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Oto Luque: "Nos cuesta más relacionarnos y la tolerancia social ha empeorado"

Presidente de la Sociedad Valenciana de Psicología

Oto Luque

El catedrático de Psicología Oto Luque equipara la pandemia con una guerra o una revolución por la forma en la que ha alterado el comportamiento colectivo de la población en ámbitos tan importantes como las relaciones sociales, laborales y familiares. Aunque los efectos en el plano emocional todavía se están investigando, el también presidente de la Sociedad Valenciana de Psicología mantiene que se han generado ciertas formas de pensar y de actuar intangibles que va a costar mucho cambiar, producto de situaciones como el repentino cambio del estilo de vida, la soledad o el teletrabajo.

Luque remarca que para el ser humano es mucho más importante la seguridad psicológica que sentirse libre, como se demostró en la rapidez con la que la sociedad se adaptó al confinamiento domiciliario. «Como necesitamos las relaciones afectuosas, trataremos de volver rápido a la normalidad porque eso nos da seguridad y un equilibrio psicológico, pero la crisis sanitaria ha producido impactos que serán duraderos al menos en una generación o dos», señala, trazando un paralelismo con culturas como la japonesa, tradicionalmente más reticente a la proximidad física y habituada a la mascarilla. «Nos costará más el contacto físico con personas que no son familiares y las fórmulas de trabajo y compra en casa han venido para quedarse», vaticina Luque. El experto subraya que la impuesta distancia de seguridad ha alterado el comportamiento proxémico que ha ido gestándose durante siglos, aunque a la vez se está viendo cómo los colectivos más jóvenes recuperan aceleradamente espacios de relaciones sociales ante la necesidad urgente de retomar la interacción interpersonal. Pese al escenario de normalidad que se intuye en el horizonte, el rastro del virus seguirá presente y sus posibles mutaciones obligarán a mantener la prudencia, según Luque. «La normalidad es un constructo social y una palabra que ha cambiado mucho en los últimos 40 años», subraya. A su juicio, el aislamiento social también ha reforzado el individualismo. «Cada vez nos cuesta más relacionarnos y hemos empeorado en tolerancia social y en la aceptación de la diferencia». Ycomo ejemplo señala el tenso clima político o el repunte de los delitos de odio. «Cuanto más cerrada es una sociedad, más intolerante y hostil se vuelve», advierte. 

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