Lea Vicens y Guillermo Hermoso salen a hombros en la matinal

Tres cuartos de entrada asistieron a la corrida de rejones con toros de Fermín Bohórquez

Lea Vicens y Guillermo Hermoso salen por la puerta grande de València

Lea Vicens y Guillermo Hermoso salen por la puerta grande de València / Nautalia/Litugo

M.M.

La rejoneadora francesa Lea Vicens y el navarro Guillermo Hermoso de Mendoza salieron a hombros, tras faenas de muy distintos méritos, al final de la matinal de rejones de la feria de Fallas celebrada este domingo en València.

Los de la francesa fueron escasos, pero muy benévolamente premiados por el público y una presidencia que, sin mucho criterio, acabó concediendo las dos orejas, una de cada toro, que le sirvieron para acompañar a Hermoso por la puerta grande.

Pero, tanto con su primero como con su segundo, la amazona volvió a emplearse con tanta voluntad como irregularidad a la hora de clavar los hierros, casi siempre con escaso ajuste en los embroques y muy poca puntería para reunir los arpones.

Además, a ese segundo de la tarde, el de galope más enclasado de la corrida de Bohórquez, Vicens lo mató de dos rejonazos muy contrarios, uno de ellos prácticamente en la barriga del animal, que de por sí habrían sido motivo suficiente para negarle el primer trofeo.

En realidad, el nivel de concesión de orejas en los rejones fue tan poco exigente como en todo el fin de semana fallero, aunque al menos Guillermo Hermoso marcó las diferencias de valor entre unas y otras, al llevarse tres en esta matinal.

La primera, también muy "festivo", se la llevó de un tercer toro que se apagó pronto, pero con el que aún tuvo tiempo de bordar la "hermosina" de la casa, llevándolo hilado y pasándole la grupa de Berlín de un pitón a otro.

Más redonda fue su labor con el sexto, el Murube con más transmisión y raza y al que el continuador de la saga navarra clavó banderillas en tres apuradas y limpias batidas, y apuró en un emotivo final con rosas y un par a dos manos, con las palmas confundiéndose con el estruendo de la última mascletà de las fiestas. Las dos orejas que paseó hicieron justicia.

Su padre, Pablo Hermoso, también se llevó un trofeo en una corrida que suponía su vuelta a las Fallas después de veintitrés años, ya que desde entonces el de Estella cerraba por estas fechas su temporada mexicana.

Apenas pudo lucir con el que abrió corrida, al que castigó en exceso con dos rejones que aplomaron pronto al animal, pero sí que dejó huella de maestría con el cuarto, dejando la cima de la mañana al clavar banderillas con gran pureza sobre Basajaún, una novedad de su cuadra con el nombre del dios de los bosques de la mitología navarra.

Finalmente, y a tenor de lo visto y lo premiado, puede que lo más injusto de la matinal es que Pablo Hermoso tuviera que salir de la plaza por su propio pie.

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