba ir a una corrida suya de San Isidro. Lo admiro mucho primero como figurón máximo del toreo que es y luego por el trato personal que tiene conmigo.

¿Cómo es su relación con él?

Es muy bueno porque en cierto momento ha llegado un consejo o un apretón para que yo tirase hacia delante en la tarde. Luego en el campo hemos compartido muchos momentos juntos y es ahí donde de verdad aprendo de él.

¿Qué aprende?

Uno por uno no sabría decírtelo, pero, por ejemplo, viéndole la forma de enganchar y vaciar una becerra ya se aprende. Mira, de la última vez que le vi, aprecié que yo cogía la ayuda de torear de una forma y él de otra. Él, en lugar de meter el dedo índice por fuera, lo apoyaba y pensé que era para dirigir mejor la embestida. Así que ahora, con algunos animales, intento probarlo. Yo no pregunto nada, pero soy muy observador y me gusta ver. También he aprendido de él y demás toreros la entrega.

¿En qué sentido?

Pues que la entrega te hace cuajar una cantidad elevada de animales. Por ejemplo, a El Juli le he visto aquí en Alcurrucén una entrega máxima con una vaca y ha llevado su faena a un punto que es prácticamente inalcanzable.

La entrevista a Tomás Rufo, en imágenes

La entrevista a Tomás Rufo, en imágenes / R. Peris

¿Qué es la entrega?

Olvidarse del cuerpo cuando ya tienes cogido el ritmo, las alturas y la distancia del animal y disfrutar cuando te pasa la embestida por los muslos. Hasta el que menos entiende de toros, lo ve y tiene una conexión tremenda con la faena.

¿Cómo logra esa entrega?

Pensando 24 horas en el toro, sin parar de rebuscar en mi concepto para poder evolucionar como torero. Porque si ahora mismo yo dejara de torear un año, estoy seguro de que al año siguiente el toreo habría evolucionado.

¿Cuál ha sido su evolución?

Me preocupa mucho de torear de salón y siento los trastos de torear como una prolongación más de mis manos. No me cuesta enganchar al toro en el sitio que quiero. Depende si quiero más fuera, más dentro, más adelante, más atrás o soltarlo más lejos. Quiero decir, que me he preocupado de controlar todas las partes de la muleta.

¿Y el valor?

El valor no es enfrentarte a un toro. Eso lo puede hacer mucha gente, pero lo que de verdad marca la diferencia es tener la capacidad de darle diez muletazos seguidos.

¿Y la profundidad?

La trabajo mucho porque creo que es ahí donde la gente de verdad ruge. Desde que empecé, he basado mi concepto en un trazo largo y profundo sin forzar la postura de mi cuerpo ni tumbarme.

¿Ve algún tipo de vídeo?

Sí, veo muchos de José María Manzanares padre. Sobre todo, aquella faena al toro de Núñez del Cuvillo en la plaza de toros de Algeciras. Antes de pegar el primer muletazo, la gente ya estaba pegando el olé solamente con la forma de entrar al toro y de colocarse. Además de su reunión y su profundidad. También veo bastantes de Paco Ojeda.

¿Y qué le gusta de Ojeda?

Me pongo su faena a «Dédalo» de Juan Pedro Domecq en Sevilla. Hoy conseguimos parar los toros en el muletazo número 40, pero él lo paraba en el número tres. Eso es muy difícil y marcó una época en el toreo. Fue un revolucionario.