Además de detectar un cáncer en el vestuario - ahora casi controlado, tras la extirpación del tumor más maligno- lo único aceptable de la herencia de Ronald Koeman fue Hedwiges Maduro. El futbolista holandés ha pasado, de despreciado en la cocina de Unai Emery, a imprescindible en cualquiera de sus salsas. Y algunos comentaristas cantamañanas que le ningunearon, ahora van de tiralevitas suyos. Nada nuevo.

Fue Fernando Gómez quien atisbó sus condiciones como central y le preservó de un traspaso al que estaba condenado. Al mercado llegó tarde, tanto en verano como en Navidad, entre otros motivos porque el propio futbolista apostó por quedarse en el VCF, convencido de sus posibilidades. Se ganó la titularidad tras foguearse como lateral en ambas bandas; ahora, crece como central y puede acabar siendo el recambio natural de Albelda. Emery se equivocó con él, como otros técnicos se enrocan en despreciar a futbolistas válidos -Di Stéfano con Orlando Jiménez- o se empecinan en pretender a otros que no lo son tanto -Quique, con Pernía-. Nadie es perfecto.