M. Domínguez, Valencia

El chequeo a un líder se divide en dos aspectos: las sensaciones que deja su talante y los resultados que ofrece su gestión. Esos son los dos aspectos sobre los que la afición de Mestalla se ha pronunciado. El pasado miércoles Levante-EMV ofrecía los resultados de una encuesta telefónica encargada por el propio club a sus abonados. Un chequeo del estado de la relación entre uno y otros. Los resultados fueron muy buenos (una aceptación media del 80 por ciento de su gestión, la confianza que inspira y la transparencia de su gestión).

Pero también existen las «notas al margen». Aquellos comentarios que el abonado y accionista formulaba a la hora de contestar la encuesta. Con ellas se desentrañan también una parte importante de las inquietudes del sindicato de la gorra y la bufanda. Y ahí es donde se averigua tanto las sensaciones que desprende el presidente como las cosas que gustan o que faltan en la gestión diaria.

Este último apartado siempre es el más jugoso y abarca desde las cuestiones deportivas a las sociales. En las primeras, hay socios que no parecen conformarse con Villa, Kluivert y compañía y piden «un poco más de decisión en fichar jugadores más buenos». Muchos arrastran aún heridas del año pasado: que «lo invertido el año pasado fue tirado por tierra». Se pide «cumplir las promesas. ¿qué ha pasado con el fichaje de Eto´o?» olvidando que esa fue una cuestión de Soler padre, no hijo, hace dos veranos. Otros tienen claro lo que hace falta: «fichar un interior derecho» «fichar a Henry». Los hay que no olvidan y se quejan de que no renovó a Benítez «por una mala influencia».

Un aspecto que preocupa siempre al abonado es, lógicamente, el abono. Y de él piden «que no suba tanto» o más contundente: «que bajen los precios». Eso, a pesar de que se ha aplicado el IPC en los últimos años. Los hay que reclaman «alguna solución para los que se han quedado sin acciones» y los más originales piensan en aplicar un castigo: «poner los pases más caros a los que vendieron las acciones» o en no sacar el dinero tantas veces y «pagar más por el pase, pero que te de derecho a todas las competiciones sin tener que comprar entrada». Como el Villarreal, por ejemplo.

Respetar los asientos en el traslado

La falta de atención al socio es una queja que pervive generación tras generación. Mientras se pide «más dureza con los grupos radicales», se reclama «más diálogo con el abonado. No ha tenido aún atención suficiente». En este sentido empieza a calar uno de los mensajes que ha lanzado Soler dentro de su proyecto de la nueva Ciudad Deportiva: «que haga un club social para todos nosotros».

El hermano gemelo de los abonos, a la hora de reclamar, es más prosaico: «mejorar los lavabos».

Para menos personas lo que preocupa es «la delicada situación económica».

Del nuevo estadio se pide igual una aceleración del mismo que «más información». Otros son contundentes: «que se quede donde esté» y una de las preocupaciones es «saber si se respetarán los sitios actuales a la hora de trasladarnos». Educado, pero necesita más genio

El carácter de Juan Soler despierta la misma diversidad de opiniones. Los hay que saldan su ejecutoria con un «todo correcto» y destacan de él que «es un hombre muy educado», que es «muy positivo» o su «serenidad», cualidad que otros definen como impasibilidad cara al exterior. Los hay que tienen con él una crítica benevolente: «Le falta aprender un poquito», pero otros le exigen «más genio y hablar más claro» o «ejercer más de presidente y no hacer caso de la gente», seguramente recordando la mayor vehemencia, cada uno en su estilo, de sus antecesores. Como se puede ver, todo el arco posible, desde el que destaca con entusiasmo que «es el mejor presidente que ha tenido este club» al que le reclama que tenga «mas conocimientos de fútbol» y los que le aconsejan que mejore uno de sus talones de Aquiles: la comunicación: «que piense más las cosas antes de decirlas».

Pero hay que ser mucho menos científico y mucho menos materialista. Hay una opinión que es, sin duda, la más peculiar y, por qué no, atinada: basta con pedirle a Soler que tenga «la misma fuerte que tuvo Jaime Ortí».