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Un legado de mil sabores

En Alpuente, un grupo de vecinas ha recopilado los platos tradicionales para que no caigan en el olvido. "La gastronomía es cultura y si la perdemos, perdemos todos"

Hay recuerdos que solo aparecen a través del olfato. Lo hacen de manera inesperada, al visitar un lugar, al pasar por un horno, en el patio de luces de un edificio. Es el olor del pasado, de la infancia, de la juventud, del verano y del invierno. Es la historia de muchas vidas contada por la gastronomía, por los platos típicos de una población que se disfrutan en ciertos momentos del año. La madre de María Giménez murió con 61 años y a la tumba se llevó todo su saber en la cocina. Dispuesta a que no sucediera de nuevo y con tal de devolver al olfato y al gusto los sabores de su infancia, Giménez ha impulsado el libro Memorias de las recetas de un pueblo, Alpuente, donde ha logrado juntar a 15 vecinas y un vecino del municipio para poner en común las recetas tradicionales de este municipio de La Serranía. «Presenté un proyecto en el ayuntamiento y ofrecí la posibilidad de hacer una jornada con mujeres del pueblo para recuperar la memoria gastronómica, con las recetas que han ido pasando de generación en generación y que cada familia tiene la suya», explica Giménez.

de mil sabores

Así, se convocó una merienda donde acudieron una quincena de vecinas y repasaron los días importantes del calendario municipal, donde se hacen los platos estrella para ver cómo los hacían. De ese día, salieron muchos más, ya que desde entonces y durante muchos sábados, estas mujeres se vieron para cocinar juntas. El ayuntamiento les cedió los sábados por la mañana el comedor del colegio y allí, cada día, una de las participantes traía una receta típica de su familia. «Hay de todo: las orelletas, el testamento, la olla de Alpuente, membrillo, sopa de ajo, buñuelos, congretes, que son bolitas de azúcar y anís, cocido, mantecados, magdalenas, pasteles de boniato...» señala Giménez. Todas ellas están ahora a buen recaudo, guardadas en el libro que acaba de ser impreso tras un año lleno de complicaciones. Una vez terminaron los encuentros gastronómicos fue decretado el confinamiento de marzo, por lo que la edición del libro se retrasó. Cuando todo volvió a la «nueva normalidad», Giménez buscó financiación en las instituciones. «Sin el apoyo del ayuntamiento de Alpuente y de su concejala,Ana Belén Varea, no habría sido posible, como el Museo de Etnología de Alpuente y la Diputación de València», explica. Tampoco habría sido posible sin la fotografía de Miguel Ángel Vera, el único hombre participante de estos encuentros gastronómicos y el que ha inmortalizado los platos para poder ser recopilados en el libro.

«Este libro se ha hecho gracias a las vecinas del pueblo, que van desde los 50 a los 85 que tiene Luisa Pinazo», dice la coordinadora. «Quiero que todas ellas lleguen a verlo publicado, y que los jóvenes de nuestro pueblo sean conscientes de que esto es cultura, es su historia, es su identidad», concluye Giménez.

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