Garibay, nueva promesa mexicana

El jovencísimo novillero de México D.F. dibujó varias series de naturales que fueron lo mejor de un festejo en el que el valenciano Marco Polope también puntuó

Jaime Roch

Jaime Roch

València

Ignacio Garibay se confirmó como una nueva promesa mexicana este domingo prefallero, un día en el que siempre hubo una corrida de toros en la plaza de toros de València, aunque ahora se haya sustituido -por lo menos en este año- por una novillada sin picadores de la ganadería José González, con reses manejables en líneas generales. Solo hay que echar la vista hacia atrás y recordar a Román Collado hace justo 365 días en la tarde de su vida con seis toros en solitario para celebrar su décimo aniversario de alternativa.

Pero vayamos a lo concreto, porque ayer hubo una buena entrada del festejo de promoción que puso sobre la mesa varios nombres propios. El primero de ellos, como decía, Garibay, hijo del matador de toros con el mismo nombre y, cosas de la vida o del destino, al que Vicente Barrera hizo matador de toros en Torrejón de Ardoz (Madrid) en 1999.

Más allá de esa conexión valenciana, las Fallas han descubierto a un joven con muy buena proyección y sólido para el poco tiempo que lleva en esto por mostrarse tan seguro y con tantos recursos solventes ahí delante del novillo. Destacó, fundamentalmente, al natural por la desnudez en el trazo, por la muñeca tan suelta y acompasada para llevar toreado al animal con el ajuste, la limpieza y la hondura de los que hacen el toreo de cante grande. Hierático, atalonado, solemne en definitiva también por la mano derecha, el mexicano llegó mucho al tendido y dejó una soberbia estocada. El público le pidió las dos orejas con fuerza y el presidente puso orden entre tanta condescendencia con un solo apéndice. Aunque, todo quede dicho, la versión mostrada por Garibay tuvo el peso de las dos orejas.

La novillada sin picadores de la Feria de Fallas, en imágenes

Marco Polope pasea una oreja en la Feria de Fallas / Germán Caballero

La verticalidad de Polope

Por su parte, Marco Polope interpretó el toreo con la verticalidad de su quietud, una manera personal que, al parecer, ha heredado de su hermano Miguel, presente en el callejón. El joven de Torrent paseó una oreja tras torear bien por la mano derecha, llevando largo y templado al novillo. Destacó por el espadazo extraordinario de ejecución y efecto.

El francés Clotis cortó otro trofeo tras mostrar oficio con el novillo más complicado. También dejó buenos lances a la verónica.

Por su parte, Nicolás Cortijo perdió el trofeo con la espada y El Mosti y Manuel Fuentes se mostraron con las lógicas carencias de los principiantes. 

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