Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El peligro de perder un curso

El curso que dará comienzo en septiembre será muy diferente a lo que conocíamos, sobre todo por la amenaza constante de una educación en casa

El peligro de perder un curso

Un teléfono móvil para una familia con cuatro hijos. Cuando uno hace los deberes su hermano no puede y cuando por fin le toca su padre necesita hacer una llamada. Vivir con tu familia en un piso pequeño, o ni siquiera eso, en una habitación compartida, sin un espacio para estudiar. Que tu vecino te preste su wifi. Son casos reales de niños que pasaron el confinamiento desconectados de la escuela porque lo tenían prácticamente imposible. Ahora, estos alumnos empobrecidos afrontan un curso que será muy distinto a como lo conocemos, con una educación semipresencial en caso de rebrotes. La casa donde nacieron determinará (todavía más) su futuro.

Esto significa eliminar de un plumazo el papel del colegio como atenuador de las diferencias sociales. En la escuela todos los niños son iguales: el hijo del fontanero puede llegar a ser periodista, y la hija de la que friega escaleras podrá ser doctora el día de mañana. En su lugar, el año que viene podría aparecer el factor de la vivienda, donde las brechas -no solo la digital, sino la de clase, la económica, la cultural y la del capital social- se vuelven abismos. El posible cierre de los centros (tal como sucedió desde marzo del curso pasado) no perjudicará igual a todas las clases sociales: mientras que los niños de familias con recursos apenas notarán los efectos, los alumnos más vulnerables arrastrarán problemas a largo plazo e incluso pueden llegar al abandono escolar.

Son 120.000 los niños que padecen pobreza severa en la Comunitat, un 16 %. Niños que pasan frío en invierno y calor en verano, que sufren de obesidad -aunque parezca contradictorio, un kilo de dulces de marca blanca es más barato que un kilo de fruta-, que viven en pisos inadecuados con ingresos inestables. Por eso, desde Save The Children lo tachan como el grupo a cuidar durante este próximo curso, que puede dejar atrás a parte de una generación. «Nos preocupa muchísimo que se ahonde la brecha entre ricos y pobres. Si hay que elegir, escogemos reforzar a los alumnos más empobrecidos» asegura el presidente de la entidad en la Comunitat, Rodrigo Hernández.

Porque la brecha no es nueva. De hecho, el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económmico (OCDE) «A broken social elevator? How to promote social mobility» ya describía España como un país «pegajoso». Y además con una particularidad: no solo tenemos un «suelo pegajoso» que hace que los niños de contextos humildes lo tengan más difícil para prosperar, sino que también existe un «techo pegajoso» que evita que los niños de familias adineradas no caigan en el desclasamiento. La mayoría de los niños con padres y madres más educados (69%) acaban cursando una carrera o posgrado universitario, mientras que menos de uno de cada cuatro de las familias con menos educación lo hacen.

¿Qué peligros afronta esta generación marcada por la pandemia? Los expertos consultados apuntan claramente al abandono escolar. El peligro de que parte de una generación se quede por el camino. «El mayor reto que enfrentamos es la pérdida de motivación. Lo más importante en el sistema educativo es la motivación, y más para estos chicos. Sin eso será muy complicado, necesitamos herramientas para que los menores mantengan el ritmo, puedan estudiar en condiciones y vean que avanzan», apunta Roberto Simón, trabajador del área social de la Fundación Per Amor a l'Art, que atiende a menores vulnerables en València. Lo cierto es que el fracaso escolar ya estaba muy presente en la Comunitat, en un 16 % de los alumnos, pero las fuentes coinciden en que un curso sin educación presencial podría golpear especialmente fuerte a esta generación de niños y niñas.

María Ángeles Montesinos es profesora jubilada y voluntaria en Orriols Educa, una asociación vecinal en uno de los barrios más degradados de València y olvidados por el consistorio. «Una necesidad muy acuciante para los niños del barrio es el acompañamiento escolar. De ahí nace la asociación y por eso cada voluntario tiene un grupito pequeño de dos o tres niños y le acompaña. A veces es algo tan simple como preguntar 'cómo te encuentras', 'qué necesitas'. Ya vimos durante el confinamiento que hacer esto online no funcionaba. Por eso pensamos que el abandono escolar va a ser uno de los mayores problemas el año que viene», apunta.

A nivel psicológico, la pérdida de la escuela como espacio físico y de socialización también puede perjudicar a estos menores. «Para muchos niños el colegio se presenta como el entorno seguro que tienen, donde ellos disfrutan de su rutina y están a gusto. El colegio es protector, por eso su ausencia puede presentar en ellos un incremento de la ansiedad y el estrés?», explica Linnea Sánchez, de Psicólogos Sin Fronteras.

El informe de Save The Children «Covi-19: Cerrar la brecha» ya apuntaba a esto en mayo pasado, y además añadía otros factores clave para entender por qué la educación presencial es vital para estos niños. Uno de ellos es el «efecto compañero» por el cual los alumnos más aventajados ayudan y refuerzan a los más atrasados. Además, la publicación señala la importancia del «olvido veraniego» de los alumnos en su vuelta a las aulas, que suele ser más notorio para los menores de contextos vulnerables. Un olvido agrandado por los meses de confinamiento en los que la escuela actuó a medio gas.

Por este motivo, Rodrigo Hernández se muestra tajante: «lo vital es que los niños no se desenganchen por el olvido educativo. Puede pasar que cuando vuelvan a las aulas estén en clase, pero no sigan la clase. Por eso es necesario reparar los males del confinamiento de manera presencial, si no el año que viene podremos ver una desconexión de miles de niños. Que se desvinculen de la escuela y no tengan la oportunidad de prosperar después. Y eso puede condicionar el futuro de muchos menores. Si no ponemos toda la carne en el asador el próximo curso puede haber toda una generación que se descabalgue».

Compartir el artículo

stats