La previa a la apoteosis de Ponce: la habitación 271, una visita a la Virgen y un vestido para la historia

El maestro de Chiva pasa sus miedos rodeado de su familia antes de estrenar en la plaza un terno blanco y plata, idéntico al que debutó con apenas 16 años y que tuvo que vender de novillero

Ponce, a punto de liarse el capote de paseo con su cuadrilla en la plaza de València

Ponce, a punto de liarse el capote de paseo con su cuadrilla en la plaza de València / F. Calabuig

Jaime Roch

Jaime Roch

València

Enrique Ponce ha disfrutado como pocas veces las horas previas a torear en la plaza de toros de València. Quizá, en este caso porque fue la última vez: tuvo que pedir un sobrero de Juan Pedro Domecq de nombre «Triquiñuelo» y cortarle las dos orejas en séptimo lugar después de haber firmado una faena que es un proceso emocional que va más allá de la simple identificación de lo que hizo delante del toro. Como si el tiempo no hubiera pasado por él.

El torero valenciano llegó a València el pasado lunes por la noche junto a su mozo de espadas, Rubén Arijo, y después de recoger en Madrid el vestido que estrenó: un terno blanco y plata con cabos negros y con un bordado significativo que representa el azahar, la flor de los naranjos.

Con el mismo, el 10 de agosto de 1986 en Baeza debutó vestido de luces: «Juan, te brindo la muerte de este novillo porque tú y yo vamos a mandar en esto», dijo en el brindis dirigido a su apoderado. Meses antes, su apoderado y él se marcharon al sastre Justo Algaba y como Ponce, novillero con aspecto infantil por aquel entonces, no tuvo más remedio que hacerse uno nuevo porque todos le venían grandes. Ese mismo terno también se lo puso en 1988, cuando debutó con caballos en la plaza de toros de Castellón con la novillada de Bernardino Píriz junto a Curro Trillo y Luis Torres con apenas 16 años. Pero años más tarde tuvieron que venderlo para adquirir nuevos vestidos más acordes a la talla y al crecimiento del joven novillero.

Ayer, Poncese quedó en el hotel Vincci Lys -esta vez no ha elegido el Hotel Balneario Las Arenas- para vestirse de torero como en los últimos años-. El martes, cuando se levantó tranquilamente, se marchó a la basílica de la Virgen de los Desamparados junto a su tío Leandro, un ritual de siempre que tiene el diestro de Chiva antes de torear en la plaza de toros de València en el que enciende unas velas y reza a los pies de la ‘Geperudeta’. Por la tarde, justo 24 horas antes de torear, tuvo una audiencia con el president de la Generalitat, Carlos Mazón, en la que también participó su familia y el torero Vicente Barrera.

Tarde histórica de Ponce en Valencia: en hombros hasta el hotel

LEVANTE-EMV

Habitación 271

Ese martes por la noche se despidió de su familia en la puerta del céntrico hotel y tranquilamente se despertó ayer en la habitación 271 cuando el sol ya vencía el mediodía por la ventana y el vértigo del miedo ya apretaba en el estómago. En torno a las 13.30 horas comió y se relajó hasta la hora de vestirse, alrededor de las 16.45 horas.

A las 18 horas empezó el festejo. En la habitación 271 aguardaban la espera de su regreso su madre Enriqueta, junto a su tía Guadalupe y la mujer del tío Leandro, quien sí que estuvo presente y se levantaba del asiento para autoproclamarle el número uno desde el tendido este 9 d'Octubre.

Su primer vestido

A Ponce siempre le dió haber perdido el rastro de aquel primer vestido. Pero, casualidades de la vida, cuando estaba convaleciente de la gravísima cornada de León (23 de junio 2002), se acercó a visitarle un matador de toros extremeño llamado Alberto Manuel, de Coria, quien también debutó en los ruedos con el mismo vestido del maestro de Chiva. Él le devolvió ese terno blanco y plata de su debut después de tantos años. Un terno tan menudo, pero a la vez tan grande: el origen de sus ilusiones, que son las de aquel niño de 8 años que empezó a torear... de su concepto, de los episodios gloriosos de una trayectoria sin parangón en la historia del toreo

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