El mejor de los estrenos posibles. Mestalla acabó coreando el juego del Valencia, amo y señor, que triangulaba la pelota sin tener en cuenta que el pasto era un patatal y que apuró hasta la última gota de una gran victoria ante un rival directo como el Sevilla. Un contrincante debilitado por la absurda expulsión de Kanouté, pero siempre inferior a un Valencia disciplinado en defensa y preciosista en ataque, dirigido por la batuta de Ever Banega, que sustituyó con garantías a Baraja y firmó una tarde magistral en el paisaje lunar en el que quedó reducido el césped. Los tres puntos alimentan la autoestima de un equipo que acabó la pretemporada arrojando dudas, y refuerza a un club que ha padecido un calvario este verano, entre las "Opas hostiles" de Madrid y Barça para intentar fichar a Villa, así como la pasajera fiebre de Dalport.

Y eso que que el pésimo estado del césped desvirtuaba la condición de local del Valencia. Un hándicap contra el que tenían que luchar los dos conjuntos, pero que favorecía más al Sevilla, un equipo de gran poderío muscular, tanto en la dupla de centrales, como en la de mediocentros y en ataque, donde los controles con el pecho de Kanouté y Luis Fabiano (ayer desaparecidos) hacen bueno cualquier pelotazo. El Valencia tiene un espíritu combativo, pero el talento de Mata, Silva y Villa ha transformado su carácter en ataque. El fútbol blanquinegro requiere, pues, de toque raso y una alfombra inmaculada, la que siempre ha sido Mestalla.

Pero fue el Valencia (con Moyà de titular y Bruno de nuevo por la izquierda) quien salió más despierto. Tapó los carriles de Navas y Perotti y, con un involucrado Banega y el liderazgo de Silva, trianguló con peligro. Aunque Palop detuviera los lanzamientos de Marchena, Pablo y Villa, Mestalla aplaudió las buenas intenciones de sus futbolistas. Sólo con la entrada de Zokora, por el lesionado Romaric, el Sevilla enseñó sus garras y niveló fuerzas, pero apenas chutó, gracias a la excelente anticipación de Alexis y Dealbert. En el último minuto de la primera parte el encuentro se revolucionó. Palop desbarató un disparo a bocajarro de Silva y, segundos después, Kanouté veía la segunda amarilla tras un plantillazo a Marchena. En realidad, debió ver la roja antes, cuando recetó un codazo a Bruno, al que le abrió una brecha.

Segunda mitad arrolladora

Quedaban 45 minutos de teórico asedio local y de resistencia nervionense, pero sólo fueron necesarios dos minutos para decantar la balanza. Villa combinó con Banega, que buscó hueco para un disparo que le robó Mata, que ajustó un zurdazo pegado al palo. Con desventaja numérica, en el marcador y en el campo, el Sevilla no tenía otra que arriesgar, exponiéndose a los ataques de un Valencia que empezaba a jugar a placer. Jiménez dio entrada a Negredo, el delantero ansiado por Emery, y Koné, pero el encuentro seguía aproximándose cada vez más al segundo tanto valencianista. Banega redondeó su gran tarde con un precioso pase con el exterior a Pablo, que sorprendió a Palop con un centro poco académico que acabó envenándose en gol.