Hijo pródigo del toreo
La editorial El Paseíllo recupera 'Los heterodoxos del toreo' de José Alameda, el escritor que toreaba con la muleta de Belmonte

Ilustración de Carlos Fernández Valdemoro, conocido como José Alameda / Robert Ryan
"El toreo es tan difícil de ver porque es un arte en movimiento, un arte en el tiempo, que nunca se detiene para que lo alcances, ni deja respiro para que lo vuelvas a pensar antes de haber transcurrido. El aficionado tiene que tener mucha imaginación, toda la necesaria para volver a pasar el toreo por su corazón y por su frente, pero tampoco más para no inventar lo que no ha visto. Ver el toreo es más difícil que tener oído para la música. Difícil, en el sentido de infrecuente, no de trabajoso", escribe en Los heterodoxos del toreo Carlos Fernández Valdemoro, conocido taurina y mundialmente como José Alameda, uno de los mejores escritores de toros que han existido.
Una exquisita edición de la editorial El Paseíllo ofrece una nueva oportunidad para adentrarse en su literatura desde un punto de vista histórico e incluso ideológico en lo que se refiere a conceptos del toreo. Además, lo hace con su apartado gráfico original y con el añadido de preciosas ilustraciones de Robert Ryan. No será la única obra del narrador republicano exiliado en México que publicará El Paseíllo porque próximamente también sacarán a la venta el que se considera su primer libro de toros, titulado El toreo, arte católico y Disposición a la muerte, o su magnánimo libro Los arquitectos del toreo moderno.
La definición del toreo
Fundamentalmente, lo que Alameda demuestra en Los heterodoxos del toreo es una depurada maestría en el discernimiento de las razones últimas del toreo y, en consecuencia, de sus vivencias con los maestros del toreo, de los que asegura que son los que peor explican el asunto taurino. Quizás radique en esa plenitud el singular sentido de las descripciones que trasciende de la propia literatura taurina para convertirse en la más universal, como el estallido del toreo más puro. Los heterodoxos del toreo es un libro gozoso y sabio porque Alameda, como también lo hicieron Corrochano, Felipe Sassone o Guillermo Sureda, ha llegado a interpretar e interiorizar con manifiesta sabiduría la tauromaquia, cosa nada fácil.

Portada de 'Los heterodoxos del toreo' de Alameda en la editorial El Paseillo. / Levante-EMV
Y es que desde niño trató con Rodolfo Gaona y Manuel Jiménez Chicuelo. En la adolescencia también iba de tentaderos por Salamanca con Juan Belmonte e incluso El Pasmo de Triana le cedía en algunas ocasiones su misma muleta y aseguró: "Mire usted si tendría temple Belmonte que los primeros pases se los daba yo tan bien como él, porque la becerra no se había percatado del cambio. En cuanto la becerra sentía que ya no estaba Belmonte, se me destemplaba".
Aunque solamente dos toreros le impresionaron por su imagen fotográfica antes de verlos en acción: el mexicano Carmelo Pérez y el segoviano Victoriano de la Serna representaban "un más allá" de lo que Alameda conocía.
El arte de Cúchares
¿Por qué se llama a la tauromaquia arte de Cúchares?, Alameda lo recuerda en el libro: "Cúchares le quita a la muleta la servidumbre de azafata de la espada. La coloca el trono y hace con ella eso: el arte de Cúchares". Y también destaca la pureza de Rafael El Gallo, hermano de Gallito, el rey de los toreros: "Rafael parecía capaz de pasar como el rayo de sol por el cristal. Un tipo así de transparente frente al toro no habrá quien lo vuelva a ver".
Sin dejar de ensalzar la importancia de Belmonte, el más heterodoxo de los toreros, el Quijote del toreo en palabras de Alameda, su amigo: "Lo que había en Belmonte nadie lo podía imitar: era su disposición a la muerte. La entrega absoluta, ese golpe de alma capaz de acabar con todo cuando se está dispuesto a acabar con uno mismo. No importa si es frente a los molinos de viento o a los toros. Belmonte es el Quijote del toreo". Lo mismo ensalza del mexicano Carlos Arruza, máxima competencia de Manolete: "Ponía en juego todo, empezando por la vitalidad física, que enriquecía su toreo". En referencia a Victoriano de la Serna también explica que "el gran toreo, el verdadero toreo, se puede dar pocas veces, se da, de hecho, pocas veces. Esas planas cargadas de orejas y rabos que los periódicos publican a principio de la semana, casi nunca tienen que ver con el arte".
Son de sobra conocidas sus demás frases: "El toreo no es graciosa huida, sino apasionada entrega". Pero para entenderlas completamente no hay que dejar de leer a un auténtico hijo pródigo del toreo como José Alameda, fiel a los clásicos ideales estéticos de la tauromaquia.
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