Luis Villarejo, Bruselas.efe

La conexión Reyes-Torres fue providencial. Y en dos arreones, España salvó los muebles. Fernando Torres, por fin, explotó en la selección. Lo necesitaba. Jugaba con demasiada ansiedad. Llevar el nueve en la camiseta le ha pesado mucho. Seguramente porque cuenta con demasiados focos que le alumbran y le asedian. Pero por fin llegó su día. En 22 partidos había marcado hasta la fecha sólo tres goles. Ayer en uno solo, hizo dos. En un día especial. Una noche donde había que dar la cara. Y donde el partido estaba cuesta arriba.

Le hacía falta a esta generación de la playstation un día feliz. Una noche de gloria. Y el tándem Reyes-Torres la disfrutó en Bruselas, con una atmósfera de chicos jóvenes en la grada, estudiantes del programa Erasmus que salieron a celebrar el triunfo por la ciudad.

España no jugó bien en el primer tramo. Todos sus jugadores estuvieron por debajo de su nivel. Le costó a España crear juego, con Xavi, más imperfecto de lo normal, con Simons, el guardián belga del PSV, encima de él. Y con escasa relevancia en el juego de Joaquín, de Albelda, de Vicente, de Raúl, de Torres. De casi todo el equipo, en suma.

Bélgica asumió el mando. Disfrutaba de una bala en el cargador. Ganar para seguir vivo en su camino al Mundial. Iker Casillas dejó su sello. Fue a los 16 minutos sacando una mano de gol a Timmy Simons. España intentó llegar al área de Proto de dos formas. Por arriba se dio cuenta de que no tenía sentido. En el juego aéreo, Van Buyten, con su calidad y su saber estar, lo sacó todo arropado por Hoefkens.

Cuando echó el balón al suelo, cuando Joaquín y sobre todo Vicente buscaron el juego interior en el área, y encontraron a Raúl, en los últimos cinco minutos, España parecía que espabilaba. Pero era tarde. Llegó el descanso con un gol anulado en la recta final a Albelda por marcarlo claramente con la mano.

Luis Aragonés, con la obligación de resucitar al equipo, tenía que dar un giro de 180 grados para creer en el milagro de ir al Mundial.

España, hasta ese momento, no lo merecía. Así, que de inmediato, en el segundo tramo sacó a Reyes y a Villa. Búsqueda de rapidez y gol en el nuevo guión. Se fueron las dos bandas de Joaquín y Vicente. Y así, Villa y Torres se ponían de referentes, con Raúl por detrás, Xavi en la derecha y Reyes en la izquierda. Una apuesta novedosa y diferente. Un fútbol de autor, el de Luis, que supo ver con inteligencia lo que necesitaba el equipo para remontar el vuelo.

Funcionó la fórmula. Nada más entrar, Reyes mandó un balón al corazón del área que mandó Fernando Torres a la red. Y sin dejar respirar al rival, de nuevo Reyes encaró por su lado y puso otro balón a Torres, que otra vez batió a Proto. Era el 0-2. En nueve minutos, España solventaba el partido.