Era el día. Y, hasta el último momento, hubo esperanza. Fue en la muerte del cuarto novillo, cuando la plaza entera al unísono pidió el sobrero para Nek Romero, que cumplía su segundo paseíllo en la ‘Setmana de Bous’ ataviado con el vestido azul rey y azabache con el que recibió su bautismo de sangre hace unos días en Cadalso de los Vidrios (Madrid).
La polémica
Las 4.000 personas que abarrotaron los tendidos querían volver a ver al novillero local, que ya había pasaportado hasta cuatro astados en el serial. Pero no pudo ser, aunque el propio torero también hizo el gesto a la presidencia para que le echaran otro novillo. Según fuentes consultadas, para echar un sobrero debe haber «consenso» entre el director de lidia, en este caso Marcos Linares; el empresario de la plaza, en este caso el presidente de la Comisión Taurina de Algemesí, Alberto Fernández; y el propio torero que lo pide, Nek Romero, o sus apoderados, Santiago López o Juan Ruiz. Y en este caso no hubo consenso.
Más allá de esta polémica situación, que fue la que desató mayor conmoción a lo largo y ancho de la tarde, fue un festejo que pasó lamentablemente de la expectación a la desilusión en un abrir y cerrar de ojos debido al pobre juego de la novillada.

Minutos antes del paseíllo, la expectación se desbordaba entre las sobremesas de los bares y restaurantes de los aledaños de la plaza de toros de Algemesí, sin reservas desde hacía semanas. El carrer de la Montanya era un hormiguero de gente, no se veía el final. El rocafull del Café Chester estaba casi agotado. Ningún cadafalero tenía entradas para vender. Estaba el papel acabado, como cada día de feria, pero la de ayer era una tarde en la que había puestas muchas ilusiones. Y es que en un mismo cartel se volvían a unir la novillada triunfadora de la ‘Setmana de Bous’ del año pasado, Victoriano del Río, y el novillero de la tierra, aquel niño que empezó a ver las novilladas a través de las rejillas de los tablones que configuran la espectacular plaza de la Ribera hecha de madera y cuerdas, Nek Romero. Pero no se repitió el triunfo.
Oreja por coleta
Marcos Linares mostró su buena condición de torero a días de tomar la alternativa. Cortó una oreja en su primero y dio dos vueltas al ruedo en el segundo de su lote. A buen seguro que Nek hubiese paseado las dos orejas de su primero tras un extraordinario inicio de rodillas, con dos series larguísimas de muletazos y trazo por cada pitón con un natural inmenso mirando al tendido. El animal ni humilló, ni transmitió y embistió a oleadas por su falta de fortaleza, pero Nek anduvo sobrado y sentido. Poco más pudo hacer.
El último fue un inválido con el que poco o nada hacer Nek, que fue volteado sin consecuencias. La gente pidió, incomprensiblemente, que cambiaran al animal en el tercio de muleta. Algo que es antirreglamentario. Lo más destacable fueron algunas verónicas bellísimas de su inicio.