Una faena histórica
Curro Vázquez, lo que es (y debe ser) el toreo
El maestro de Linares recupera la esencia de una manera única de torear con quince muletazos en Las Ventas y nos enseña el camino del futuro de la fiesta taurina

El maestro Curro Vázquez sale por la puerta grande de Madrid el día del festival para Antoñete tras cortar dos orejas. / Plaza 1

El toreo bienhadado y trascendente, en suma. Una escasa, pero feliz incursión en Las Ventas. Una huella significativa para el que estuvo en el tendido de la plaza de toros de Madrid el pasado 12 de octubre. La tauromaquia de un hombre con 74 años frente a lo hondo, sin más equilibrio ni más medida que su propio sentimiento, esa sustancia tan conmovedora en su interior que le impulsó a acceder a torear el festival de Antoñete frente a la propuesta de Morante de la Puebla, norte, guía o paradigma de lo auténtico que ideó lo que supone ya un día histórico para la fiesta taurina con su sorpresiva retirada a última hora.
La decisión (inconsciente, preconsciente y finalmente consciente) del maestro de Linares no deja de mostrarnos la amistad que le profesaba a Chenel, el torero del mechón blanco, su afinidad sentimental y la coincidencia de su vocación por el toreo clásico y puro. Su ejemplo el otro día sigue demostrando el hecho de que su trayectoria sea tan considerada y tan apreciada en la primera plaza del mundo.
La faena
Así que, por muchos recursos de intensidad adjetival que empleemos, la faena de Curro Vázquez en el festival no se puede -ni se debe- describir meticulosamente ¿Cuántos naturales? ¿Cuántos derechazos? ¿El final por abajo? En su conjunto queda la presentación del engaño, el contenido de la ejecución de los muletazos tanto en su desarrollo como en la finalización, la forma de andarle al toro, como lo hacía Domingo Ortega, la ortodoxa ejecución. La importancia del cite y el remate.
Pero directamente no se puede contar porque no se alcanza en toda su grandeza después de lo vivido. Solamente con quince muletazos -algunos menos, quizá- podemos afirmar que Curro Vázquez, muchas décadas después, se mantiene en pie gracias a su pureza y a la traslación razonada de su torería tan auténtica a los tiempos actuales, sin perder esa pátina de naturalidad que solamente tienen los elegidos. El toreo decantado. O la decantación del toreo con una faena disconforme con lo cuantitativo, ahora que en las labores modernas suelen constituirse con alrededor de medio centenar de pases. ¡Cómo venía expresado cada muletazo, con sus propias e internas claves sentimentales! ¡Qué embroque!

La naturalidad y la torería de un maestro del toreo: un natural de Curro Vázquez en Madrid el 12 de octubre / Plaza 1
Y esa fue verdaderamente su importancia. La grandeza de un concepto recuperado con toda su ética -y estética también- a cuestas. Un foco aislado en el toreo de hoy en día, un faro de luz, pero que debe marcar el camino de lo que es (y debe ser) la fiesta de los toros.
La plaza en pie, arrebatada, apasionada, después de cada tanda del maestro Curro Vázquez, enfrascada en una espiral de emoción. Su misterio del toreo se mantenía intacto como un enigma, que era la prueba verdadera del milagro del toreo. En definitiva, el poder del milagro del toreo, que es en el fondo el único poder del que estaban investidos todos sus muletazos y del único poder del que se sabe poseedor el maestro Curro Vázquez.
Al final, la manera con la que cruzó la plaza, con la muleta suelta y arrastrada por la arena mientras Las Ventas le jaleaba conmocionada, solo, con pasos cortos, los ojos empañados de lágrimas y el alma llena después de romperse las muñecas en una faena de trance emocional daba la impresión de que, seguramente, era la última vez que lo hacía. Que no habrá otras reapariciones en el futuro.
Los nuevos valores
Así que, en esta nueva fiesta sin Morante de la Puebla, el ejemplo de Curro Vázquez debe reinar. Ahora, Pablo Aguado y Ginés Marín son dos toreros criados por el propio Vázquez -igual que el maestro Diego Urdiales- que deben asumir el peso de ese concepto tras ir puliéndolo poco a poco años atrás. Tienen una gran capacidad interpretativa de todo lo dicho por el maestro de Linares, además de excelentes virtudes para el toreo.
En esa línea de la naturalidad y el buen toreo, hay dos jóvenes matadores de toros recién alternativados como son Fabio Jiménez, nacido en La Rioja, y Roberto Martín 'Jarocho', de Burgos, que están en ciernes, pero que merecen tiempo para abrirse paso en el futuro. Sin olvidarnos de Mario Navas, de Valladolid, que también siente esa forma tan auténtica de torear. Sigamos el ejemplo de Curro Vázquez.
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