En 1919 España se convertía en uno de los primeros países en tener una ley que regulaba la jornada laboral de 8 horas. Un siglo más tarde, lo que empieza a cambiar es el espacio desde donde se trabaja y con ello también las relaciones laborales y los horarios. «El teletrabajo no implica llevarse las tareas a casa, sino un cambio cultural muy importante de la forma de trabajar y de organizarse», afirma Mar Sabadell, experta en teletrabajo y flexibilidad laboral de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Aunque esta forma de trabajar, impulsada por la pandemia en todo el planeta, plantea cambios sobre cómo hemos entendido el trabajo hasta ahora, este primer año de experiencia ha dejado también muchos mitos y lugares comunes que no son siempre verdad: ¿ganamos tiempo?, ¿somos más productivos?, ¿fomenta la creatividad? 

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No te pueden obligar a teletrabajar. La ley del teletrabajo (10/2021) se ha aprobado este verano y recoge sus condiciones. El abogado laboralista y profesor de la UOC y la Universidad Rey Juan Carlos Pere Vidal insiste en el concepto «forma de prestación del trabajo», porque no se trata de una condición que la empresa pueda imponer. «El teletrabajo siempre tiene que ser voluntario y de mutuo acuerdo y la ley deja bastante margen de flexibilidad para que la empresa y el trabajador decidan cómo será la relación laboral, es decir, qué porcentaje de la jornada laboral se realizará», explica Vidal. 

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¿Ahorramos más teletrabajando? Dejar la oficina atrás implica cubrir unos gastos de los que antes el trabajador no se encargaba. La ley establece que si se realiza más de un 30 % de la jornada a distancia en el contrato se tienen que indicar los «medios, equipos y herramientas» que el trabajador necesita para realizar su trabajo y los gastos que le supondrá y la empresa deberá cubrir (artículo 7). Por ejemplo, hay empresas que ponen una tarifa fija mensual para cubrir gastos como la calefacción, el internet o la luz.

Según un estudio sobre el teletrabajo en los Países Bajos, los costes de los empresarios se reducen más que los de los empleados. Las empresas se ahorran costes materiales, como el alquiler de un espacio de trabajo. Los trabajadores, en cambio, ahorran en transporte pero no está claro que lo hagan en gas o electricidad.  

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¿Es teletrabajar más sostenible que ir a la oficina? Calcular el impacto ambiental del teletrabajo es complejo. Por un lado, trabajando desde casa se reducen las emisiones que producen los viajes. Los desplazamientos de trabajo en avión, datos de aviación de EE UU muestran que en 2020 los vuelos no habían vuelto a los niveles de 2019.

En cambio, el consumo de energía en los hogares aumentó un 26 % durante los meses de confinamiento, según la Organización de Consumidores y Usuarios. Haciendo un cálculo de los ahorros y los gastos extra que supone el teletrabajo en términos ambientales, un estudio muestra que por cada teletrabajador en España se ahorraron el año pasado 890 kg de CO2 equivalente (también incluye emisiones de otros contaminantes equivalentes a emisiones CO2). El mismo estudio prevé que la reducción de emisiones este 2021 sea menor y en 2022 se reduzca aún más. A pesar de esta bajada en los contaminantes, una forma de trabajo híbrida entre teletrabajar e ir a la oficina sería uno de los «peores escenarios» a nivel ambiental porque implicaría tener gastos energéticos duplicados, apunta el estudio y también explica Vidal. 

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No todas las profesiones o cargos permiten teletrabajar. El teletrabajo no solo se realiza fuera de la empresa, sino que también implica «un uso intensivo de las nuevas tecnologías informáticas y de la comunicación», según contempla la ley. Por ello, no todos los trabajos se pueden realizar a distancia. Según Mar Sabadell, aproximadamente un 30 % de las ocupaciones actuales en España se podrían hacer teletrabajando. «Existe margen de mejora, pero no se trata tanto del tipo de actividad sino del modelo productivo», afirma la experta, que también considera que a mayor nivel educativo, incrementa la posibilidad de una profesión que permita teletrabajar. También varía en función de la edad. En 2020, el 60 % de las personas que teletrabajaron tenían entre 35 y 55 años, según datos del INE. Solo un 2 % tenía entre 16 y 24 años.

Un estudio realizado por la consultora McKinsey muestra datos parecidos a los que indica Sabadell. En España, un 18 % de la mano de obra disponible podría trabajar entre 3 y 5 días a la semana sin perder productividad, pero un 63% no podría hacerlo debido a las actividades que realiza. El estudio también afirma que en economías avanzadas como las del Reino Unido, Alemania y España hay más ocupaciones profesionales que permiten el teletrabajo que en economías emergentes como la China o la India. 

Los datos muestran que el teletrabajo varía mucho en función de la actividad. El sector de la información y las telecomunicaciones es el que más ha teletrabajado durante el primer trimestre de este año, casi un 60 % de los trabajadores, según un estudio de Randstad Research. Sectores como el de actividades profesionales, científicas o técnicas y el sector de seguros y finanzas también tienen muchas posibilidades de teletrabajar en un futuro, en cambio, menos del 15% de los trabajadores de la hostelería, la agricultura o la ganadería podrán trabajar de esta forma.

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¿El teletrabajo mejora la conciliación? El teletrabajo puede facilitar la conciliación entre la vida laboral y la vida personal, pero, ¿lo hace para todo el mundo de la misma forma? Según Óscar Molina, sociólogo e investigador del QUIT, Centro de Estudios Sociológicos sobre la Vida Cotidiana y el Trabajo, el teletrabajo no permite conciliar mejor, sino que «es una trampa», ya que si no hay una distribución equitativa de las tareas domésticas, «el teletrabajo solo sirve para que las mujeres hagan las dos cosas a la vez». Así lo recogía también un estudio de la asociación Nada es Gratis, que confirma que durante el confinamiento las mujeres asumieron más tareas de casa incluso en las familias en las que padre y madre estaban trabajando. Las mujeres que teletrabajaron durante el confinamiento notaron más malestar cotidiano en comparación con los hombres en términos de jornadas interminables, aumento de carga total de trabajo y estrés, según QUIT. «Si estuviéramos en un escenario de más igualdad, el teletrabajo podría ayudar, pero ahora solo reproduce las desigualdades ya existentes», concluye Molina. 

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¿Somos más productivos en casa o teletrabajamos más horas?Un estudio de la revista Forbes afirma que trabajar desde casa implica sumar de media dos horas más a la jornada laboral, si lo comparamos con los datos anteriores a la pandemia. Es engañoso pensar que la productividad con el teletrabajo aumenta o disminuye. Un estudio realizado por la OCDE afirma que depende más de la intensidad del teletrabajo. Por un lado, estar aislado puede tener efectos negativos para la productividad, pero puede satisfacer al empleado porque le da más libertad. Por tanto, existe un punto óptimo en el que la eficiencia del trabajador y también su productividad se maximiza en niveles intermedios de teletrabajo. El sociólogo Óscar Molina afirma que «el teletrabajo no puede ser una opción al 100 %» porque con él pierden los trabajadores y las empresas, «hay que buscar modelos híbridos».