­Hay partido. O, por lo menos, hay un poco más de partido. Ayer, los dos grandes ex campeones del mundo se repartieron los puntos: una victoria para cada uno, con lo que se cumplen varios objetivos de cara a la última jornada de hoy. De momento, Karpov salva la honrilla y evita un cero pelotero que habría manchado su historial.

Y permite que las ocho partidas super rápidas de esta tarde se presten a la vidilla. Aunque todos los expertos allí presentes siguen pensando que Kasparov ganará sin demasiados problemas.

El duelo parecía equilibrarse tras la victoria de Karpov en el primer episodio de ayer. Kasparov no estuvo tan cómodo. Demasiadas rascadas de cabeza, demasiados arqueos de cejas en comparación con la concentración del día antes. Pese a gozar de superioridad de tiempo durante una parte importante de la partida, a Karpov se le comieron nuevamente los segundos, pero salió del envite y se llevó la victoria.

«No sé que decir. A mi me parece que ha sido más por errores de Kasparov que por acierto de Karpov. A éste no le he visto mucho mejor que el primer día» comentaba después el Gran Maestro valenciano Julen Arizmendi.

En los corrillos incluso se cuestionaba si no se había producido algún tipo de pacto para evitar el rosco de Karpov, pero el carrusel de jugadas en el último tramo no parecía muy ensayado adrede.

El caso es que, con 2-1 en el marcador, parecía que el torneo cobraba nuevos bríos. Los asesores de Karpov habían acogido con euforia la victoria de su pupilo (si es que se le puede llamar así a un mito). Sin embargo, el «a por ellos, oe» no se materializó en la segunda partida. Con blancas, Kasparov mantuvo la concentración y el tono y Karpov se atascó. «Lo está haciendo deliberadamente, para llegar a un final precipitado a ver si arranca un error a Kasparov», pero le sonó el bocinazo.

Aunque medio mundo está pendiente de estas partidas, Kasparov intenta quitarse presión. Al ser preguntado por cómo se había sentido al perder, fue tajante. «Ya lo he explicado repetidamente: yo ya no soy un jugador profesional. Y esto no es un campeonato del mundo. Por consiguiente, no tiene tanta trascendencia. De todos modos, tengo que reconocer que, en competición, se me despiertan los instintos y me sigue sin gustar las derrotas. Durante el descanso me he machacado literalmente en el vestuario por el error que he cometido».

Aun así, justificó su derrota: «en el ajedrez clásico lo más probable es que hubiera acabado en tablas» y en que la edad cuenta: «en la gestión de tiempos es cuando se ve la falta de práctica. Tienes que guiarte por los instintos. Obviamente, cinco años sin el ejercicio profesional de esto no podían pasar desapercibidos». El desenlace, esta noche. Gana quien supere los 6 puntos.