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Filomena es nombre de cambio climático

La Sierra Calderona, cubierta de nieve, con la Ciutat de les Arts i les Ciències en primer plano. F. Calabuig

Una semana después del paso de Filomena, las huellas de la intensa nevada dejan constancia de la virulencia del temporal de frío. Es una consecuencia más del calentamiento global. «Hay que entenderlo y tomárselo en serio», alertan los expertos.

¿Hay relación entre esta gran nevada y el cambio climático? «Sí, la hay». La afirmación, rotunda, es de Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, donde imparte clases de Ordenación del Territorio, Climatología y Riesgos Naturales. «El calentamiento de la atmósfera en latitudes polares y subpolares, que es el más intenso que está ocurriendo en nuestro planeta, está provocando que la corriente en chorro ártica pierda velocidad y no retenga con tanta fuerza la masa de aire gélido sobre el casquete polar. De manera que se producen más ondulaciones en su trayectoria y, por tanto, más descargas hacia el sur de ese flujo glacial», explica. Y, por si algún incrédulo plantea objeciones, recuerda que la Asociación Meteorológica Americana publicó el año pasado un trabajo que fijaba en un 15 % el incremento de vaguadas y gotas frías en la Península Ibérica y mares como el Mediterráneo entre 1970 y 2018. «Y muy significativamente en las últimas dos décadas por este motivo», remarca Olcina.

Filomena también ha alimentado las dudas de cómo es posible tanto frío y nieve en latitudes atípicas mientras los científicos no paran de alertar sobre el aumento de la temperatura global. La confusión está servida y es terreno abonado para los negacionistas. Samiro Khodayar Pardo, del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, es muy clara al respecto. «Todo el mundo cree que el cambio climático son las olas de calor y de sequías, pero no es eso», enfatiza. «El aumento de la temperatura global lo que implica son variaciones en las condiciones del sistema, cuyo impacto se refleja en la intensidad de los fenómenos extremos», razona. «Y los extremos se están extremando más», subraya.

"Los extremos se van a extremar más. La nevada ha sido excepcional, pero estos fenónemos serán más frecuentes, como las lluvias torrenciales"

Samiro Khodayar - Investigadora en el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo

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Khodayar echa la vista atrás, a hace apenas un año, cuando el temporal Gloria arrasó el litoral mediterráneo desde Cataluña hasta Andalucía, con especial virulencia en la Comunitat Valenciana. «Lo que vemos es que el período de retorno entre un fenómeno y otro de similar fuerza disminuye y que ya no son tan ocasionales, sino que cada vez son más frecuentes», señala. «Esta nevada ha sido excepcional por la virulencia y la extensión. No quiere decir que todos los años habrá algo igual, pero sí puede ocurrir y cada vez más frecuentemente», comenta. «Se está perdiendo la excepcionalidad», incide. «Lo más importante es que la gente entienda que el cambio climático afecta y cada vez será más acusado», reitera.

En ese punto, reflexiona sobre las necesarias medidas de adaptación que ya deberían estar tomando las distintas administraciones. «Cuando hay lluvias torrenciales o este tipo de nevadas y se declaran zonas catastróficas, después hay unos gastos enormes para reponer infraestructuras, con un desembolso mayor. Eso sin contar que no haya que lamentar pérdidas humanas», comenta. «Hay que entender lo que es el cambio climático, lo que implica y tomárselo en serio», concluye esta física, incorporada al CEAM en 2019 a través del programa de la Generalitat GenT para facilitar el desarrollo de investigadores de excelencia. En estos momentos lidera el proyecto Med-Extrem, centrado en el estudio de los fenómenos extremos inducidos por el cambio climático en el mediterráneo occidental.

En la misma linea que Khodayar, Jorge Olcina piensa que hay que dejar de lado los planteamientos trumpistas sobre los gases de efecto invernadero. «Es mejor no entrar en este debate», recomienda. «No vale la pena. Los datos científicos están ahí para confirmar el proceso de calentamiento térmico planetario y sus consecuencias en la circulación atmosférica. Estamos ante la cuestión o problema más importante para la humanidad en este siglo y no debemos ir con tonterías, ni creencias no avaladas. Aprovechar una situación puntual para justificar una opinión no tiene valor para la ciencia», desgrana Olcina.

Dos vecinos, en plena nevada por las calles de Sinarcas. F. Calabuig

El año más cálido en España y Europa

A pesar de la crisis sanitaria y la reducción de la movilidad, con menos coches y aviones circulando, se ha vuelto a batir el récord de emisiones contaminantes en todo el mundo. Únicos datos válidos y preocupantes según los expertos en la materia. De hecho, el año 2020 ha sido en Europa y en el mundo y, en concreto en España, el más cálido desde que comenzaron los registros en 1961, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Superó en 0,4ºC el anterior récord, que se registró en el continente en 2019 y, al mismo tiempo, el más cálido en el mundo. Puesto que comparte con 2016, de acuerdo con los datos del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S).

«Si hacemos la estadística de los primeros diez días del año, este inicio de 2021 es el inicio de año más frío en décadas desde 1954, aunque en la gráfica se intuye que el frío de este año es una anomalía local, dentro de una tendencia general al alza», según Jorge Tamayo, delegado territorial de Aemet en la Comunitat Valenciana. «Si ampliamos la estadística a todo el trimestre invernal, encontramos una tendencia significativamente estadística con un 95% de confianza de que la temperatura media del trimestre invernal ha ascendido algo más de 1 ºC en la Comunitat Valenciana desde 1950», asegura. Esto no significa que ya no vaya a hacer frío nunca, o que cada invierno vaya a ser más cálido que el anterior. «Significa que hay una tendencia de temperaturas al alza dentro de la serie estadística, y que los episodios fríos como los de este año cada vez serán menos frecuentes», señala, a la espera del balance final del episodio Filomena. En cualquier caso, lo cierto es que el invierno térmico se ha contraído más, especialmente en el período 2000-2020. En total se ha acortado 17 días, con un ascenso de temperatura en 70 años de algo más de 1 ºC, según los análisis de la Aemet.

Hacer caso de la «alerta roja»

En estos escenarios de fenómenos extremos, a los que la ciudadanía deberá acostumbrarse, la prevención es fundamental. «Debemos aprender que cuando se da una alerta roja meteorológica hay que quedarse en casa. La sociedad española no está concienciada del riesgo que corre cuando se produce un evento atmosférico de estas magnitudes, no solemos hacer caso a las alertas que se nos dan desde Aemet o Protección Civil, y luego vienen las consecuencias», razona Olcina.Pero va más allá, y ve «necesario» que las alertas a la población lleguen de forma directa a través de los dispositivos móviles. «Estamos en la era de la telefonía móvil y las redes sociales, que deben contribuir en estas situaciones a difundir esteos mensajes. Eso sí, deben ser procedentes y estar avalados por los organismos oficiales relacionados con la gestión de las emergencias en cada autonomía», reclama.

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