Al calor del toreo por San Juan

Las grandes tardes de toros de la Feria de Hogueras te seducen por su ambientazo de ‘No hay billetes’ el pasado sábado de la mano de Andrés Roca Rey, por su color, su música, su pasión, su luz tan mediterránea cerca de la playa y en definitiva por la gran fuerza de la gravedad que supone el toreo vivido en directo.

Así que la Feria de Hogueras de Alicante ha sido una feria con argumentos. Siempre ha ocurrido algo hermoso y digno de ser contado en el ruedo de la plaza que vio crecer a toreros de la talla de Gregorio Tébar 'El Inclusero', impulsor del clasicismo en Alicante y de todos los demás mimbres que vinieron detrás como José María Manzanares o Luis Francisco Esplá.

Las corridas de Victoriano del Río, Núñez del Cuvillo y Victorino Martín embistieron y no poco con hasta cinco toros de nota en cada encierro. Así que ha embestido un importante número de toros, muchos más que en ediciones anteriores, y también se han cortado más orejas porque el toro que aquí se lidia es proporcionado, equilibrado para una plaza de la categoría de Alicante y, este año, ha salido con un punto por encima de su remate habitual, especialmente en la de Victorino Martín que lidió en solitario Manuel Escribano. En definitiva, el público acudió a la plaza y además hubo diversión, disfrute.

Sobre todo, en el tramo final de las Hogueras ha quedado de manifiesto que Alicante ha vivido un abono de numerosos éxitos. La apuesta de Manuel Escribano salió cara y la afrontó con total solvencia y entrega llena de emoción en una encastada corrida de Victorino Martín, donde se indultó a un toro de extrema clase de nombre 'Bohemio'.

Roca Rey, en figura

Andrés Roca Rey tampoco se permitió salir de Alicante sin imponerse a la buena corrida de Victoriano del Río. Su segundo toro, noble, le dejó desarrollar la idea que tiene en la cabeza. Muletazos intensos, profundos, macizos. Roca Rey daba su dimensión de torero importante. Pocas veces se le vio torear tan templado como esa tarde en Alicante. Ganó en los terrenos, en el pulso, en la distancia. Un tratado de tauromaquia en la plaza de toros de Alicante. Extraordinario por el derecho con un severo arrimón entre las puntas al final. Se lo sacó por delante. Por detrás. El valor florido a raudales salió a relucir. Generoso y con quilates. De auténtica figura del toreo. El público, en pie, le pidió el doble trofeo que el presidente, incomprensiblemente, dejó en uno que al obtenido en su primero le hizo salir en volandas.

Un bravo Navalón

En ese festejo también estuvo Samuel Navalón, al que había colocado Roca Rey en el cartel tras su ausencia de la pasada Feria de Fallas. Así que el bravo Navalón anduvo espléndido con un gran toro de Victoriano, pero no acertó con la espada y todo quedó en una oreja. Fue cogido sin consecuencias. Pero en Navalón relució toda la tarde su imponente facilidad. Su aplomo en la dificultad y en el bueno. Su sereno valor. Una perseverancia heladora. Un equilibrio innato a la hora de jugarse la vida. Mandando en la plaza. Inteligente en el planteamiento. Fue una pena que no compartiera la puerta grande con Roca Rey.

Al día siguiente, la corrida de Cuvillo también embistió mucho con un animal superior: 'Gavilán', que fue indultado por Talavante tras una faena de más técnica que alma. Fue una máquina de nobleza, un carretón dulce, un toro bravo y bueno. El matador le enjaretó cuantas tandas quiso colocándose allí donde quería y sin preocuparse más que de torear y torear.

Marco Pérez resultó cogido de muy faena manera y se lesionó en la cadera. El joven estuvo valiente, inteligente, honesto y torero. Las tandas se sucedieron en la boca de riego con muletazos largos, templados, muy llevados y sin dejar que el cuvillo le tocase la muleta. Apostó fuerte el nuevo matador y ganó con holgura la batalla. Sí señor. Faena muy importante. Paseó la oreja camino de la enfermería.

Puerta grande para Ortega

Ese día, Juan Ortega volvió a demostrar que es un privilegiado con el don del toreo y realizó cosas bellísimas a su lote de Cuvillo. Salió por la puerta grande.

A Manzanares, como viene siendo habitual, le faltó corazón, alma, variedad, espacio para la improvisación. Más derechazos, más naturales, sí, pero aquello no terminaba de reventar en ninguna de las dos tardes. En su segundo compromiso cortó cuatro orejas frente a un gran lote del Puerto de San Lorenzo tras manejar con suficiencia la espada. Cayetano también tuvo otro buen lote de la divisa salmantina… en una tarde que Morante dejó detalles geniales y solo ellos fueron un agravio comparativo con los compañeros de terna.

Finalmente, Tomás Rufo triunfó el día de San Juan también con su particular dimensión de toreo. Los pinchazos fueron óbice para no lograr la puerta grande a Daniel Luque frente a un endeble encierro de Zacarías Moreno.

Y así, con un ramillete de buenas faenas y buenos toros, concluyeron unas Hogueras para el recuerdo.

Suscríbete para seguir leyendo