La novillada de Cebada Gago no tuvo el resultado esperado. Sobre todo, por ese argumento que siempre marcó la diferencia en esta casa ganadera tan legendaria y que la consagró definitivamente hace unos años: faltó la casta y fue como reinar sin corona. Hubo animales que valieron, claro que sí. Sobre todo, porque necesitamos aferrarnos a certidumbres de orden en medio de la sosería absoluta. Por eso, en algunos cebadas se apreció esa condición tan de moda ahora mismo como es la “toreabilidad”. “¿Y la emoción?”, se preguntaban algunos buenos aficionados a la salida de la plaza. Y nos quedamos sin respuesta.
Por eso, precisamente, ninguno de los cuatro ejemplares, todos ellos bien presentados y sin exceso de peso, convenció. Y eso que la divisa gaditana venía como una de las triunfadoras del serial del año pasado tras echar el mejor novillo de la feria.
Pero en esta edición, lamentablemente, no fue así. Ni mucho menos. Pero, todo hay que decirlo, tampoco ayudaron los dos novilleros, ambos debutantes en el palenque de la Ribera y con el cartel de ser dos de los punteros en su escalafón y con buen crédito entre la exigente afición de Las Ventas: Jorge Molina y Sergio Rodríguez. Los aceros fallaron en absolutamente todas las faenas y, encima, de manera reiterada.
Jorge Molina fue silenciado en sus dos novillos. El espada de Torrijos (Toledo) naufragó en el caos, sobre todo en su primero, un buen novillo de Cebada que se desplazó con largura por los dos pitones. Ese primero embistió con fijeza y obediencia, sin ninguna maldad pese a ser la ganadería que era, y, aunque fue un poco más tardo por el pitón izquierdo, debió ser un ejemplar para más cosas. Por lo tanto, Molina mostró que es difícil tener y, sobre todo, mantener un criterio claro sobre lo que estás haciendo delante del astado.
Y lo mejor de la tarde lo realizó Sergio Rodríguez en el cuarto y último. Este fue un novillo suelto en los primeros tercios (y hasta huidizo del capote del banderillero Juan Carlos Rey), pero que en la muleta se vino arriba y tuvo un conjunto de virtudes que bien le valieron al novillero de Ávila.
El mejor novillo de la tarde
“Fugitivo”, que en el orden de lidia venía con la errata ortográfica de escribirlo con “j”, embistió con codicia por abajo, muy humillado y entregado. Y de esta forma seguía en todo momento los vuelos de la muleta, con un recorrido extraordinario, sobre todo por el pitón derecho. También fue el mejor de hechura por bajo y armónico. Duró el animal y al natural, cuando se hizo el ánimo, Rodríguez cuajó lo mejor de su actuación: despacio, largo y por abajo hizo el toreo. A derechas también toreó bien, con estilo y elegancia. Tal y como le pasó en su primer oponente, se pasó de faena y lo pagó. El animal tuvo su dificultad para pasaportarlo y, tras un aviso y tres golpes de verduguillo, dio una vuelta al ruedo. Un trofeo también se esfumó en su primero tras torear francamente bien de rodillas en el inicio, estar correcto y aguantar algún parón. Menos mal que la feria sigue esta tarde.