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Un hilo entre dos exilios

Si como sociedad olvidamos el exilio de los españoles hace años, ¿cómo ser hoy una sociedad de acogida? «Encontres d’exili II» muestra historias de ayer que se repiten hoy.

Protagonistas del documental en la presentación realizada en La Nau. Francisco Calabuig

La madre de Tina Guillem se comprometió a hacerse cargo de la «herencia» de su amiga Virtudes González, una de las denominadas 13 rosas, un grupo de mujeres muy jóvenes que fueron fusiladas por el régimen franquista en Madrid el 5 de agosto de 1939 acusadas de un delito de rebelión por pertenecer a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). La «herencia» no era otra que «contar la verdad, quiénes fuimos y qué ha pasado». La madre de Tina, una niña de 16 años entonces, cumplió lo prometido a su amiga condenada a muerte y Tina, su hija, hoy convertida en una mujer de pelo cano, voz pausada y ojos dulces sigue cumpliendo con esa promesa al participar en un documental que da voz a los refugiados de entonces y a los de ahora. Por eso, Tina estuvo presente esta semana en el estreno del documental Encontres d’exili II, un proyecto realizado por la Comisión Española de Ayuda al Regugiado (CEAR) del País Valèncià y por el colectivo audiovisual Mirades. No fue la única. Ocho de los protagonistas de este documental estuvieron presentes en La Nau de la Universitat de València para dar voz, de nuevo, a quienes buscaron refugio en su día y a quienes lo buscan hoy.

Tina es hija de una de las detenidas junto a las 13 rosas.No la fusila- ron por ser menor de edad (16 años). F.C.

Josefina Juste salió de València en brazos de su madre embarazada, siendo un bebé de meses. Cruzaron la frontera a pie para instalarse en una Francia que no las acogió como esperaban. De su salida de Francia hacia Latinoamérica sí se acuerda. Del barco, del largo viaje, de las mil penurias, de una vida en el exilio que no ha sido nada fácil. Se le quiebra la voz cuando recuerda que ella sobrevivió a un fusilamiento en Argentina por puro agotamiento. «Estaba muy herida y no aguanté de pie. Me desmayé. Y cuando empezó el fusilamiento a mí no me tocaron las balas. Cuando desperté estaban todos muertos a mi alrededor. Y huí», relata esta hija de anarquista que ha sufrido un triple exilio con tres dictaduras: España, Uruguay y Argentina. Al buscar refugio en el país que la vio nacer y del que no le queda ni el acento, reflexiona: «Europa se ve como un continente inexpugnable que no va a permitir que entre nadie. Yo creo que es una cuestión clasista».

Fátima nació en 2002 en los cam pamentos de refugiados de Tinduf tras el exilio de 200.000 personas del Sahara Occidental. F.C.

Tina y Josefina reflejan y recuerdan su vida en el exilio siendo españolas y valencianas y relatan historias que se reproducen hoy en otros cuerpos que también buscan refugio. Como Alba Teresa, una mujer colombiana a la que se le quiebra la voz al recordar una guerra que ha dejado más de 300.000 muertos. «Los últimos meses de embarazo tuve que estar escondida porque me llamaban a casa y me decían que si no dejaba de trabajar en defensa de los derechos humanos y de las mujeres iban a ir a por mi hijo mayor que tenía entonces 5 años. Me decían que iba a desaparecer. Yo les creí. Más de 60.000 personas han visto desaparecidos a sus familiares y a día de hoy no encuentran ni los cuerpos».

Konan cumplió 18 años en Canarias.En 2020 más de 2.000 personas murieron intentando hacer su mismo viaje. F.C.

Alba Teresa recalca que si está en València, lejos de Colombia, es por necesidad y por pura suerte. «Yo estoy viva porque no me tocó a mí», afirma. Y explica: «Los colombianos tenemos hasta ocho desplazamientos internos antes de tener que salir del país». Ella salió en 2003 y aún le duele.

Konan Narre no tenía pensado venir a Europa, lo que sí tenía claro es que en su país, Costa de Marfil, solo había muerte y miseria. Así que se fue a Mauritania y allí oyó hablar de ese cuento de hadas que es una pesadilla de expulsión en lugar de ser un cuento de acogida. «En el mar lo pasamos muy mal porque no teníamos comida, ni agua. No teníamos gasolina para llegar y cuando llevábamos una semana en el mar nos rescató salvamento marítimo», explica. El joven cumplió los 18 años en Canarias. Solo en 2020 más de 2.000 personas murieron en el mar intentando realizar el mismo viaje que Konan.

Un espejo social

El documental Encontres d’exili, en su primera edición y en la segunda (que se acaba de presentar), muestra historias como las narradas en este reportaje. Historias reales, pasadas y presentes, que hablan de una misma realidad: la de quien busca refugio en tierra extraña. Desde CEAR aseguran que el proyecto nace con la siguiente reflexión: «Si como sociedad hemos olvidado nuestro papel como personas refugiadas hace años, ¿cómo esperamos poder ser hoy una sociedad de acogida?»

Dirigido por Adrián Caballero, Jaume Durà, José Gayà y Jorge Ramos, el documental está protagonizado por personas mayores que vivieron la represión y el exilio por la victoria franquista, frente a refugiados y solicitantes de asilo actuales, personas que buscan refugio en la Comunitat Valenciana tras el terror y la guerra en sus países de origen. Las historias se repiten, pero la acogida de hoy se ha tornado expulsión. En 2019 solo se aprobaron el 5 % de las solicitudes de asilo.

«Nuestra idea era poner un espejo ante la sociedad actual, hacer entender que fuimos un día refugiados, que necesitábamos huir con desesperación para sobrevivir, de la misma manera que hoy en día más de 70 millones de personas en todo el mundo son refugiadas o exiliadas», explica Adrián Caballero López, codirector del documental y técnico de CEAR País Valencià.

Además, para CEAR, «la memoria es algo básico, la propia entidad nació de algunas personas exiliadas, que al volver a su tierra sabían de la importancia del refugio y la acogida. Solo una persona que ha vivido una situación de exilio o refugio sabe con exactitud lo que es, y teníamos la impresión de que juntar a exiliadas y refugiadas de diferentes épocas despertaría algo, tanto en ellas como en el resto de la sociedad, y tras años con este proyecto nos sigue sorprendiendo cada encuentro, cada mirada mutua de comprensión cuando narran sus historias o la amistad que nace a los pocos minutos, derivada de una memoria común, aunque sean personas que han nacido en continentes diferentes».

Caballero, además, recalca como una opinión personal que «en este país ha costado mucho comenzar a tener políticas de memoria y en este contexto cuesta plantear un respeto hacía las personas refugiadas en la actualidad. Es complejo, por no decir imposible, ser una sociedad de acogida sin una salud democrática fuerte, y para tener una democracia consolidada hacen falta políticas de memoria, justicia, reparación y no repetición. En el documental se escuchan algunas historias de Colombia, Brasil o el Kurdistán, que recuerdan demasiado a nuestro pasado. Las detenciones ilegales, amenazas, las torturas, asesinatos, fosas comunes… por la única razón de ser diferente, pensar diferente e incluso por el simple hecho de defender los Derechos Humanos».

Y añade: «Para mí es una clara advertencia de qué nos puede pasar si perdemos la memoria, si nos olvidamos de nuestro propio pasado. Por eso tenemos que escuchar más lo que nos quieren contar las personas refugiadas de todas las épocas. Tener en cuenta sus palabras es un seguro democrático que no nos podemos permitir perder».

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