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Nek Romero, un ídolo de Algemesí por la puerta grande

El novillero valenciano muestra una sólida versión y triunfa delante de una novillada de Virgen María desfondada

Alberto Donaire pasea una oreja y da una vuelta al ruedo el día de su debut con los del castoreño

Nek Romero sale por la puerta grande de Algemesí Moisés Castell/Prensa2

Un rugido del tendido se levantó cuando apareció Nek Romero en escena. “Es él”, pareció decir la afición allí presente como si exclamara con aguda sorpresa. Y es que el pueblo quería levantar en volandas a su nuevo ídolo fuera como fuese. Y así lo hizo: Nek Romero fue el primer nombre propio de la Setmana de Bous y también el primero en salir por la puerta grande, pese a los pinchazos en los dos novillos. Misión cumplida. Y todo ello gracias a la dimensión de solidez que mostró también en ambos animales. Porque Nek tiene un talento natural que es como una pegajosa tela de araña para Algemesí. Todos se pegan a ella cuando escuchan hablar de él o lo ven dentro de la plaza. Y eso que llegó justísimo al paseíllo, minutos antes de empezar, en unas calles rebosantes de afición. Y esa afición, que puso el cartel de “No hay billetes” un día más en el palenque de la Ribera, vio que no se puede estar mejor con tan poca materia prima, sobre todo en el tercero de la tarde, un ejemplar que brindó a su apoderado y maestro, Santiago López.

Aquí precisamente brilló a gran altura con un novillo muy parado, pero al que con la altura, la distancia y el terreno precisos supo hacerle una faena maciza, para, posiblemente, cortar las dos orejas, a pesar de que al novillo le costaba un mundo embestir por falta de casta más que de fuerza. De hecho, un arreón de manso le pegó una voltereta sin aparente consecuencia.

El capote de “No volem escola”

Aquí también lo que tuvo su encanto fue la seguridad que emanaba de la fuerte personalidad de Nek, que reaparecía de su cornada sufrida hace unos días. Un final ajustadísmo levantó al público que llenó los tendidos en su totalidad: “Eso sí que da miedo, yo eso no lo hago” le decía un niño a su madre tras apreciar el valor del novillero valenciano. Antes cogió las banderillas y desató también la locura a gritos de “torero, torero”. La espada se llevó la rotundidad de un triunfo tras pinchar tres veces y paseó una oreja.

También pinchó en su primero, donde mostró un capote pintado con el lema de “No volem escola” y paseó una oreja tras andar sobrado y mostrar oficio con otro animal con buen estilo, pero poco fondo. Inició de rodillas, estuvo templado y sentido con la muleta y expresivo con el capote. Los pases de pecho también tuvieron enjundia.

Alberto Donaire, un joven nacido Calahorra, debutó con caballos en Algemesí Moisés Castell/Prensa2

Debut con caballos

Alberto Donaire, un joven nacido Calahorra (La Rioja), pero criado en la Escuela Taurina de Valencia por motivos familiares, paseó una oreja del cuarto y dio una vuelta al ruedo en su primero el día de su debut con los del castoreño. El novillero, que venía de ganar el Bolsín Taurino de La Rioja, se mostró con las lógicas carencias del novel, pero apuntó maneras.

Sobre todo en el cuarto, donde manejó con suficiencia el capote y supo extraer con sacacorchos algunos estimables naturales, de bello dibujo y largo trazo. Una gran estocada de ejecución y efecto puso el triunfo en sus manos.

La novillada de Virgen María fue desfondada, descastada y justa de presentación. No ayudó en nada a los novilleros y, por eso, lo que se les hizo ahí delante tuvo su importancia. Todo hay que decirlo.

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