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Una iglesia pendiente de renovación

Un sector del clero progresista reclama más dinamismo, pluralismo y que se aborde la "gran asignatura pendiente" desde el Concilio Vaticano II, una liturgia en valenciano

Fieles, en la Basílica de la Virgen, tras superarse las restricciones iniciales de la pandemia. germán caballero

Antonio Cañizares Llovera (Utiel, 1945) cumplió setenta y cinco años el pasado día 15. Cardenal Presbítero de San Pancracio extramuros y arzobispo de València, el purpurado afronta la prolongación de su mandato pese a la renuncia presentada al papa Francisco como estipula el Derecho Canónico. El 28 de agosto de 2014 fue nombrado cabeza de la archidiócesis de Valencia y tomó posesión el 4 de octubre. Seis años después, su figura continúa suscitando la misma aceptación de entonces en buena parte de la Iglesia valenciana. La más fiel a su pontificado. Pero también se mantienen las suspicacias, cuando no las críticas abiertas, desde el sector progresista. Eso poco ha cambiado en este tiempo.

La continuidad de Cañizares podría alargarse por dos años más, pero a nadie se le escapa que también se abre un período de sucesión que solo se despejará el día que Roma designe a un nuevo arzobispo. De Cañizares, sus fuentes más próximas remarcan la «notable gestión» al frente de la diócesis, la convocatoria del Sínodo Diocesano, la defensa de las encíclicas papales o la apuesta por el diálogo interreligioso. El fortalecimiento de la Universidad Católica, estrechar puentes con la Universidad CEU Cardenal Herrera o su férrea defensa de la educación religiosa y la elección de centro, son también méritos que se le subrayan de forma especial.

«Del cardenal destaco su actitud valiente y el no haberse andado con paños calientes en su defensa de la libertad de enseñanza». Así de contundente se muestra Vicenta Rodríguez, secretaria autonómica de Escuelas Católicas cuando se refiere a Cañizares. «Ha sido capaz de plantarle cara al gobierno de la nación y también al de la Comunitat Valenciana en esta parcela, con su impulso a la concertada», incide. Rodríguez resalta también de Cañizares «su trabajo incansable buscando la unidad de las escuelas católicas, tanto de las concertadas como de las privadas, porque todos somos educación». «Con su apoyo explícito a la concertada nos hemos sentido muy acompañados», recuerda. Punto en el que remarca el soporte constante que han encontrado en la figura del arzobispo las familias valencianas y su derecho a poder elegir el colegio al que llevar a sus hijos.

renovación

Las polémicas «innecesarias» del arzobispo

Pero no todo son loas. Incluso los más entregados a Cañizares cuestionan su facilidad para «meterse en polémicas innecesarias». Se refieren a sus conocidas y reiteradas declaraciones públicas sobre cuestiones como la homosexualidad, las cuestiones de género, las críticas a determinados políticos de la izquierda o su recurrente discurso a la unidad de España. Lo cierto es que el jueves pasado, sin ir más lejos, sorprendió a propios y extraños al alinearse abiertamente con el papa Francisco y su defensa de los derechos de los homosexuales. El arzobispo eludió emitir valoración alguna, pero aseguró que se adhería al sumo pontífice. «Me he pronunciado muchas veces sobre cómo hay que acoger a los homosexuales, tengo amigos que lo son y siempre han recibido de mí un trato exquisito», comentaba.

Alfons Llorenç, periodista experto en temas eclesiásticos y religiosos, es de los que reclaman sin ambages «la necesaria renovación de un pontificado ya agotado». Considera como un «hecho insólito» que Cañizares postulara su permanencia al día siguiente de cumplir años con una declaración de intenciones que no dejaba lugar a la duda. «Estaremos al pie del cañón hasta que el Santo Padre nos diga que nos vayamos a casa, y hasta ese día, que ojalá sea tarde, aquí estamos», proclamaba Cañizares. Fue en el rezo del Ángelus en el Palacio Arzobispal, en el que tomó parte una importante representación clerical. «Es inaudita esa insistencia», según Llorenç. Y sostiene que el Sínodo Diocesano, inaugurado hace exactamente un año, fue poco menos que un «blindaje» para mantenerse en el cargo. La crisis sanitaria, además, ha condicionado su posterior desarrollo, alargándolo por las restricciones. «Debería haberlo convocado a mediados de su mandato, no cuando le faltaba un año para la renuncia», esgrime.

Para Honori Pasqual, del grupo Rectors del dissabte y Seglars del Dijous en l’Octubre, «el problema de la diócesis es que no sabe ubicarse en la sociedad actual». «Y su falta de dinamismo», enfatiza. Para Pasqual, esta interinidad es como «un tiempo muerto» que hace más difícil la situación para aquella parte del clero más moderada. En esa línea Vicent Estarlich, párroco de Alaquàs, pide «un mayor pluralismo». «Los equipos de gobierno en los diferentes obispados son monocolores y no representan a las distintas lecturas del evangelio que existen en las diócesis», lamenta. «El drama es que no hay diálogo, Cañizares no escucha», comenta, y aunque no descarta un movimiento inesperado por parte de Francisco, no sería antes de que finalice el año Jubilar, iniciado el pasado jueves y que se prolongará hasta el que viene por estas fechas. «El hecho de ser cardenal le confiere también una consideración especial», recuerda Estarlich.

No hay que olvidar que existe una serie de religiosos para los que la misa en valenciano continúa siendo «la gran asignatura pendiente». «De todas las instituciones valencianas, la más refractaria al uso de la lengua propia es la Iglesia, que la ha marginado, incumpliendo el Concilio Vaticano II», repiten tanto Pasqual como Estarlich, ambos en el colectivo de curas católicos fundado en la década de los setenta del siglo pasado que pedían reformas y una nueva forma de hacer las cosas en la Iglesia. Sus posturas, discordantes con las posiciones mantenidas por la Conferencia Episcopal, siguen a día de hoy. «Hay que acompañar a las familias en la sociedad en la que viven, no vivir ajenos», insisten.

El Opus Dei destaca la «valentía» del cardenal

Entre los más firmes adeptosa la fiolosofía del cardenal se encuentra Ignacio Mora-Figueroa, vicario del Opus Dei en Valencia, para quien la trayectoria de Cañizares «es la de un pastor muy unido al papa, al que secunda fielmente en todas sus iniciativas». «Es un pastor humilde, acogedor con todas las personas, y valiente para enseñar las verdades de la fe cristiana en ambientes no siempre favorables», según Mora-Figueroa. «Da mucha importancia a la defensa de la libertad y los derechos fundamentales, como la educación o la vida. Siempre me muestra su interés en hacer más por los jóvenes, que son el futuro y la esperanza, y especialmente por la formación de los universitarios», recalca. Y concluye: «Quizá la mejor valoración es la que hizo de él el papa Francisco recientemente, al celebrar el cincuenta aniversario de su ordenación sacerdotal: es un hombre de paz, que ejerce con prudencia su caridad, se entrega a la predicación, administra con sus decisiones, animando a todos para que merezcan conseguir el premio eterno a la perseverancia».

No son pocos los que están convencidos de que Francisco optará por el recambio en cuanto se dé por concluido el Sínodo, y que ya se ha abierto la ronda de contactos con distintos obispos para pulsar su predisposición a venir a València. Aunque la continuidad del cardenal no tiene fecha límite una vez cumplidos los setenta y cinco años, el lógico proceso de renovación ha iniciado la cuenta atrás una vez cumplidos los preceptos canónicos.

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